Derivado de deteriorar, y este, a su vez, del latín tardío deteriorāre 'empeorar', 'estropear'.
El deterioro físico o psíquico consiste en el desgaste o pérdida progresiva, en grado variable, de las funciones orgánicas o psíquicas. Puede ser resultado del envejecimiento fisiológico, como sucede en los ancianos, o puede ser secundario a una enfermedad, como el cáncer, por ejemplo.
En la enfermedad de Alzheimer, además del deterioro físico, es llamativa la pérdida progresiva de las capacidades intelectuales: memoria, lenguaje, pensamiento abstracto, etc.
«El perfil del sin techo estaría definido por varón, entre 40 y 55 años, soltero, con importante deterioro físico y psíquico, sin recursos económicos, que vive en la calle y ocasionalmente utiliza los albergues, pensiones o infraviviendas de habitabilidad extremadamente deficiente siendo su nivel de cualificación profesional y educativa bajas» (Estébanez, 2005: 799).
«El deterioro físico y psíquico que sufren las personas de edad no solo se debe al propio proceso biológico del envejecimiento; el estilo de vida, que supone un mayor o menor grado de actividad física, los factores ambientales y el desarrollo de enfermedades crónicas son factores que juegan un papel importante a la hora de acelerar los cambios inherentes al proceso de envejecer» (Muñoz Muñiz et al., 2005: 227).
Pérdida progresiva, en ocasiones irreversible, de las diferentes funciones físicas o psíquicas del ser humano.