Concurso fotográfico
Artista
Un hombre mayor sostiene sus obras con la serenidad de quien ha dedicado su vida a crear belleza. La cámara no sólo captura su sonrisa, sino también la huella invisible de los años dedicados al arte: pinceles gastados, papeles húmedos de color, la paciencia del trazo y la memoria de lugares que ha convertido en eternos.
La luz suave acaricia sus manos y su gesto, revelando que en cada arruga y en cada línea de su rostro se guarda la misma delicadeza con la que pinta. Es un retrato donde la edad no resta, sino que suma profundidad; donde el tiempo no pesa, sino que florece en forma de creatividad.
Aquí no vemos solo a un artista mostrando sus cuadros, sino a un ser humano que se muestra a sí mismo, que comparte su mundo con generosidad, recordándonos que la creación no tiene fecha de caducidad.

