Introducción
Es fácil constatar que la tecnología, especialmente en las sociedades más desarrolladas tecnológicamente, está presente en muchas áreas de nuestras vidas. Basta pensar en los equipos que utilizamos a diario, como teléfonos móviles, mandos a distancia, alarmas de casa, microondas, ordenadores, entre otros. El desarrollo tecnológico ha sido muy rápido y sus aplicaciones de amplio espectro. Hoy en día, a través de un teléfono móvil, podemos gestionar el sistema de calefacción de la casa, hacer compras y tener citas en línea. Este espectacular desarrollo tecnológico, dirigido a la población en general, se denomina McCreadie (2010) como tecnología convencional (mainstream technology).
El desarrollo de la tecnología convencional ha ido acompañado del desarrollo de tecnología dirigida a las personas con necesidades especiales (incluidas las personas mayores), que McCreadie (2010) denomina "tecnología de necesidades especiales" (special needs technology). Esta tecnología se divide, a su vez, en "tecnología de apoyo" (assistive technology)1, robótica y teleasistencia (telecare) (McCreadie, 2010).
La tecnología de apoyo consiste en "products and services designed with the aim of promoting independence for older people and people with disabilities" (McCreadie, 2010: 608). Según Lansley y sus colaboradores (2004), esta tecnología se divide en tres tipos principales: a) portátil (por ejemplo, sillas de ruedas y andadores); b) fija (dispositivos instalados en alojamientos, como ascensores y rampas); c) electrónica (dispositivos que requieren energía eléctrica o energía almacenada en baterías, como alarmas y abrepuertas).
La robótica es "an electromechanical system under some form of computerized control that gives the illusion that it has some agency or intent of its own" (McCreadie, 2010: 608). La robótica se ha expandido en varios campos de actividad, desarrollando robots para cortar el césped, para aspirar la casa, para ayudar a la gente a salir y entrar en las bañeras o duchas, para proporcionar información y noticias, etc. (McCreadie, 2010).
Por último, la teleasistencia se refiere a "application of information and communication technology to promote and enable independent care in the community and home setting" (Emery et al., 2002: 29). Barlow y colaboradores (Barlow et al., 2003 en Barlow et al., 2005: 443) distinguen dos tipos de dispositivos de teleasistencia: a) los diseñados para el registro de información; b) y los diseñados para la gestión de riesgos. El primer tipo de dispositivo se utiliza, por ejemplo, en la asistencia sanitaria, donde la información sobre el estado de salud de una persona se envía a los profesionales de la salud, lo que permite la supervisión remota de su estado de salud. El segundo tipo de dispositivos tiene como objetivo central la gestión de riesgos, aunque el primer tipo de dispositivos también puede tener como objetivo la gestión de riesgos (Barlow et al, 2005).
Sixsmith y Sixsmith (2008) dan el ejemplo de las alarmas, en las que un individuo pulsa un botón o tira de una cuerda, activando así un aviso que será identificado y gestionado en un centro de llamadas. Esto es, según Sixsmith y Sixsmith (2008), un ejemplo de la primera generación de dispositivos de teleasistencia. Sin embargo, según estos autores, fue desarrollada una segunda generación de estos dispositivos con el objetivo de ser útil también para los individuos que no pueden activar la alarma por razones físicas o cognitivas. Estos dispositivos tienen el propósito de capturar patrones de actividad "anormales", tales como sensores que detectan la inmovilidad del cuerpo durante un largo período de tiempo o sensores que detectan movimientos repentinos o cambios en la posición del cuerpo, que pueden indicar una caída (Sixsmith y Sixsmith, 2008).
La expansión de la oferta de tecnología para necesidades especiales, particularmente para las personas mayores, es el resultado de una oportunidad de mercado creada por el desajuste entre las políticas de "envejecer en el lugar" (ageing in place), que tienen como objetivo mantener a las personas mayores en sus comunidades/hogar el mayor tiempo posible, y el apoyo que realmente existe para permitir que se logre este objetivo.
Las políticas de "envejecer en el lugar" se consideran más ventajosas desde el punto de vista económico que las políticas que se centran en el cuidado institucional (Mostashari, 2011), y están en línea con las preferencias y aspiraciones de la mayoría de las personas mayores, que prefieren seguir viviendo en sus propios hogares (Bettio y Verashchagina, 2010; DeJonge et al., 2009). Es cierto que se ha producido una desinstitucionalización de la asistencia sanitaria y de los cuidados de larga duración, especialmente los destinados a la población de edad avanzada y a las personas con enfermedades crónicas (Marin et al., 2009; Vassli y Farshchian, 2017), una desinstitucionalización que comenzó incluso antes de la formulación de políticas para "envejecer en el lugar". Sin embargo, también es cierto que el apoyo/servicios en la comunidad, tanto formales (por ejemplo, el apoyo proporcionado por los centros de salud, las llamadas instituciones del tercer sector o del sector social) como informales (por ejemplo, el apoyo proporcionado por la familia, los amigos y los vecinos) han estado bajo una fuerte presión.
