La mayor longevidad obliga a planificar el bienestar en la vejez.
España es el país de la UE con mayor esperanza de vida, con una media de 83,3 años, seguido muy de cerca por Suecia, Luxemburgo e Italia. La entrada en escena de los baby boomers lleva a nuestro país a una situación próxima al sobreenvejecimiento: 2 de cada 10 ciudadanos tienen más de 65 años. Pero esa edad ha dejado de marcar el inicio de la tercera edad.
Diálogos en La Vanguardia, en colaboración con Mapfre, reunió a un grupo de expertos para debatir sobre los desafíos y las soluciones en la salud de este creciente grupo de población. En la mesa redonda participaron Marco Inzitari, profesor agregado de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y director d’Atenció Integrada i Recerca del Parc Sanitari Pere Virgili; Vânia de la Fuente-Núñez, consultora internacional en envejecimiento saludable y edadismo y coautora principal del primer informe mundial de Naciones Unidas sobre edadismo; Josep Serrano, director gerente de la Fundació per a l’Atenció a Persones Dependents; y Joaquín de los Reyes, director del programa Generación Senior de Mapfre.
El primer reto es definir qué caracteriza a este grupo poblacional en la medida en la que, como subrayó Inzitari, “la edad cronológica ha dejado de tener sentido”. La tendencia es a poner en el mismo saco a un grupo creciente y muy heterogéneo de personas, con diversidad en las condiciones físicas, cognitivas, sociales o económicas.
En opinión del profesor de la UOC, hay otros parámetros que definen mejor el envejecimiento y, en concreto, se refirió a la “capacidad intrínseca”, término empleado por la ONU, entendida como la suma de las reservas físicas y mentales con las que uno se enfrenta al envejecimiento. En términos similares se pronunció De la Fuente-Núñez, que dirigió la campaña mundial contra el edadismo de la OMS. A su juicio, lo que caracteriza a la población mayor es justamente la diversidad. “El envejecimiento se marca socialmente cuando la persona se jubila. Son cortes arbitrarios, que acabamos utilizando para imponer una forma de vivir la vida que ya no se adecúa a la realidad por la gran longevidad que tenemos”, resaltó.
"Le hemos ganado 25 años a la vida. Hay que dar soluciones a las generaciones que ya disfrutan de esta mayor longevidad”
La mayor longevidad es un hecho. “En cinco décadas hemos ganado 25 años a la vida”, resumió De los Reyes. En este sentido, Inzitari explicó que ya hay instituciones mundiales que hablan de que, en la era de la longevidad, llegar a cumplir 100 años será la norma habitual. El directivo de Mapfre opinó que esta realidad, que los sociólogos podían prever por el efecto de los baby boomers, ha cogido a las administraciones públicas, a las empresas y a los individuos con deberes aún por hacer. “Ahora toca correr para poder proveer a las generaciones que ya gozan de esta mayor longevidad de los instrumentos, productos y servicios que les permitan tener una vida más saludable”, dijo De los Reyes. Una salud, argumentó, no solo física, sino también emocional, social y financiera para poder vivir más y mejor.
Y es en ese contexto que la aseguradora lanzó a finales de 2020 el Programa Generación Senior, dentro del cual ya ha desarrollado los dos primeros productos dirigidos específicamente al colectivo de mayores de 55 años. Uno es el seguro de accidentes senior, en el que se acompaña al asegurado con 200 horas para lo que pueda necesitar tras, por ejemplo, una caída o una quemadura; y otro es un seguro de dependencia, una renta vitalicia que complementa las ayudas públicas que se puedan llegar a recibir.
"La edad cronológica ha dejado de tener sentido. Hay que empoderar a las personas mayores para que adopten un rol más activo”
¿Y qué preocupa a la persona a medida que se va acercando a ese envejecimiento social que marca la jubilación? Inquietud ante el cambio, temor a la soledad y, ante un mundo cada vez más sofisticado, rodearse de cosas sencillas, resumió De los Reyes, no sin añadir que seguir gozando de autonomía para decidir es otro de los desvelos del colectivo. Las personas mayores, explicó De la Fuente-Núñez, definen el bienestar en la vejez a partir de poder hacer cinco cosas diferentes: satisfacer sus necesidades básicas, poderse mover de un sitio a otro, seguir relacionándose, poder contribuir y seguir aprendiendo.
El miedo al cambio existe y tiene que ver, según la experta en edadismo, con la incapacidad que, como sociedad y por el estigma asociado a la vejez, tenemos para proyectarnos en ese momento de la vida. Por ello, abogó por pensar en la vejez desde la infancia porque, adujo, si no somos capaces de imaginar qué queremos hacer o ser en las diferentes etapas de la vida, difícilmente podremos configurar un plan vital que nos permita llegar a hacerlas realidad. “Y en la vejez, ese plan vital puede ser tan fascinante como en otras etapas”, aseguró. Es verdad, reconoció, que no podremos elegir en qué condiciones físicas o mentales vamos a llegar a esta etapa, pero si permitirá planificar los ahorros en la medida de lo posible y reivindicar el tipo de vejez que queremos. “La generación baby boomer ha reivindicado muchos derechos y tengo la esperanza de que ahora lo haga reivindicando qué vejez quiere”, apostilló.
