¿Qué nos atrae del reloj? Los hay en todos lados. En calles, mercados, casas y brazos de la gente
¿Qué será lo que tanto llama nuestra atención de este objeto? ¿Su mecanismo? ¿Sus números? ¿Su bisel o estética?
¿Será el imparable e infinito tic-tac del tiempo?
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Carlos Alberto (64) lleva 32 años ejerciendo el oficio que ha sido la vocación de su vida: la venta de productos. Pero ojo, no se trata de cualquier artículo, pues Carlos relaciona su amor por el cine, las cámaras de video, los micrófonos, los rollos de películas y todo los artículos del arte cinematográfico antiguo y los vende como reliquias en el Persa Biobío: una de las ferias más grandes y emblemáticas de Santiago. A todo, se debe sumar que su local es literal un estudio de cine con todos los implementos necesarios, incluida su silla de director y sus claquetas. Sin embargo, existe tres objetos peculiares que atesora como sus joyas personales. El primero de ellos son sus características gafas de aviador, que refuerzan su personalidad tan presente en este sector como uno de los personajes más interesantes del Persa. Por otro lado, sus fotos, pues son regalos que personas de distintos lugares del mundo le llevan como agradecimiento a su oficio y singularidad. Y por último, su reloj.
Cuando conocí a Carlos fue el quien me pidió que le sacara foto, solicitándome, también, que las compartiera en redes ya que así se daba a conocer su local. Una ayuda que me pidió con mucho entusiasmo, pues el no manejaba redes sociales. En mi curiosidad frente a su personaje, le quise preguntar el por qué de su reloj, como también, por qué quería gustaba de sacarse fotos con él. Me dijo lo siguiente: "El reloj marca el paso tiempo, que avanza y sigue, que trasciende, y que es infinito e interminable para el mundo, pero finito y mortal para nosotros los seres humanos".
Su respuesta me dejó impresionado, pues se trata de una persona que, independiente de su edad, quiere aprovechar hasta el fin aquello que lo mantiene con ánimo, vitalidad y alegría: Su vocación.