Si, por una parte, la demanda de asistencia sanitaria y de cuidados de larga duración ha aumentado y seguirá aumentando debido al envejecimiento de la población y al aumento de la prevalencia de algunas discapacidades y enfermedades discapacitantes (Lafortune y Balestat, 2007; OCDE, 2011), por otra parte, esta asistencia ha tenido que hacer frente a fuertes limitaciones. Por lo que respecta a los cuidados formales, ha habido fuertes presiones presupuestarias, en particular en el ámbito de la salud y los cuidados de larga duración, y dificultades para contratar y retener a profesionales, especialmente en el sector de los cuidados de larga duración (Fujisawa y Colombo, 2009). En cuanto a los cuidados informales, las presiones no se han reducido, principalmente debido a varios cambios en las estructuras y dinámicas familiares. Entre estos cambios, se ha producido un aumento de la participación de de las mujeres en el mercado laboral (cuidadoras tradicionales), que en la mayoría de los países es a tiempo completo, lo que plantea problemas para conciliar el trabajo y el cuidado de la familia. A este respecto, se espera que en la mayoría de los países de la OCDE el número de cuidadores informales, en particular de hijos adultos, disminuya en el futuro (Colombo et al., 2011).
Frente a este desajuste, hay varios partidarios de la idea de que la solución implica centrarse en la tecnología de necesidades especiales (Khosravia y Ghapanchi, 2016; Pinto-Bruno et al., 2017; Vassli y Farshchian, 2017). Defienden que esta tecnología, además de contribuir al "envejecer en el lugar", también facilita la lucha contra el aislamiento social, promueve la calidad de vida de las personas mayores, reduce los costes de salud y de atención a largo plazo, y reduce las readmisiones en los hospitales y la duración de las estancias hospitalarias (Khosravia y Ghapanchi, 2016; Vassli y Farshchian, 2017).
De hecho, en las últimas décadas, se han desarrollado varias tecnologías de necesidades especiales para apoyar a las personas mayores (Azimi et al., 2016; Khosravia y Ghapanchi, 2016; Padilla, 2008), incluyendo el "Internet de las cosas" (internet of things). El "Internet de las cosas" se refiere a "(...) pervasive presence around us of a variety of things or objects – such as Radio-Frequency IDentification (RFID) tags, sensors, actuators, mobile phones, etc. – which, through unique addressing schemes, are able to interact with each other and cooperate with their neighbors to reach common goals" (Giusto et al., 2010, en Azimi et al., 2016: 2787). Azimi y sus colaboradores (2016) organizan las diversas aplicaciones y servicios basados en el "Internet de las cosas" en cinco categorías: a) monitorización de la salud (por ejemplo, vigilancia de la toma de medicamentos); b) monitorización nutricional (por ejemplo, vigilancia del peso); c) monitorización de la seguridad (por ejemplo, detección de caídas); d) localización y navegación (por ejemplo, localización en interiores y planificación de rutas); e) y redes sociales (por ejemplo, compras en línea).
En las páginas siguientes se ofrece un repaso de la literatura sobre el tema de las tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida. En primer lugar, se revisan las teorías y los modelos conceptuales utilizados en la investigación empírica. En segundo lugar, se revisan las pruebas empíricas disponibles. Finalmente, se sistematizan los principales aportes y limitaciones de la literatura revisada.
1. Investigación sobre el tema de las tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida: Teoría y modelos conceptuales
La revisión bibliográfica identificó las principales teorías y modelos conceptuales movilizados en la investigación empírica sobre el tema de las tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida, es decir: a) La Teoría Unificada de Aceptación y Uso de la Tecnología (The Unified Theory of Acceptance and Use of Technology - UTAUT); b) Un modelo teórico para explicar los comportamientos de adopción de tecnología inteligente de los consumidores mayores (A theoretical model to explain the smart technology adoption behaviors of elder consumers - Elderadopt); c) Modelo Teórico de Adopción y Uso de Tecnología Asistencial por Personas Mayores (Theoretical Model of Assistive Technology Adoption and Use by Older People); d) Un Nuevo Marco para Teorizar y Evaluar la No Adopción, el Abandono y los Desafíos para la Ampliación, la Difusión y la Sostenibilidad de las Tecnologías para la Salud y el Cuidado (A New Framework for Theorizing and Evaluating Nonadoption, Abandonment, and Challenges to the Scale-Up, Spread, and Sustainability of Health and Care Technologies - NASSS).
