«Esa pánfila pandemia», así describe tía Espe la enfermedad en su diario. «Cada día escribo una página con algo que haya pasado. Hoy voy a escribir: Vino a casa Marina con Marga, pero al principio no la conocía; cuando entró en la habitación de tío, con la luz de la ventana dije: '¡Ay Dios mío, si es Marina!' Qué contenta estoy». En ese museo de la memoria propia, donde siempre te reciben con cariño, me llamó la atención, de entre los muchos diarios de tía Esperanza, un cuaderno grueso que reza: «Consejos» escrito a mano por ella, nonagenaria. Sin duda, el tesoro más preciado en su guarida pirata.