La autofagia, el reciclaje celular clave en el envejecimiento del que muchos investigadores hablan
En 2022, una revisión del estudio de 2013 The hallmarks of aging, explico y definió los que se consideran los 12 marcadores del envejecimiento. Los fallos en la autofagia son uno de ellos. ¿En qué consiste? ¿Cómo la podemos activar?
Por qué y cómo envejecemos es una de las grandes preguntas que la ciencia intenta responder, en las últimas décadas, con más ahínco que nunca: queremos entenderlo para revertir ese proceso y conseguir ganar la batalla contra la edad, rejuvenecer. Si bien estas palabras resuenan en titulares de prensa y conversaciones recurrentes, cada vez la investigación tiene más pistas sobre lo que le pasa a nuestro organismo al cumplir años. En la literatura científica y la descripción del envejecimiento hay un momento y un documento clave: el artículo The hallmarks of aging publicado en 2013 en la prestigiosa revista Cell, escrito por los grandes investigadores del envejecimiento Manuel Serrano, María Blasco, Carlos López-Otín, Linda Partridge y Guido Kroemer.
En esta publicación, un referente del campo que nos ocupa, se incluyó un diagrama que mostraba los nueve indicadores del proceso de envejecer, que en una revisión posterior en 2022 se ampliaron y reorganizaron. El esquema resultante, con doce marcadores del envejecimiento, aparece constantemente en conferencias, documentos y exposiciones sobre la ciencia del envejecimiento, como pudimos comprobar, por ejemplo, los asistentes al reciente Longevity World Forum de Alicante.
Fuente: The hallmarks of aging (2013).
Fuente: 50 Cell
Entre estos doce marcadores figura la macroinhibición de la autofagia, una expresión que para la mayoría de los mortales es difícil de comprender. Recurramos a las explicaciones de una de las mayores especialistas del mundo en esta cuestión, Ana María Cuervo. Ella es bióloga celular y codirectora del Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento en Nueva York. “La autofagia es el mecanismo por el que las células limpian lo que tienen dentro. Las células generan basura, daño, y se quedan ahí componentes que no funcionan y ellas mismas meten lo dañado en sacos, como pequeñas bolsas de basura. En realidad es el mejor sistema de reciclado del mundo y ocurre cada día en cada célula de tu cuerpo: cuando encuentran lo que está dañado, las células lo rompen en partes y los pedazos que están funcionales, los reutilizan”, me explicaba en una entrevista.
Precisamente López-Otín, autor del mencionado estudio de referencia, y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular reconocido internacionalmente por sus investigaciones sobre el envejecimiento, el genoma humano, el cáncer y otras enfermedades, acaba de publicar La levedad de las libélulas. Hacia la medicina de la salud. Un nuevo enfoque para lograr el equilibrio físico y mental (Paidós, octubre 2024). En este volumen, una publicación interesantísima para entender lo que es la salud y la estabilidad de nuestro organismo, el autor explica que “el gran reto cotidiano es alcanzar una nueva forma de equilibrio, el que se establece entre la masiva muerte celular y su necesaria renovación, a la que contribuyen en gran medida las células stem o progenitoras. Entre los mecanismos de reciclado destaca la autofagia, una estrategia que ha progresado evolutivamente hasta ser capaz de eliminar macromoléculas como las proteínas, orgánulos subcelulares como las mitocondrias y células completas de todos los tipos, formas y funciones”.
Como explica la revisión citada del estudio de 2022, a medida que envejecemos, la capacidad de nuestro organismo para llevar a cabo la autofagia va disminuyendo. Esto contribuye a la acumulación de proteínas dañadas, también a disfunción de la mitocondria, y por ello a la inflamación. Este proceso se relaciona también, lógicamente, con las enfermedades vinculadas al envejecimiento. Y es que la autofagia también regula la respuesta inflamatoria.
Es decir, la autofagia es crucial para el buen funcionamiento de las células en su conjunto, y por lo tanto para la mecánica correcta del organismo. Cuando la función empeora, envejecemos de forma menos saludable, con más enfermedades. “La autofagia es un proceso tan básico y tan necesario para las células, que está relacionado con muchísimos tipos de enfermedades. En todas en las que se acumula algún tipo de producto nocivo, va a haber una relación con la autofagia. Quizá las más importantes son las metabólicas, las neurodegenerativas y el cáncer”, explica Marina García Macia, bióloga celular, doctora por la Universidad de Oviedo, investigadora del Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG, centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca), especializada en los procesos de autofagia, lipofagia y mitofagia, y miembro de la Sociedad Española de Autofagia. En efecto, por poner algunos otros ejemplos, ha visto que la autofagia se asocia a patologías como la diabetes tipo 2 o el Párkinson.
¿Cómo podemos activar la autofagia para incentivar una mejor regeneración celular? García Macia cita el ejercicio como vía para estimular este “reciclaje” celular tan necesario.
Los investigadores especialistas coinciden también en señalar que la autofagia se pone más en marcha cuando el organismo no tiene comida. “Cuando las células no tienen comida, buscan qué pueden eliminar para reciclar y producir energía”, explicaba Cuervo. Para mejorar la autofagia y retrasar el envejecimiento, según sus indicaciones, sería positivo comer dos veces al día, separadas por un espacio de tiempo de 8 y de 16 horas, siempre bajo supervisión médica y teniendo en cuenta el historial de salud y posibles patologías de cada uno.
En este mismo sentido se explica García Macia. “Muchas veces, cambiando las pautas horarias en las que hacemos las comidas, manteniendo las calorías, estimulamos la autofagia. Un ejemplo sería hacer un desayuno fuerte y una cena fuerte, dejando una ventana de bastantes horas al día sin comer, también se activa la autofagia, según se ha probado en ratones”.
Además, otra forma de activar la autolimpieza celular —o autofagia— es el descanso, porque es en ese momento cuando se produce más intensamente el proceso. La investigadora del IBFG pone un ejemplo: “el descanso es muy necesario para que las neuronas, nuestro cerebro, funcione. El sistema glinfático (una vía de limpieza de desechos del sistema nervioso central de los mamíferos), recoge lo que las neuronas producen de manera tóxica. Para que este mecanismo funcione bien, es necesario dormir, un buen descanso”.
Paralelamente, existe también la vía farmacológica o de suplementos para activar la autofagia. “El fármaco más común que activa la autofagia es la rapamicina, que actúa por la vía de mTOR, una proteína que nota la cantidad de nutrientes que hay dentro de la célula, aunque genera interrogantes precisamente por esta vía por la cual actúa”, explica García Macia. Además de la rapamicina, otros activadores de la autofagia son la espermidina, el resveratrol, o la metformina. Siempre se trata de opciones que deben valorarse a nivel médico, adaptándose a la situación e historia clínica de cada persona.
Además, hay que tener en cuenta que activar demasiado la autofagia puede ser perjudicial. Cuando activamos demasiado el reciclaje celular, se puede producir la muerte de las células, y esto también puede conllevar enfermedades o problemas de salud.