La Teoría Unificada de Aceptación y Uso de la Tecnología (Venkatesh et al., 2003), posteriormente ampliada y designada con el acrónimo UTAUT2 (Venkatesh et al., 2012), es una de las teorías más utilizadas y conocidas en el campo de la investigación sobre tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida (Tan & Chan, 2018). Esta teoría tiene como variable dependiente el uso efectivo de una determinada tecnología (use behavior) y como variable interveniente la intención de comportamiento (behavioral intention), es decir, la intención de usar una determinada tecnología.
Las variables independientes son las siguientes: a) expectativa de desempeño (performance expectancy); b) expectativa de esfuerzo (effort expectancy); c) influencia social (social influence); d) condiciones facilitadoras (facilitating conditions); e) motivación hedonista (hedonic motivation); f) valor del precio; g) hábito (Venkatesh et al., 2012).
Siguiendo Venkatesh y colaboradores (2012), el primer constructo (expectativa de desempeño) se refiere a la percepción de los beneficios que el uso de una tecnología traerá para el desempeño de ciertas actividades. El segundo constructo (expectativa de esfuerzo) tiene por objeto dar cuenta del nivel de esfuerzo requerido para el uso de una tecnología. Por otro lado, el tercer constructo (influencia social) se refiere a situaciones en las que otras personas (por ejemplo, familiares y amigos) influyen en el consumidor para que utilice una determinada tecnología. El cuarto constructo (condiciones propicias) incluye los recursos y apoyos disponibles para utilizar una determinada tecnología. El quinto constructo (motivación hedonista) consiste en el placer o la satisfacción potencial que se retira del uso de una tecnología. El sexto constructo (valor de precio) se define como la compensación entre los beneficios percibidos y el coste monetario del uso de una determinada tecnología. El valor del precio es positivo cuando los beneficios derivados del uso de una tecnología se perciben como superiores a los costes de uso. Finalmente, el último constructo (hábito) se refiere principalmente a los usos pasados de las tecnologías. Además, esta teoría también incluye tres variables moderadoras: a) edad; b) género; c) experiencia.
La Teoría Unificada de Aceptación y Uso de la Tecnología propone que el uso efectivo de una determinada tecnología depende de la intención conductual, las condiciones de facilitación y el hábito. A su vez, la intención conductual depende de la expectativa de desempeño, la expectativa de esfuerzo, la influencia social, las condiciones facilitadoras, la motivación hedonista, el valor del precio y el hábito. Finalmente, las relaciones entre las variables independientes y la variable interviniente (intención conductual) son moderadas por edad, género y experiencia. La experiencia también modera la relación entre la intención conductual y el uso efectivo de una tecnología.
A pesar de su popularidad, esta teoría ha sido objeto de varias críticas, incluyendo el hecho de que descuida los aspectos contextuales tanto de la naturaleza micro, meso y macro que pueden dar forma al uso de las tecnologías (Tan & Chan, 2018). Ejemplos de estos aspectos contextuales son el nivel de educación e ingresos, la red de apoyo familiar y los contextos políticos y económicos. Según Tan y Chan (2018), esto sugiere que los estudios sobre la aceptación y el uso de tecnologías deben incluir una perspectiva más estructural en el desarrollo de modelos conceptuales.
De acuerdo con las limitaciones de la Teoría Unificada de Aceptación y Uso de la Tecnología, Golant (2017) propone un modelo teórico para explicar la adopción de soluciones de apoyo (coping solutions), tecnológicas o no tecnológicas, por parte de las personas mayores, a las que denomina “Elderadopt”. Este modelo propone que la evaluación que realizan las personas mayores sobre las soluciones de apoyo dependa de cuatro factores: a) la percepción del estrés de las necesidades insatisfechas del individuo (perceived stressfulness of individual’s unmet needs), es decir, la gravedad de las necesidades no satisfechas, la inminencia temporal de las necesidades insatisfechas y la duración de las necesidades insatisfechas; b) la resiliencia individual, es decir, la autoeficacia percibida, la apertura a nuevas experiencias y la flexibilidad de adaptación; c) el nivel de persuasión de la información interna (resultante de experiencias pasadas) y externa (transmitida por los medios de comunicación, la familia, los profesionales, etc.).) sobre las diferentes soluciones de apoyo (persuasiveness of external and internal information); d) los atributos de las soluciones de apoyo, a saber, la eficacia percibida (perceived efficaciousness), la usabilidad percibida (perceived usability) y los daños colarterales percibidos (perceived collarteral damages). De acuerdo con este modelo, cuanto más positiva sea la evaluación de las soluciones de apoyo por parte de las personas mayores, mayores serán las probabilidades de que las adopten. Las decisiones de las personas mayores pueden ser las siguientes: a) adoptar una o más soluciones de apoyo tecnológico; b) adoptar una o más soluciones de apoyo no tecnológicas/tradicionales; c) adoptar soluciones de apoyo tecnológico y soluciones de apoyo no tecnológicas; d) no adoptar ninguna de las soluciones de apoyo (ver Figura 1).
