Atrofia proviene del latín tardío atrophĭa, término que procede, a su vez, del griego atrophía (ἀτροφία) 'falta de nutrición'; el étimo de cortical, por su parte, se halla en el latín medieval corticalis, que empezó a usarse, desplazando al adjetivo corticeus, para aludir a lo relacionado con la corteza cerebral o cortex, que es una capa de sustancia gris o tejido nervioso que cubre la superficie de los hemisferios cerebrales.
La causa más frecuente de la atrofia cortical o atrofia de la corteza cerebral, en la que hay una pérdida importante de neuronas o células nerviosas, es una enfermedad neurodegenerativa, como la enfermedad de Alzheimer por ejemplo. Sin embargo, también puede producirse por causas tóxicas —como el alcohol—, isquémicas —falta de riego sanguíneo—, infecciones —como la del VIH—, etc.
Atrofia Cortical
«Luego se comprueba que los surcos que delimitan las circunvoluciones cerebrales se encuentran abiertos, lo que constituye un signo de una atrofia cortical difusa. Sin embargo, el espesor de la corteza permanece inalterado, lo mismo que la densidad de las neuronas. Esa atrofia [...] resulta, pues, de la disminución de la superficie de la película cortical y expresa la pérdida de numerosas colonias de neuronas, que son las unidades funcionales de la corteza» (Campion y Hannequin, 2002: 56).
«Por otra parte, se han de destacar, por un lado, las grandes diferencias individuales en cuanto al declive progresivo de estos enfermos. Dicha variabilidad en el declive verbal está en relación con el distinto grado en que se afecten las zonas corticales. Aunque, y por otro lado, las medidas sofisticadas de atrofia cortical no correlacionan los datos neurológicos con las conductas específicas de los pacientes. Las medidas de tomografía computarizada sobre atrofia cortical han mostrado una singular falta de correlación con los deterioros comportamentales de la demencia» (Román García et al., 2005: 28).
Adelgazamiento de la corteza cerebral debida a pérdida de la población neuronal.