Empatía frente al envejecimiento y las limitaciones físicas: el TrajeMax
¿Alguna vez ha estado haciendo cola en el supermercado detrás de una persona mayor, que tardaba horrores en pagar y guardar la compra, y ha sentido el impulso irrefrenable de ayudarle para que fuese más rápida? ¿O se ha visto en la situación de aguardar para subir al autobús mientras alguien con discapacidad escalaba lentamente los peldaños del acceso principal, y ha pensado en ofrecerle su brazo para que alcanzase su meta cuanto antes? Quizá imaginó que salir en su socorro constituiría una acción loable y digna del aplauso de quienes sufrían su mismo calvario a la espera. Habría sido un héroe, pero un héroe sin ninguna empatía por los que creía que debía rescatar.
Stephan Biel es un experto en esto de la empatía. Enfermero de profesión —con especialidad en gerontología—, asesor y formador en innovación gerontológica social desde una perspectiva humanista basada en la ACP y la ADP, este francfortés asentado en Barcelona lleva más de treinta años enseñando a empresas, universidades, administraciones, hospitales y residencias cómo ser más empáticos con las personas que viven con limitaciones físicas desde su marca personal Biel Consulting. Para Stephan, la empatía es una habilidad social compleja que nos permite percibir, compartir y comprender lo que otros sienten. Entrenarla significa esforzarse por llegar a ser capaz de ponerse en el lugar de los demás, comprendiendo que no existe lo normal, sino solo la diversidad en todo su esplendor.
Hace mucho que Biel entendió que la empatía era la clave para cambiar nuestra percepción del envejecimiento y el actual modelo geroasistencial. Por eso, desde su consultoría gerontológica, ofrece cursos para trabajarla en el trato con adultos mayores y con personas con distintos grados de discapacidad a través de la concienciación y, lo que es más importante, la experimentación. ¿Qué mejor manera de aprehender lo que significa enfrentarse al mundo con limitaciones propias de la edad o de la discapacidad que poniéndonos en la piel de quienes las padecen? Stephan lo consigue no solo transmitiendo su sabiduría, sino también enfundándonos en el TrajeMax.
El traje modular de simulación de envejecimiento MAX (Modulärer Alterssimulationsanzug Xtra MAX), presentado en España por primera vez en la feria OrtoProcare de 2010, de la mano de la compañía automovilística Volkswagen, es una indumentaria que limita la funcionalidad corporal a través de diez módulos ajustables que imitan distintos niveles de deterioro físico. Los elementos que lo componen son los siguientes:
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Gafas que disminuyen la agudeza y el campo visual y cambian la percepción de los colores.
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Protectores de oído que reducen la capacidad auditiva.
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Collarín que restringe el movimiento de las vértebras cervicales.
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Coderas que limitan la fuerza y la movilidad del codo.
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Chaleco y cinturón que condicionan la flexibilidad de los hombros y la fuerza muscular del tronco.
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Manguitos que menguan la fuerza y el movimiento de las muñecas.
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Guantes que atenúan la sensibilidad en los dedos.
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Pantalones que aminoran la flexibilidad de las caderas y las rodillas.
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Rodilleras que condicionan la fuerza y la movilidad de las rodillas.
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Botas que aumentan la rigidez del tobillo y causan inestabilidad.
Aunque no es el único traje de simulación de envejecimiento conocido, es el más completo hasta la fecha por esos módulos ajustables capaces de representar hasta tres grados de desmejora diferentes para cada una de estas áreas del cuerpo. En el nivel más bajo, el verde, las limitaciones son de un 20%. Son las propias de las personas que están en la franja de entre los 50 a los 60 años —en términos probabilísticos, porque la edad no es en ningún caso determinante por sí sola— o que se han visto levemente incapacitadas por accidentes o enfermedades. El nivel amarillo corresponde al 40% de limitación, frecuente de los 61 a los 70 o en casos de discapacidad más severos. Por último, el rojo hace justicia a las personas de entre 71 y 80 años o con limitaciones graves de hasta un 60%. Real como la vida misma, el TrajeMax nos permite sentir lo que siente, por ejemplo, una persona de 75 años con problemas de rodilla y cataratas, pero con fuerza y flexibilidad aceptables en el tren superior. Además, distingue entre sexos, porque las limitaciones físicas a las que se enfrentan hombres y mujeres no son las mismas.
En su origen, este traje se diseñó para mejorar las condiciones ergonómicas laborales de los empleados mayores de Volkswagen. La compañía, consciente del cambio demográfico que va a llevarnos a todos a posponer la edad de jubilación, quiso ponerse en el lugar de sus trabajadores para estar en condiciones de adaptar sus puestos a sus necesidades. Sabía que, con este gesto, tendría empleados más contentos, que la productividad se vería aumentada y que se reducirían las bajas laborales. Así las cosas, encargó a la Unidad de Ciencias del Trabajo y Gestión de la Innovación de la Universidad Técnica de Chemnitz que reuniese a un equipo de expertos en medicina, gerontología, ciencias del deporte y psicología para desarrollar el simulador de envejecimiento definitivo.