Tan y Chan (2018) sostienen que UTAUT2 y Elderadopt se centran, sobre todo, en el "qué" (what), es decir, en los factores/variables que influyen en la adopción de tecnologías. Sin quitar valor a estas perspectivas teóricas, estos autores sostienen, sin embargo, que también es necesario analizar el "cómo" (how), es decir, los procesos o, en otras palabras, la forma en que los consumidores utilizan las tecnologías. En este sentido, Tan y Chan (2018) proponen la movilización de la Teoría de la Práctica del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1977), que busca superar el dualismo entre agencia y estructura.
En el campo de la salud y los cuidados de larga duración, Greenhalgh y sus colaboradores (2013) propusieron un Modelo Teórico de Adopción y Uso de la Tecnología Asistencial por las Personas Mayores (Theoretical Model of Assistive Technology Adoption and Use by Older People). Este modelo se basa en la siguiente noción introducida por Sayer: "lo que importa a las personas"(what matters to people) en el curso de su vida cotidiana, es decir, en términos de redes de relaciones, apoyo, aspectos materiales, etc. (Sayer, 2001 en Greenhalgh et al 2013: 88). Además de esta noción, Greenhalgh y colaboradores (2013) movilizan la fenomenología de Merleau-Ponty, en particular las nociones de “body schema” (capacidad de compromiso físico y psicológico con el mundo para hacer posible la acción) y “motor intentionality” (conciencia prerreflexiva de sí mismo y del entorno). Es esta capacidad y esta conciencia, en combinación con formas más reflexivas de intencionalidad, lo que permite la participación de las personas mayores, una vez enfermas o incapacitadas, en el mundo. En cuanto a la tecnología, Greenhalgh y sus colaboradores (2013) la conciben como mediadora de la relación entre el individuo y el mundo. Sin embargo, en opinión de estos autores, la tecnología puede ser “disabling” o “enabling”, así como “dis-empowering” o “empowering”.
Para resolver la crítica dirigida a la fenomenología que descuida el papel de las estructuras sociales en la acción individual, Greenhalgh y colaboradores (2013) también movilizan la Teoría de la Estructuración Fuerte (Strong Structuration Theory) desarrollada por el sociólogo Rob Stones, adaptada para incorporar la dimensión tecnológica (Greenhalgh & Stones, 2010). En el marco de esta adaptación, Greenhalgh y Stones (2010) destacan uno de los aspectos centrales de la Teoría de la Estructuración Fuerte, a saber, la relación recursiva entre estructura y acción, en el sentido de que la estructura no es sólo una condición de acción sino también un resultado de la acción. Además, distinguen las estructuras externas de las internas. Las estructuras externas incluyen las fuerzas históricas y sociales, que son de naturaleza macro, y las redes de prácticas de posición (redes de posiciones ocupadas por individuos y tecnologías, y relaciones entre posiciones), que son de naturaleza meso 2. A su vez, las estructuras internas son aquellas que "habitan" a los individuos y las tecnologías. Las estructuras internas de los individuos incluyen las disposiciones generales (mentales y corporales) y el conocimiento incrustado, que corresponde a la noción de "habitus" desarrollada por el sociólogo Pierre Bourdieu. El conocimiento específico de la coyuntura se refiere al conocimiento de las estructuras de significado (esquemas interpretativos), las estructuras de legitimación (normas y expectativas sociales) y las estructuras de dominación (distribución del poder) vigentes en cada situación/contexto de interacción social, así como al conocimiento de las propiedades materiales de las tecnologías y de las estructuras socioculturales inculcadas en ellas, y de sus funcionalidades. Las estructuras internas de las tecnologías incluyen sus propiedades materiales y estructuras socioculturales inculcadas (por ejemplo, modelos de decisión y acceso privilegiado), y sus funcionalidades coyunturales específicas (funcionalidades relevantes para cada situación). Finalmente, está la acción tanto de los individuos como de las tecnologías, aunque Greenhalgh y Stones (2010) sostienen que los individuos y las tecnologías no actúan de la misma manera. La Figura 2 esquematiza el Modelo Teórico de Adopción y Uso de la Tecnología de Apoyo por las Personas Mayores.
