Madre mía, a quien llegué casi sin que lo esperaras ya, bendigo que lo seas y como aquella oración que me enseñaste alguna vez, quisiera ser tu ángel de la guarda, tu dulce compañía... para no desampararte ni de noche ni de día... cómo sé que no puedo hacerlo agradezco a todos los ángeles que cuidan tu vida.