Navegar la longevidad: una nueva cultura para un nuevo tiempo

Vivimos un cambio de era que no se mide en ciclos políticos ni en invenciones tecnológicas, sino en años vividos. Hemos ganado décadas a la vida, pero aún no hemos aprendido del todo a vivirlas. Esa es, quizá, la gran paradoja de nuestro tiempo: tenemos una de las mayores conquistas de la historia —la longevidad— y, sin embargo, seguimos tratándola como un problema más que como una oportunidad.
En el CENIE creemos que ha llegado el momento de cambiar el rumbo. Por eso abrimos esta Bitácora: para compartir reflexiones, alertas y certezas sobre el nuevo territorio vital en el que ya estamos todos. Porque no se trata solo de vivir más, sino de vivir mejor. Y para eso necesitamos construir una nueva cultura de la longevidad.
Una cultura que no nos condene a la obsolescencia
Durante demasiado tiempo, la vejez ha sido vista como un territorio del declive, un capítulo de despedida o una carga social. Esta mirada, profundamente arraigada en estereotipos, ha configurado políticas públicas, estructuras laborales, modelos sanitarios e incluso nuestras formas de relacionarnos. Pero ya no encaja con la realidad.
Hoy, millones de personas mayores de 60 —y de 70, y de 80— siguen aportando talento, experiencia, creatividad y sentido. Son protagonistas, no espectadores. Y, sin embargo, viven en una cultura que todavía los sitúa al margen del relato del progreso. Eso tiene un coste enorme: no solo humano, también económico, social y democrático.
Necesitamos una narrativa diferente, una que no mida el valor de una vida por su edad cronológica, sino por su capacidad de seguir participando, decidiendo, construyendo. Una cultura que no condene a nadie a la invisibilidad por cumplir años.
De la urgencia a la estrategia
Envejecemos como sociedad. Y lo hacemos rápido. Este fenómeno, aunque previsible, ha pillado desprevenidas a muchas agendas públicas. A menudo se responde desde la urgencia: más recursos sociosanitarios, más residencias, más planes de dependencia. Pero si nos quedamos solo ahí, seguiremos corriendo detrás del problema.
La longevidad necesita estrategia. Y eso implica anticipación, inversión en prevención, políticas intergeneracionales, nuevos pactos laborales, reformas urbanas, transformación de los sistemas educativos, digitales y sanitarios. La longevidad no es un asunto del “después”, es una cuestión de presente que condiciona el futuro.
Y como todo cambio profundo, necesita tiempo, valentía y visión. Desde CENIE trabajamos precisamente para eso: para promover un enfoque científico, ético y transformador sobre el envejecimiento y la longevidad, con vocación internacional y compromiso con los territorios.
Una nueva cartografía vital
La longevidad no solo alarga la vida, también cambia su forma. Las etapas tradicionales (infancia, juventud, madurez, vejez) ya no describen adecuadamente la complejidad de nuestras trayectorias vitales. La educación se extiende, el trabajo se reinventa, las familias cambian, los cuidados se diversifican. Y todo esto sucede en un contexto de transformaciones tecnológicas, climáticas y culturales que tensionan nuestras certezas.
¿Qué significa tener 70 años hoy? ¿Y 90? ¿Hasta cuándo trabajaremos? ¿Quién cuidará de quién? ¿Cómo garantizamos que la calidad de vida acompañe a la cantidad? Estas no son preguntas retóricas: son las grandes cuestiones de las sociedades longevas. Responderlas no es tarea de una sola disciplina ni de un único sector. Requiere alianzas, innovación y una escucha activa a las personas mayores, que siguen siendo —a menudo— las grandes olvidadas del diseño social.
Por eso desde CENIE impulsamos una mirada plural, integradora, donde la longevidad no se encierre en los márgenes de la política social, sino que atraviese las políticas económicas, urbanas, educativas, tecnológicas y culturales. Porque la longevidad no es un nicho: es el nuevo marco estructural del siglo XXI.
Un viaje compartido
La Bitácora del CENIE nace con vocación de crónica y de brújula. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí compartir algunas preguntas bien formuladas. Cada semana abriremos aquí una ventana: a una idea, a un dato revelador, a una experiencia transformadora. A veces provocaremos, a veces invitaremos a mirar más allá, siempre con el objetivo de construir pensamiento en torno a esta gran transición.
No se trata de romantizar el envejecimiento. Se trata de comprenderlo con toda su complejidad, y de actuar con inteligencia colectiva. Porque no todos envejecemos igual, ni al mismo ritmo, ni con las mismas oportunidades. Pero todos estamos llamados a participar en este cambio de era.
La longevidad no es un destino individual, sino un viaje compartido. Y como dijo el poeta León Felipe: no importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo. Bienvenidos a bordo.