Un cambio de relato sobre la edad y el envejecimiento es posible

Manos arrugadas, paisajes de otoño, soledad, andares encorvados… Son fotos habituales en los medios de comunicación cuando se habla de personas mayores, de vejez, de jubilación, de edad avanzada. En los titulares el tono no cambia demasiado: “tsunami plateado”, “bomba demográfica”, “crisis de las pensiones”, “población envejecida”, “soledad no deseada”… Palabras e imágenes conforman un retrato negativo y poco esperanzador sobre lo que es cumplir años y sobre lo que los seniors aportan a la sociedad. Se relacionan a menudo con fragilidad, dependencia, pasividad, gasto sanitario, insostenibilidad de las pensiones, baja productividad, tristeza, y raramente con sabiduría, talento, actividad o mentoría. Se habla de las personas de más edad desde la distancia, desde una otredad que los considera lejanos, olvidados.
Lo abordábamos hace unos días en el taller para medios de comunicación en el marco de las jornadas Ageing is Living, organizadas por el Nagusi Intelligence Center de la Diputación de Bizkaia junto con la oficina europea de la Organización Mundial de la Salud. Repasábamos allí algunas malas praxis de los medios que dan pie al edadismo y a un relato poco inclusivo. Entre esas prácticas a corregir, además de esas imágenes y expresiones citadas, se denunciaba también el uso de expresiones como “nuestros” mayores”, que aportan un tono paternalista al discurso, o la etiqueta de “abuelos”, que se usa de forma general aunque las personas protagonistas no hayan tenido hijos ni nietos. Los medios —me incluyo en la autocrítica, aunque intente aprender de todo ello y cambiar las dinámicas—, homogeneizamos a las personas de esta franja etaria, cuando sabemos que un grupo social es más heterogéneo cuanto más edad tiene: cuanto más años cumplimos, más vivencias individuales acumulamos en nuestra andanza vital, y más diferentes, por lo tanto, somos entre nosotros.
Ante todo ello la socióloga Elena del Barrio, en un informe del 2022 del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales), proponía incluir explícitamente la discriminación por edad en los códigos deontológicos del periodismo y “abstenerse de aludir de modo despectivo o prejuicioso” a alguien por ser mayor.
Pero no se trata solo de un problema de representación negativa o estereotipada, sino también de falta de presencia. Solo el 11% de los personajes que aparecen en los anuncios de televisión en España supera los 50 años, el 3% son mayores de 65 años y en el caso de las personas de más de 75 años, no llega al 1%. Son datos del estudio Representación de los mayores de 50 años en la publicidad española, llevado a cabo por la agencia Sra. Rushmore. En el ámbito cinematográfico, un estudio sobre la representación de la vejez en el cine español analizó 30 películas estrenadas en 2018 y 2019: según las conclusiones, los mayores de 65 están infrarrepresentados y estos personajes suelen tener papeles secundarios, sin fuerza narrativa.
Ante este panorama, surgen iniciativas, voces y proyectos que intentan cambiar el relato sobre la edad y el envejecimiento. Este lunes, 24 de marzo, y hasta el próximo viernes 28, se puede disfrutar en Bilbao de la tercera edición del Silver Film Festival, un festival de cine dirigido a las temáticas de “la segunda mitad de la vida”, como apunta su directora Marian Gerrikabeitia, quien sostiene que “nadie somos solo una edad”. Gerrikabeitia y el festival apuestan por ofrecer una selección de películas que muestre una pluralidad de temas y protagonistas, de todas las edades. En este mismo sentido trabajan en La Gran Pantalla, el Festival de Cine de las Personas Mayores de Barcelona que se celebra en verano.
Hace unos días leía una novela gráfica que me fascinaba y que acaba de publicar Reservoir Books. Se titula Hotel Abuel, y sus protagonistas son seis personas mayores que conviven en una especie de residencia; comen kebab, hacen streams en sus redes sociales o disfrutan de su sexualidad, como cualquier joven de 20 años. Unas viñetas maravillosas que rompen estereotipos y derriban barreras generacionales y que hay que agradecer a Marta Altieri, directora de arte y diseñadora, autora de varios cómics que ahora ofrece esta pequeña joya.
En este mismo sentido de abrir la mirada, en la sección Longevity de La Vanguardia que coordino intentamos, desde hace un año, diversificar tanto como podemos las temáticas para tratar de todo aquello que preocupa a los seniors: el envejecimiento saludable, la jubilación activa, el divorcio tardío, las nuevas relaciones afectivas en la madurez, la sexualidad positiva a cualquier edad, la pluralidad de maneras en las que se puede ejercer el rol de abuelos… Intentamos tratar todos estos temas con pluralidad de voces y enfoques, y también con imágenes positivas, empoderadoras, con colores vistosos y alegres (lejos de los grises y los marrones, tan presentes cuando se habla de mayores). Además, intentamos recoger los testimonios de los protagonistas a través de un correo electrónico de participación sobre historias de cambios vitales más allá de los 60 años.
Creo que para cambiar la narrativa de la edad y el envejecimiento, en definitiva, necesitamos trabajar —desde los medios, el cine, la publicidad y la cultura— hacia varias direcciones. En primer lugar, diversificar las representaciones de las personas mayores, en variedad de roles y contextos. En segundo lugar, incluirlas en la creación de contenido, fomentando su participación. También apostando por la formación de los periodistas y otros profesionales (del cine, por ejemplo) que necesitamos ayuda para concienciarnos sobre este tema y evolucionar en la mirada. En cuarto lugar, analizando a través de estudios y campañas la representación de las personas mayores en los medios y el cine, que sirvan para incentivar políticas y prácticas que promuevan una representación más positiva de la edad y el envejecimiento, y en definitiva, más igualitaria.