El MAX demuestra ser muy valioso no solo en el entorno laboral. Su uso también genera conocimiento sobre los pormenores del proceso de envejecimiento y de lo que implica tener limitaciones físicas, facilitando la creación de nuevas ideas para promover una vida más saludable, activa y autónoma. Más de doscientos estudios científicos evidencian su eficacia (véase, por ejemplo, el de Rueffert y Bullinger, de 2019) para testar hasta qué punto nuestros entornos, productos y servicios están adaptados y son lo suficientemente amigables con quienes están más limitados físicamente. Desde las ciudades y sus edificios, pasando por los baños públicos, los supermercados, los medios de transporte, hasta el diseño de dispositivos tecnológicos, el TrajeMax ayuda a empresarios, investigadores, administradores, diseñadores y proveedores de servicios a sentir lo que sienten muchas —y muy diferentes— personas con distintas capacidades físicas.
Biel asumió que el traje podía convertirse en una herramienta esencial a la hora de concienciar a las personas sobre qué significa envejecer con distintos grados de deterioro físico y mejorar así la empatía. Cinco años después de la puesta de largo del MAX en España, Stephan consiguió hacerse con la única licencia para usarlo como parte de su formación experimental. Desde entonces, ha hecho posible que más de 2300 profesionales dentro del sector geroasistencial, hospitalario, universitario, administrativo y productivo, a nivel nacional, se sientan limitados por un rato y experimenten la realidad como aquellos a quienes apoyan en el día a día y para los que lanzan sus productos y servicios, ayudándoles a orientar su desempeño profesional hacia una práctica más sensibilizada.
El simulador nos transforma al instante en sujetos con limitaciones físicas. Pero ¿qué significa exactamente esto? Cada caso es único, por supuesto. Sin embargo, en términos generales, el TrajeMax nos hace sentir que nuestra movilidad y nuestra fuerza disminuyen, que somos menos flexibles, que estamos cansados y que el cuerpo nos pesa un quintal, que nos cuesta ver y escuchar lo que sucede en nuestro contexto y que el suelo sobre el que pisamos es inestable e inseguro. Pero la cosa no termina ahí. Todas estas sensaciones físicas vienen aparejadas de un correlato psíquico que se traduce en la experiencia del miedo y la indefensión, de la desorientación y la ansiedad, de la soledad y el descontrol, del empequeñecimiento de uno mismo y la ausencia de autonomía.
No tiene desperdicio repasar los testimonios de algunos de los que lo han probado. David Cabrero, director de la Residencia San Jerónimo de Estella, dijo que, llevando el traje puesto, le costaba mucho levantarse y se sentía inseguro. Mertxe Aguilar, de la Residencia Ítaca, en Barcelona, afirmó que se había encontrado lenta y frustrada. Desde la Residencia Joviar, en Lérida, los trabajadores manifestaron haberse visto impotentes, aislados y abandonados. Lluví Farré, investigador sobre el envejecimiento de la Universitat Oberta de Catalunya, confirmó que el traje le obligó a tener que hacer un sobre esfuerzo para relacionarse con el entorno. Por su parte, Sylvia Hoppe e Iris Luchs, consultoras de enfermería en Knappschaft, admitieron que subir las escaleras, agacharse a recoger un objeto o conducir suponían un verdadero martirio.
En la mencionada feria, el propio Stephan se puso el traje durante 5 horas seguidas. En una entrevista para los lectores del CENIE, nos cuenta que lo primero que le llamó la atención al probar el MAX fue que su postura corporal había cambiado por completo. Estaba inclinado hacia adelante, encorvado, como vemos a las personas mayores en muchas ocasiones. Sus movimientos eran lentos y caminaba muy despacio. “Tenía que agachar la cabeza y dirigir la mirada hacia el suelo todo el tiempo porque no veía bien. Además, me costaba enterarme de lo que los demás hablaban a mi alrededor”, explica Biel. Lo más impactante fue descubrir que uno puede conocer muy bien la teoría sobre las limitaciones físicas, pero no es hasta que las vivimos en nuestras carnes que estamos en disposición de saber lo que sienten los demás. “Me di cuenta de que cuando una persona con limitaciones dice que no puede hacer algo, es porque no puede hacerlo, por más que queramos forzar la máquina”.
Yo tuve la suerte de acompañarle en una de sus formaciones en una residencia de Madrid hace un par de meses. Aunque no pude vivir la experiencia en su plenitud, sí utilicé algunos de los módulos y puedo confirmar todo lo anterior. Concretamente, probé las gafas de reducción de la agudeza y el campo visual, los protectores de oído para simular la pérdida auditiva y los guantes de insensibilización de las falanges. Solo con eso, me hice una idea, como nunca hubiese imaginado, de la dificultad que llega a entrañar el realizar determinadas actividades tan cotidianas como comer, vestirse o participar en una conversación grupal cuando uno vive con limitaciones físicas.
