Mi abuela Bene y su hermana Carmen,(89 y 86 años respectivamente) se mantienen en perfectas condiciones físicas, psicologícas y cognitivas. Entre una imagen y otra, distan aproximadamente 30 años, pero la diferencia es mínima. No hay cambios en la vestimenta y el entorno es prácticamente el mismo. Un buen ejemplo de la constante vitalidad.