Basándose en la adaptación de la Teoría de Estructuración Fuerte de Greenhalgh and Stones (2010), Greenhalgh y colaboradores (2013: 89) proponen cinco preguntas para guiar el análisis de la adopción y el uso de tecnologías de apoyo por parte de las personas mayores:
"1. What is the social, cultural and historical context in which this participant is experiencing ageing and chronic illness?
2. What is their experience of illness, ageing and (if appropriate) decline and impending death? In particular, what can we say about their existence in the world and their body schema and motor intentionality?
3. What matters to this participant? What are their key relationships and who or what do they care most about?
4. What are the key technologies in their home and life? To what extent, and in what way, are these technologies materially ‘ready-to-hand’ (hence enabling and empowering)? If they are ‘not working’, why?
5. What happens in particular, real-life situations when the participant contemplates (or might be expected to contemplate) the use of an assistive technology and what are the consequences of this for them and for the people they care about? In such situations, how do they draw on their culturally shaped dispositions and body schemas (‘habitus’) and on the materiality of available technologies to achieve what matters to them? If they choose not to use an assistive technology, how is this explained with reference to habitus and materiality?".
Más recientemente, Greenhalgh y sus colaboradores (2017) desarrollaron un modelo conceptual para predecir y evaluar el éxito de la implementación de tecnologías de apoyo en salud y cuidados a largo plazo, que denominaron “A New Framework for Theorizing and Evaluating Nonadoption, Abandonment, and Challenges to the Scale-Up, Spread, and Sustainability of Health and Care Technologies” (NASSS). Este modelo define siete áreas y 19 preguntas:
Dominio 1 - La afección o enfermedad 1A - ¿Cuál es la naturaleza de la afección o enfermedad? 1B - ¿Cuáles son los factores socioculturales y las comorbilidades relevantes?
Dominio 2 - La tecnología 2A - ¿Cuáles son las características clave de la tecnología? 2B - ¿Qué tipo de conocimiento pone en acción la tecnología? 2C - ¿Qué conocimiento y/o apoyo se requiere para utilizar la tecnología? 2D - ¿Cuál es el modelo de entrega de tecnología?
Dominio 3 - La propuesta de valor 3A - ¿Cuál es la ventaja para el promotor del negocio de la tecnología desarrollada (valor en el lado de la oferta)? 3B - ¿Cuál es su conveniencia, eficacia, seguridad y rentabilidad (valor en el lado de la demanda)?
Dominio 4 - El adoptador del sistema 4A - ¿Qué cambios están involucrados en las funciones, prácticas e identidades del equipo? 4B - ¿Qué se espera del paciente (y/o cuidador inmediato) - y es esto alcanzable por él y aceptable para él? 4C - ¿Qué se supone acerca de la extensa red de cuidadores laicos?
Dominio 5 - La organización 5A - ¿Cuál es la capacidad de la organización para innovar? 5B - ¿Cuán preparada está la organización para un cambio apoyado por la tecnología? 5C - ¿Qué tan fácil será la adopción y la decisión de financiación? 5D - ¿Qué cambios serán necesarios en las interacciones y rutinas del equipo? 5E - ¿Qué trabajo está involucrado en la implementación y quién lo hará?
Dominio 6 - El contexto más amplio 6A - ¿Cuál es el contexto político, económico, reglamentario, profesional (por ejemplo, médico-legal) y sociocultural para el lanzamiento del programa?
Dominio 7 - Incorporación y adaptación en el tiempo 7A - ¿Cuánto espacio hay para adaptar y desarrollar la tecnología y el servicio en el tiempo? 7B - ¿Cuán resistente es la organización para hacer frente a eventos críticos y adaptarse a eventos imprevistos?
2. Investigación sobre el tema de las tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida: la evidencia empírica
Las pruebas empíricas sobre el tema de las tecnologías en las etapas avanzadas de la vida pueden agruparse en tres temas principales: a) acceso a la tecnología y brecha digital; b) aceptación y uso de la tecnología; c) eficacia de la tecnología.
Acceso a la tecnología y la brecha digital
Varios estudios se han centrado en el tema del acceso a la tecnología para las personas mayores y las desigualdades sociales asociadas. Por ejemplo, un reciente estudio cualitativo realizado en Singapur sobre la forma en que las personas mayores perciben y utilizan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) reveló que el uso de estas tecnologías depende del capital que poseen estas personas, en particular el capital social y cultural (Tan & Chan, 2018). Este estudio destaca que, a pesar de los avances logrados en términos de usabilidad y accesibilidad desde un punto de vista económico, muchas personas mayores en Singapur todavía carecen de suficientes habilidades educativas y lingüísticas y de redes de apoyo social para facilitar su acceso a estas tecnologías. En este sentido, McCreadie (2010) también enfatiza el papel de los perfiles socioeconómicos de las personas mayores (por ejemplo, ingresos, nivel de educación, carrera y nivel de dependencia) en el acceso de las personas mayores a las tecnologías.