Lo mejor del TrajeMax es que, como bien apuntó Daniel López —otro investigador de la UOC—, aunque este “no sustituye la experiencia del mayor [o de las personas con limitaciones], habilita un espacio de dialogo entre [aquellas] y quienes les rodean”. Es un punto de partida para empezar a pensar en cómo podemos apoyarles e integrarles en la sociedad sin privarles de su autonomía o hacérselo pasar mal. Todos los que se han metido en el simulador coinciden en que, tras recibir este baño de realidad, han visto claro que es necesario hacer un esfuerzo por cambiar tanto nuestras prácticas como la forma en la que diseñamos y creamos espacios, servicios y productos que aspiran a ser inclusivos y respetuosos con las diferencias individuales.
Desde La Alternativa Edén, a este instante de claridad que se alcanza después de entrenar la empatía a través de la experimentación lo llamamos momento eureka. Los participantes de las formaciones de Biel con el TrajeMax han pasado por muchas revelaciones. Algunos cuentan que, de repente, han entendido que somos nosotros quienes nos tenemos que adaptar a los ritmos de las personas con limitación física, nunca al revés: “Cuando hacemos las cosas rápidas para terminar pronto, les hacemos sentir impotentes, inútiles y dependientes”; “Darles la comida a toda pastilla o trasladarles en silla de ruedas de una estancia a otra a gran velocidad les causa miedo y desorientación”; “Cambiarles en la grúa, con afán de culminar la tarea cuanto antes, les provoca dolor y frustración”; “Hablarles desde ciertos ángulos a los que no tienen acceso visual les hace sentir incómodos y aislados”; “Girarles bruscamente en la cama les marea”; “Si les achuchamos para que terminen de vestirse en menos de cinco minutos, les agobiamos y desempoderamos”. ¡Cuántas veces exigimos a los demás más de lo que pueden dar sin siquiera ser conscientes!
La experimentación que ofrece Stephan es una lección de empatía y humanización que nos enseña que debemos ser más pacientes, comprensivos y sensibles para adaptarnos a las diferentes situaciones en las que se encuentran las personas; que tenemos que hablar más con aquellos a los que pretendemos apoyar y, sobre todo, darles más información y transmitirles más seguridad; que hay que preguntarles siempre, conocerles e interesarse por sus preferencias y sus biografías; que tenemos que valorar el esfuerzo que hacen diariamente quienes viven con limitaciones por seguir manteniéndose activos y autónomos; que hemos de repensar la arquitectura y los entornos en los que vivimos para evaluar si son lo suficientemente amigables, y, también, que es imprescindible trabajar en grupo y formarse de manera continua para mejorar poco a poco. ¡A todo esto contribuye el TrajeMax!
Todos creemos ser lo suficientemente empáticos, hasta que probamos el simulador de envejecimiento MAX. Entonces caemos en la cuenta de que podemos hacer mucho más, que todavía es preciso seguir reflexionando acerca de nuestra forma de actuar y sobre nuestro trato con los que se salen de la norma. Pero el TrajeMax sirve asimismo para comprender mejor lo que supondrá para cada uno de nosotros el hecho de vivir con limitaciones en el futuro. ¡Los que ahora somos jóvenes también querremos mantenernos activos y autónomos, a medida que el tiempo y los devenires de la vida cusen estragos en nuestros organismos, y desearemos que los demás nos comprendan!
Stephan Biel califica el proceso de mejora de nuestra empatía a través del uso del TrajeMax como un viaje al futuro. Considero que esta es una travesía en la que tendríamos embarcarnos todos cuanto antes. A un riesgo de resultar extremista, creo que todos deberíamos probar este simulador, desde los jóvenes en los centros de enseñanza hasta los adultos en la cumbre de su autonomía e independencia, si realmente queremos llegar a ser más empáticos. La experiencia está a nuestro alcance por medio de los siguientes recursos:
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A través del curso “Formación experimental. Mejorar la empatía y la sensibilización en la atención a las personas con el Traje Modular de Simulación de Envejecimiento y Empatía TrajeMax”, en su modalidad avanzada (8 horas para un máximo de 16 personas) o reducida (4 horas para grupos de no más de 9 personas).
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Mediante el alquiler del TrajeMax para diseños, conferencias y eventos vinculados con el cambio demográfico, el envejecimiento y la mejora de la calidad de vida de las personas con limitación física.
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Contactando a Biel por teléfono o a través del correo para pedir presupuesto específico en otros entornos como el doméstico, el educativo, el administrativo o el deportivo, por mencionar algunas posibilidades.
El TrajeMax no se está a la venta, así que cualquier institución o particular que desee emprender este viaje hacia el futuro, tendrá que ponerse en manos del experto en empatía para conducirse en su aventura con éxito. Mientras nos lo pensamos, extiendo aquí una invitación a ver algunos de sus webinarios y BC Expresos sobre la ACP y la ADP, el cambio demográfico, el lenguaje edadista o la demencia, entre otros temas de interés, para ir abriendo boca. ¡Estamos a un traje de conseguir ser más empáticos!