Calco del francés insuline, término acuñado en esta lengua en 1909 por el belga J. de Meyer, en alusión a los islotes de Langerhans del páncreas. Otros nombres propuestos por diferentes autores fueron pancreína e isletina.
Hay varios estudios recientes que han demostrado que un nivel alto de insulina puede suponer un riesgo específico para padecer enfermedad de Alzheimer. En todo caso, esta hormona y los receptores específicos para ella que hay en el cerebro desempeñan alguna función en el desarrollo de la enfermedad, que todavía está en fase de análisis.
«[…] si la resistencia a la insulina en el cerebro se transforma en un estado permanente, tenderá a producir grados más intensos y prolongados de hiperfosforilación de las proteínas tau (más pegamento, para entendernos) y, en consecuencia, se incrementará el desarrollo de los ovillos neurofibrilares, que, como ya se dijo, guardan una estrecha relación con la demencia en el mal de Alzheimer» (McCleary, 2007/2009: 262).
«Se ha descubierto que durante las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer los niveles de insulina en el cerebro y la cantidad de receptores a esta hormona descienden. De hecho, algunos autores denominan a la enfermedad de Alzheimer como diabetes tipo III. Actualmente, el fármaco antidiabético Avandia (rosiglitazona) está siendo estudiado en fase clínica III como tratamiento para la enfermedad de Alzheimer, habiéndose demostrado ya un aumento en la cognición en el grupo de pacientes tratados con este fármaco [...]» (Martínez Gil, 2009: 41).
Hormona segregada por unos corpúsculos globulosos del páncreas llamados islotes de Langerhans, u obtenida por síntesis química artificial, que regula la cantidad de glucosa en la sangre.