Otros estudios han llamado la atención sobre la existencia de una "brecha digital" que se opone a quienes acceden a las TIC y a quienes no (por ejemplo, Gilleard & Higgs, 2008; Olphert & Damodaran, 2013). Un estudio longitudinal realizado en Inglaterra sobre el uso de Internet por las personas mayores señala que: "Los nacidos cerca del final de la primera mitad del siglo XX tienen más probabilidades de utilizar Internet que los nacidos cerca de su comienzo" (Gilleard & Higgs, 2008: 238). Sin embargo, este estudio sostiene que esta brecha digital no se explica por la propia edad, es decir, por las desigualdades estructurales relacionadas con la edad o por factores tales intrínsecos relacionados con la edad (por ejemplo, discapacidades mentales y/o físicas), pero sobre todo por la difusión diferenciada de las TIC entre las cohortes anteriores a la Segunda Guerra Mundial y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, este estudio concluye que la brecha digital en el uso de Internet en las últimas etapas de la vida es el resultado de un efecto "generacional" más que de un efecto "estructural" o "de etapa de vida".
Aceptación y uso de la tecnología
Una revisión sistemática de la literatura cualitativa sobre la aceptación de las TIC orientadas a la salud por parte de las personas mayores que viven en la comunidad (Vassli y Farshchian, 2017) concluyó que, por regla general, muestran una actitud positiva hacia las TIC. Sin embargo, el nivel de aceptación de estas tecnologías por parte de las personas mayores depende de varios factores. Aceptan utilizar estas tecnologías siempre y cuando: a) promuevan la independencia; b) promuevan la seguridad (security) y la protección (safety); c) permitan la socialización y la gestión del estado de salud; d) permitan el acceso a la información en línea; e) ayuden en las actividades de la vida diaria; f) se preste ayuda en caso de problemas con el uso; g) se garantice el acceso a una formación adecuada.
Esta revisión bibliográfica también identificó las barreras para la aceptación de las TIC, entre las que destacan las siguientes: a) violación de la privacidad; b) pérdida de protección (seguridad); c) dificultades cognitivas (por ejemplo, pérdida de memoria); d) estigmatización (asociación de estas tecnologías con la dependencia, la vejez, la enfermedad y la institucionalización). Con respecto al tema de la estigmatización, Greenhalgh y sus colaboradores (2013) sugieren que la aceptación y el uso de las tecnologías por parte de las personas mayores depende de la importancia cultural de cada tecnología. Por ejemplo, mientras que algunas tecnologías (por ejemplo, los iPads) simbolizan el estatus social, la independencia, la modernidad y la jovialidad, otras (por ejemplo, las alarmas o los detectores de incontinencia) simbolizan precisamente lo contrario, es decir, el estigma, la dependencia, la decadencia y la pérdida de la jovialidad.
Cabe señalar que la violación de la privacidad, así como el consentimiento informado para la recolección de información y la confidencialidad de esta información son aspectos éticos a considerar en el uso de las tecnologías por parte de las personas mayores, especialmente las tecnologías con necesidades especiales (McCreadie, 2010).
Según Selwyn (2004), la aceptación/no aceptación de la tecnología por parte de las personas mayores también depende de su nivel de participación en el proceso de diseño de la tecnología, ya que una participación efectiva hace que las tecnologías sean más atractivas y útiles. En este sentido, se habla cada vez más de "diseño inclusivo" (McCreadie, 2010), es decir, de tecnologías diseñadas de tal manera que sean amigables para todas las edades, y no sólo para las más avanzadas.
Charness (2003) identifica cinco condiciones para el uso exitoso de las tecnologías por parte de las personas mayores: a) diseño; b) acceso; c) motivación/actitud; d) habilidad; e) formación.