“La generación baby boomer ha reivindicado muchos derechos. Confío en que ahora reivindique el tipo de vejez que quiere”
Para Josep Serrano, lo habitual es que las personas empiecen a pensar en ese momento de la vida cuando tienen que hacerse cargo de mayores. “Es entonces cuando nos transformamos, empatizamos y pensamos en cómo saldremos adelante cuando nos encontremos en esta situación”, afirmó. Y también son estas familias ahora cuidadoras las que están “elevando el nivel” de la atención. “Nos dicen cómo querrán ser cuidados y será de una forma diferente a la actual”, agregó. En este sentido, apuntó que los mayores ahora atendidos son mayoritariamente hijos de la guerra y la posguerra que, debido a esta circunstancia histórica, están habituadas a conformarse con muchas situaciones sobrevenidas, son resilientes y, además, han conseguido tener un colchón a base de esfuerzo y de privarse de muchas cosas. El 90% de las personas que actualmente reciben cuidados son propietarios. Para las nuevas generaciones la situación, señaló, se presume diferente, también por el cambio de modelo de familias. “¿Quién nos va a cuidar?”, se preguntó Serrano, para afirmar acto seguido que la persona deberá tender al autocuidado y a vivir en comunidad con nuevas fórmulas que están empezando a aparecer, como el coliving o el cohousing, “Ya veremos hasta dónde progresan en nuestra cultura mediterránea”, declaró.
Ese espejo que son los mayores que necesitan ser cuidados nos sirve para estar más atentos a todos los servicios y productos que hay en el mercado, ya sean soluciones privadas o públicas, y nos empuja a hacer un ejercicio de sinceridad respecto a si estamos preparados para vivir esas edades y de forma tan larga”, reflexionó el directivo de Mapfre, quien en este punto, y tras reivindicar “una cultura de previsión y de ahorro”, hizo referencia a la hipoteca inversa que la entidad ofrece en joint venture con Banco Santander para complementar la pensión con el fin de sufragar situaciones sobrevenidas, o simplemente para mejorar el poder adquisitivo.
"El reto es mayúsculo y los recursos, finitos. Donde no llega la administración, llegan la sociedad civil y la iniciativa privada”
La era de la mayor longevidad obligará a replantear muchos paradigmas, como la actual edad de jubilación o el funcionamiento de los sistemas públicos para lograr la sostenibilidad del Estado de bienestar. “Si como ciudadanos esperamos que el sistema público nos provea de todo lo que necesitamos como agentes pasivos para hacer frente a nuestras necesidades de salud y aspiraciones vitales para envejecer, éste no va a llegar”, razonó. Su receta pasa por una mayor integración de los recursos que existen, ahora muy fragmentados, y por “empoderar a las personas mayores para que adopten un rol más activo” en la cultura del envejecimiento saludable que, por otra parte, “no se está promoviendo de forma suficiente”.
Pero el sistema público no llega a todo ni a todos porque, como afirmó Serrano, “el reto es mayúsculo y los recursos, finitos”. “Donde no llega la administración, llegan la sociedad civil y la iniciativa privada”, apuntó. “El Estado tiene su papel, que no es sustituible, pero también es imprescindible el papel de las empresas llenando huecos con sus propuestas de valor”, apostilló de los Reyes.
Inzitari también apostó por implicar a las personas, mayores y no tan mayores, en el codiseño de los programas para el envejecimiento que se gesten desde el sistema público, porque así “serán más reales, sostenibles e implementables”. En este punto puso como ejemplo el Barcelona Aging and Longevity Lab (Ball), un living lab centrado en aportar soluciones innovadoras para los mayores impulsado por instituciones públicas de investigación en alianza con pequeñas y medianas empresas locales. Inzitari es uno de los ideólogos y promotores del proyecto.
Esta colaboración, a juicio de De los Reyes, es fundamental “para enriquecer las propuestas de valor y que no sean endogámicas”. “En Mapfre no ideamos la concepción de un nuevo producto o servicio si no es trabajando por y con y de la mano de”, resumió. Y puso como ejemplo el Espacio Senior, un canal de comunicación y la puerta a un sinfín de servicios para este colectivo. El envejecimiento saludable y la prevención son dos pilares de la salud en la era de la longevidad. En cuanto al primero, Serrano afirmó que no solo aporta beneficios a la persona, sino que “cuanto más se progrese en tasas de envejecimiento saludable, menores serán las necesidades cuando se llegue al sobreenvejecimiento, porque pueden desaparecer factores de riesgo vinculados a la salud”, de forma que acaba siendo un beneficio para la sociedad. En este sentido, declaró que en Catalunya se está viviendo un cambio radical y se está imponiendo la “prescripción social”. “El médico a veces ya no receta una pastilla, sino que se vaya a bailar”, manifestó
España es el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida, con una media de 83,3 años.
En cuanto a la prevención, De la Fuente-Núñez reclamó un nuevo enfoque, porque no se trata solo de prevenir enfermedades, sino de prevenir deterioros funcionales. O, como añadió Inzitari, de corregir déficits que contribuyen a muchas patologías o al aislamiento social. Está demostrado, explicó, que el déficit auditivo, que se puede subsanar fácilmente con unos audífonos, es una causa modificable del 9% de las demencias.