¿Por qué las personas podrían no trabajar más tiempo o pasar a un trabajo a tiempo parcial?
Nota del editor: Este texto corresponde a la segunda entrega del artículo del profesor Nicholas Barr para el CENIE, «¿Por qué no trabajamos más tiempo?». A lo largo del mes de octubre iremos publicando las distintas partes de forma semanal, en el marco de las actividades organizadas con motivo del Día de la Educación Financiera 2025.
Al evaluar un resultado observado —en este caso, opciones limitadas para la jubilación flexible— es esencial distinguir si dicho resultado es fruto de una elección o de una restricción. A continuación identifico las restricciones que dificultan una vida laboral más prolongada y, en una sección posterior, los tipos de intervenciones de política que ayudan a abordarlas.
Las decisiones de los trabajadores sobre si trabajar más allá de la edad mínima de jubilación se ven obstaculizadas por actitudes, rigideces del mercado laboral y un diseño defectuoso de las pensiones.
Actitudes y preferencias
Preferencias bien informadas. Algunos trabajadores se jubilan en cuanto se les permite porque pueden permitírselo y/o porque desean dedicarse a otras actividades (viajar, jugar al golf, pasar tiempo con los nietos). En la medida en que esto sea así, no hay motivos para intervenir.
Actitudes hacia la jubilación. Algunas personas se jubilan a los 65 porque piensan que es la edad “normal” para hacerlo. Pero, como ya se ha señalado, las razones históricas de una edad de jubilación de 65 años se remontan a épocas en las que la esperanza de vida era mucho menor. La Comisión de Pensiones del Reino Unido (2005) ilustra un punto importante: es posible (a) aumentar la edad mínima de jubilación y (b) hacerlo sin dar a nadie un sobresalto inmediato. Además, sus recomendaciones permitieron decir a los trabajadores: «Te jubilarás más tarde que tus padres, pero aun así tendrás más años de jubilación que ellos».
Elevar la edad de jubilación es una señal importante. La clave, que las cohortes más jóvenes entienden cada vez más, es que la edad de jubilación es una variable, no un parámetro fijo. Refuerza esta idea el hecho de que, sistemáticamente, estamos mal informados. Cuando se pregunta qué significa ser “viejo”, la gente piensa naturalmente en su abuela. Pero con el aumento de la esperanza de vida esa percepción queda desfasada. En el pasado, tener 70 años era ser viejo; hoy, muchas personas de 70 años (o más) son activas y productivas.
Un segundo cambio de actitud útil sería debilitar la expectativa de que los ingresos serán más altos justo antes de la jubilación. No debería considerarse extraño que los ingresos alcancen un pico y después disminuyan si una persona decide “bajar el ritmo” (trabajar menos horas y/o en tareas menos estresantes).
Rigideces en los mercados laborales
Falta de opciones a tiempo parcial. Un problema generalizado es la escasez de opciones de trabajo a tiempo parcial, causada en parte por obstáculos que enfrentan los empleadores, como se comenta más adelante.
Pérdida de beneficios complementarios. Un mal diseño puede generar inmovilidad laboral cuando el paso del empleo a tiempo completo al parcial supone una caída brusca de beneficios adicionales. En Estados Unidos, por ejemplo, la posible pérdida de cobertura sanitaria crea un desincentivo directo para que un trabajador cambie de empleador o reduzca su jornada.
Diseño defectuoso de las pensiones
Incentivos que desincentivan retrasar la jubilación.
Algunos planes ofrecen un pago único exento de impuestos al jubilarse. Ante la existencia del sesgo hacia el presente, existe un claro incentivo para jubilarse antes que después.
Un problema distinto surge si un plan no aumenta lo suficiente la prestación inicial de un trabajador cuando este retrasa su jubilación. En el extremo, alguien que sigue trabajando puede no recibir ninguna pensión adicional al jubilarse finalmente. De nuevo, esto desincentiva continuar trabajando más allá de la edad mínima de jubilación.
Incentivos que desincentivan a los trabajadores buscar empleo a tiempo parcial.
Un plan de pensiones estrictamente ligado al salario final prácticamente anula la idea: si reducir a la mitad las horas de trabajo —y, por tanto, el salario— implica reducir también a la mitad la pensión, nadie pasará a trabajar a tiempo parcial.
Un segundo obstáculo es la falta de pensiones parciales. En Suecia, un trabajador que alcanza la edad mínima de jubilación puede optar por recibir toda su pensión o ninguna, o bien recibir el 25%, 50% o 75%. Si un trabajador recibe, por ejemplo, el 50% de su pensión y sigue trabajando a tiempo parcial, continúa pagando cotizaciones sobre sus ingresos; cuando se jubile definitivamente, la segunda mitad de su pensión será mayor tanto por las contribuciones adicionales como por haberse reclamado más tarde. Noruega tiene un sistema similar. Sin embargo, estos países son la excepción. Otros países deberían seguir su ejemplo1.
Algunos planes de empresa o sectoriales restringen la posibilidad de que un trabajador se jubile parcialmente mientras permanece en la misma empresa.
1 - Intenté, sin éxito, convencer al gobierno del Reino Unido para que introdujera tal disposición.