Cuando se trata de la primera condición (diseño), es importante que el diseño sea amigo de las personas mayores. Como se mencionó anteriormente, la tendencia actual es que el diseño sea inclusivo, es decir, amigo de todas las edades. En cuanto a la segunda condición (acceso), el precio del producto, los ingresos de los consumidores, la disponibilidad de productos sustitutivos y las preferencias de los consumidores son factores determinantes en el acceso a la denominada tecnología convencional. Los ingresos de los consumidores también son determinantes en el acceso a la tecnología de necesidades especiales, al igual que el suministro de información y la atención sanitaria y de larga duración (Wright et al., 2005). Con respecto a la tercera condición (motivación), existen pruebas empíricas (por ejemplo, McCreadie, 2004) de que la compra y el uso de diferentes tecnologías por parte de las personas mayores depende de la relación entre la necesidad de apoyo y los atributos de las tecnologías, a saber, la eficiencia, la fiabilidad, la simplicidad, la seguridad y la estética. La evidencia empírica muestra que la motivación también depende de varias variables sociodemográficas relacionadas con las personas mayores, como la edad, los ingresos, el género, la educación, la etnia, las redes sociales y los grupos de presión (McCreadie, 2010). Por ejemplo, los hijos y nietos de personas mayores, que suelen utilizar teléfonos móviles y ordenadores, pueden desempeñar un papel importante a la hora de animar a sus padres/abuelos a utilizar diversas tecnologías. Por otro lado, con respecto a la cuarta condición (habilidad), es importante llamar la atención sobre el hecho de que ciertas tecnologías plantean desafíos a algunas personas mayores, especialmente a aquellas que tienen problemas de memoria, visión y destreza (McCreadie, 2010). En cuanto a la última condición (formación), la compra y uso de tecnologías depende del nivel de capacitación que se ofrezca a las personas mayores (McCreadie, 2010).
En lo que se refiere específicamente a las soluciones basadas en el "Internet de las cosas", la aceptación y el uso de estas soluciones dependen de sus limitaciones, que siguen siendo significativas. Según Azimi y colaboradores (2016), estas soluciones aún no son: a) miniaturizadas; b) ligeras; c) de baja potencia; d) fáciles de usar; e) adecuadas para que el usuario las utilice durante 24 horas y 7 días (Azimi et al., 2016). Además, los mismos autores enfatizan que los resultados inexactos (por ejemplo, en el monitoreo del estado de salud) y las falsas alarmas han contribuido a reducir la confianza de los usuarios y sus familias en el uso de estas soluciones (Azimi et al., 2016).
Eficacia tecnológica
Una revisión sistemática de la literatura llevada a cabo por Khosravia y Ghapanchi (2016) analizó el nivel de efectividad de cada categoría de tecnologías que apoyan a las personas mayores para cada problema que muestran. Las TIC generales son principalmente eficaces para combatir la depresión y también lo son (aunque en menor medida) en casos de demencia, aislamiento social y bajo bienestar. A su vez, la robótica es eficaz para combatir la depresión, promover la vida independiente y promover el bienestar. La telemedicina es eficaz en la lucha contra las enfermedades crónicas y también en la promoción de la vida independiente. Los sensores son eficaces para promover la vida independiente, prevenir las caídas y ayudar en los casos de demencia. Las aplicaciones para el manejo de medicamentos, por otro lado, muestran una baja eficacia en la toma de medicamentos y, finalmente, los videojuegos son muy efectivos en la prevención de caídas. En este sentido, un estudio realizado en los Estados Unidos de América concluyó que el uso de iPads contribuye a reducir el aislamiento social de las personas mayores, ya que facilita el contacto en línea con amigos y familiares (Delello & McWhorter, 2017).
Un estudio realizado en Inglaterra (Greenhalgh et al., 2013) concluyó que las tecnologías de asistencia satisfacían un conjunto limitado de necesidades de las personas mayores que recibían atención de salud y de largo plazo, y que algunos dispositivos habían sido abandonados y otros deliberadamente discapacitados. Este estudio también concluyó que el éxito en el uso de las tecnologías de asistencia dependía de un "bricolaje" realizado con estas tecnologías, es decir, de una personalización pragmática resultante de una articulación entre varios dispositivos, realizada por personas mayores o por otros. Esto demuestra, según los autores del estudio, que la estandarización de las soluciones tecnológicas a menudo choca con las especificidades y singularidades de las necesidades de las personas mayores. En esta línea de pensamiento, los autores del estudio dejan la siguiente recomendación a los creadores de tecnologías de apoyo para las personas mayores:"technology providers need to move beyond the goal of representing technology users informationally (e.g. as biometric data) to providing flexible components from which individuals and their carers can ‘think with things’ to improve the situated, lived experience of multimorbidity". (Greenhalgh et al., 2013: 86).
