Encuentran la clave de la longevidad de las especies
Un perro vive más que un ratón, pero menos que un humano. ¿Cuál es la clave biológica que determina la longevidad de los animales? Según esta nueva investigación española que puede ayudar en la lucha contra el cáncer y el envejecimiento, la velocidad de acortamiento de los telómeros es la clave de la longevidad de las especies
Ratones, cabras, delfines, gaviotas, renos, buitres, flamencos, elefantes, humanos... En el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han estudiado decenas de aves y mamíferos y han llegado a una interesante conclusión: existe una relación muy clara entre lo que vive cada especie y la velocidad a la que se acortan sus telómeros, unas estructuras que protegen los genes en los cromosomas y que ya se sabía que eran vitales en el envejecimiento. La relación se expresa con una ecuación matemática, una fórmula capaz de predecir con exactitud la longevidad de especie y revela que las especies cuyos telómeros se acortan más rápido viven menos.
“El ritmo de acortamiento de los telómeros es un potente predictor de la duración de la vida de las especies”, han explicado los científicos, con María Blasco a la cabeza del grupo de investigación, en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) donde se ha publicado el estudio.
La relación se ajusta a un tipo determinado de curva matemática -conocida como una curva potencial- que también se da en otros procesos como el crecimiento poblacional, el tamaño de las ciudades, la extinción de especies, la masa corporal y los ingresos individuales, entre otros.
Para María Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y directora del trabajo, el que haya una relación tan clara entre velocidad de acortamiento de los telómeros y longevidad apunta a que “hemos hallado un patrón universal, un fenómeno de la biología que explica la duración de la vida de las especies, y que merece más investigación”.
Predecir la longevidad de los animales
En el caso de la relación entre acortamiento telomérico y longevidad de especies, la curva encaja muy bien con los datos. De hecho, “la ecuación puede usarse para predecir la longevidad de las especies partiendo únicamente del ritmo de acortamiento de los telómeros”, apuntan los autores. De hecho, según los científicos, el ajuste es mejor cuando se usa la longevidad media de la especie -79 años, en el caso de los humanos-, en vez de la máxima -los 122 años documentados que vivió la francesa Jeanne Calment-.
Hace tiempo que se sabe que los telómeros tienen mucho que ver en el envejecimiento del organismo. Los telómeros integran los extremos de los cromosomas dentro del núcleo de la célula; su función es proteger los genes. Sin embargo, cada vez que las células se multiplican para reparar daños sus telómeros se hacen un poco más cortos. A lo largo de la vida puede ocurrir que los telómeros se acorten demasiado, y no se puedan regenerar más. Cuando eso sucede la célula deja de funcionar normalmente.
Hasta ahora no se había encontrado relación entre los telómeros de cada especie y su longevidad. Hay especies con telómeros muy largos que viven poco, y viceversa. Por eso los investigadores del CNIO decidieron comparar no la longitud absoluta de los telómeros sino su velocidad de acortamiento. Es el primer estudio a gran escala que compara este parámetro, muy variable entre especies: los telómeros humanos pierden de media unos 70 pares de bases -los ladrillos del material genético- al año, mientras que los de los ratones, unos 7000 pares de bases.
Según Kurt Whittemore, implicado en la investigación, este trabajo confirma que los telómeros tienen un papel importante en el envejecimiento: “Hay gente que lo duda, cuando advierte que por ejemplo los ratones viven dos años y tienen telómeros muy largos, mientras que los humanos vivimos mucho y tenemos telómeros cortos; pero nosotros demostramos que lo importante no es el tamaño inicial sino el ritmo de acortamiento, un parámetro que predice la longevidad de especie con un alto grado de precisión”.
El mejor predictor de la longevidad
Los investigadores midieron los telómeros en los glóbulos blancos de individuos de distintas edades, en cada especie. Se estudiaron, en concreto: nueve delfines de entre 8,6 y 50,1 años de edad; 15 cabras de entre 0,8 y 10,1 años; ocho renos de 1,4 a 10,5 años; 15 flamencos de entre 0,8 y 50,1 años; 6 buitres de entre 8,1 y 21,4 años; cuatro elefantes de Sumatra de entre 6,1 a 24,7 años; gaviotas -anilladas- de entre 0 y 24 años; y 7 ratones de entre 1,4 y 2,6 años. La edad de las gaviotas se determinó a partir de las anillas que se colocan cuando son pollos, y que permiten la identificación de los individuos a lo largo de su vida. En colaboración con el equipo veterinario del Zoo de Madrid y en algunas especies, como elefantes y delfines, a través de los entrenamientos médicos que permiten la colaboración de los animales de forma voluntaria en sus chequeos veterinarios, se tomaron muestras de sangre haciéndolo coincidir con sus analíticas rutinarias de seguimiento de su estado de salud.
Los resultados indicaron que la velocidad de acortamiento de los telómeros predice la longevidad de especies mucho mejor que otros parámetros considerados hasta ahora, como el peso corporal -en general las especies más pequeñas tienden a vivir menos tiempo- o el ritmo cardiaco.
Futuras investigaciones
El siguiente paso es estudiar especies muy longevas para su tamaño, como la rata topo desnuda o el murciélago. De todas maneras, como apuntan los científicos “estos resultados apoyan la idea de que el acortamiento crítico de los telómeros y la consiguiente aparición de daño en el ADN telomérico y de la senescencia celular es un factor determinante de la duración de la vida de las especies”.
Fuente: National Geographic