Derivado de desorientar y -ción.
La orientación es el conocimiento que todos tenemos respecto al entorno espacial y temporal en el cual transcurre nuestra vida, absolutamente relacionado con determinadas capacidades o funciones cognitivas como la atención y vigilancia, la memoria reciente o el conocimiento autobiográfico, por ejemplo. Eso hace que cuando estas funciones cognitivas se alteran se produzca la desorientación, algo muy característico en las demencias. Esto no significa que la desorientación siempre esté ligada a una demencia, pues puede aparecer en otras circunstancias de la vida y es algo que ocurre con relativa frecuencia en los ancianos sanos. La desorientación puede afectar al espacio -desorientación espacial-, al tiempo -desorientación temporal- y también a lo concerniente a la propia persona -desorientación personal-.
A medida que va progresando la demencia, la desorientación del paciente va siendo mayor: lo que al principio era simplemente no recordar el día del mes o de la semana en que se encontraba, pero sí el mes y el año, después será no saber ni siquiera estos últimos. Lo mismo sucede con el espacio.
La llamada terapia de orientación a la realidad (TOR), muy utilizada en los programas terapéuticos de las demencias, es un conjunto de técnicas -pertenecientes al grupo de las terapias no farmacológicas- que buscan que la persona tome conciencia de su situación en el tiempo (orientación temporal), en el espacio (orientación espacial) y respecto a su propia persona (orientación personal). Se lleva a cabo en sesiones con pequeños grupos de pacientes en las que tras situarlos temporalmente (fecha), espacialmente (lugar donde se encuentran) y personalmente (nombre y edad) se realizan diversos ejercicios que buscan trabajar aspectos cognitivos relacionados con la memoria y el lenguaje y la propia orientación: deambulación guiada, actividades de la vida diaria guiadas, comentarios de actualidad, ejercicios de memoria, etc.
«Nos encontramos con trastornos de la orientación en aquellas personas que sufren pérdida de memoria o trastornos confusionales, pero, sobre todo, es especialmente frecuente en aquellas personas que padecen algún tipo de demencia. [...] Algunos aspectos de la desorientación en el tiempo y en el espacio inmediato se encuentran relacionados con la pérdida de la memoria reciente. Respecto a la persona, los aspectos que más se pierden en las fases leves son aquellos referentes a su edad, siendo el año de nacimiento, la fecha y el nombre de sus familiares más resistentes al deterioro en las primeras fases» (Martín Martos y Moreno García, 2014).
«Aparecen posteriormente otros trastornos, tales como dificultades para encontrar las palabras precisas o realizar frases bien estructuradas, o episodios de desorientación espacial en los que confunden calles o se pierden en lugares no habituales» (Slachevsky et al., 2009: 27).
Pérdida del conocimiento que la persona tiene del entorno, temporal y espacial, en que vive e, incluso, de su propia persona.