Además del estudio que acabamos de describir, varias revisiones de la literatura (por ejemplo, Brandt et al., 2011; Cruz et al., 2014; McLean et al., 2013; Ward et al., 2012) han demostrado, por un lado, que la evidencia empírica sobre la efectividad de las tecnologías de asistencia para promover el bienestar de sus consumidores no es concluyente. Por otra parte, han llamado la atención sobre lo siguiente: suponiendo que ciertas tecnologías sean potencialmente eficaces, su introducción en la rutina diaria de la asistencia sanitaria y de los cuidados de larga duración plantea numerosos retos en términos económicos, técnicos, operativos y éticos. Con esto en mente, en un estudio sobre la calidad de las tecnologías de apoyo para las personas mayores, Greenhalgh y sus colaboradores (2015b: 13-14) desarrollaron un conjunto de directrices y principios para el desarrollo de estas tecnologías, que denominaron "ARCHIE framework”: “First, both technology designers and assistive technology services need to shift their focus from developing, installing and monitoring a particular technology to a more dynamic focus on performance (supporting technologies- in-use). Second, those who commission telehealth and telecare services need to shift from standardized care packages (the one-size-fits-all ‘home care contract’) to personalised solutions (that is, they should require providers to adapt products and services to the patient’s needs and preferences). Thirdly, industry (perhaps supported by relevant incentives by government) must drive a shift in the design model from ‘walled garden’ branded solutions (packages that are designed to interface only with a particular manufacturer’s products) to components that are designed to be combined creatively by people making their own ad hoc solutions to one-off challenges, and which must, therefore, be inter-operable across multiple devices and platforms. Technological advances are important, but they must be underpinned by a robustly user-centred approach to technology design and service delivery by industry and service providers."
3. Investigación sobre las tecnologías en las etapas más avanzadas de la vida: aportaciones y limitaciones
En esta sección se analizan las principales aportaciones y limitaciones de los estudios sobre tecnologías de vida asistida, los estudios sobre la eficacia de las tecnologías y los estudios sobre soluciones basadas en el "Internet de las cosas".
Comenzando con estudios sobre tecnologías de vida asistida, Greenhalgh y colaboradores (2016) sugieren que éstas pueden dividirse en tres generaciones que se superponen: a) generación de estudios de diseño técnico (technical design), en los que los investigadores, especialmente en el área de la informática, trataron de demostrar que las tecnologías funcionan en condiciones controladas; b) generación de estudios experimentales, principalmente ensayos controlados y randomizados (randomised controlled trials), que fueron diseñados y realizados principalmente por médicos, en los que se midió el impacto de las tecnologías en las condiciones de salud de los pacientes; c) generación de estudios cualitativos sobre las experiencias y perspectivas de los usuarios, que fueron realizados principalmente por científicos sociales y profesionales de la salud. Estos últimos estudios pusieron de relieve la singularidad de las necesidades y aspiraciones individuales, la importancia de evaluar los contextos sociales y materiales en los que se introducen las tecnologías, los problemas planteados por la normalización de las tecnologías, los posibles efectos negativos de las tecnologías y el papel crucial que desempeñan los miembros de la familia y los cuidadores formales en la adaptación y el apoyo de las tecnologías instaladas.
Greenhalgh y colaboradores (2016) sostienen que a pesar de las contribuciones de estos estudios, tienen varias limitaciones. Entre las diversas limitaciones identificadas, destacan el hecho de que estos estudios descuidan el sistema socio-técnico, que es complejo y en el que se insertan las tecnologías y sus usuarios. Desde este punto de vista, argumentan que es necesario iniciar una cuarta generación de estudios sobre tecnologías de vida asistida, que debería tener cinco características esenciales: a) diferencia de las tres generaciones anteriores de estudios, que eran predominantemente monodisciplinarios, la cuarta generación debería ser interdisciplinaria; b) debería abarcar la complejidad, es decir, debería concebir a las personas y a las tecnologías "(...) as linked in dynamic, networked and potentially unstable systems made up of multiple interacting stakeholders" (p. 2); c) deberían adoptar la recursividad, lo que se traduce en la idea de que la (micro) acción humana es simultáneamente influenciada por, y influenciadora del contexto familiar y organizacional (meso), así como de la sociedad como un todo (macro) d) debe tener en cuenta el paradigma ecológico, que cuestiona la noción de que las soluciones específicas son fácilmente transferibles a otros contextos, así como la idea de un vínculo lineal entre la investigación y la aplicación de las conclusiones; e) debe ser crítico (en el sentido sociológico del término), en el sentido de que los sistemas complejos en los que se insertan las tecnologías de la vida asistida son potencialmente espacios de lucha de poder.
En cuanto a los estudios sobre la eficacia de las tecnologías, Khosravia y Ghapanchi (2016) destacan que estos estudios son pobres en teoría y se basan en muestras pequeñas. Finalmente, los estudios sobre las soluciones del 'internet de las cosas' para las personas mayores no abordan suficientemente las necesidades cotidianas de las personas mayores (Azimi et al., 2016). En otras palabras, estos estudios aún no se centran lo suficiente en el usuario / consumidor (user-centered research).
1 También conocida como "tecnología de vida asistida" (assisted living technology).
2 La propuesta de la noción de red de posiciones de práctica se inspiró en la Teoría de la Red de Actores de Bruno Latour (1992).
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