Eduardo tiene actualmente 83 años. Desde que se jubiló, su actividad diaria incluye un paseo matinal de una hora de duración por las calles del barrio antiguo de su ciudad natal, Valencia. Cuando alguien le pregunta, siempre afirma que es ese ejercicio de caminar a diario lo que le hace disfrutar de su vejez al mismo tiempo que su alma disfruta del patrimonio cultural del barrio donde reside.