PRE-BORED Bienestar y prevención del aburrimiento en las residencias de mayores españolas
Este post cuenta la historia de un sueño que se está haciendo realidad y representa, asimismo, una llamada a la participación para aquellos que deseen compartirlo. Hace algunos años, no me quedó más remedio que familiarizarme con la realidad de esas instituciones en las que muchas personas mayores se ven obligadas —porque nadie opta por ello si puede evitarlo— a pasar los últimos años de sus vidas: las residencias.
Cuando era adolescente, asistí al proceso de envejecimiento de mis abuelos, uno que mermó sus capacidades físicas y mentales hasta el límite de imposibilitar la permanencia en su propio domicilio. Su institucionalización fue irremediable y tuvo lugar en las peores condiciones imaginables. Se instalaron en su nuevo hogar coaccionados por la circunstancia y sin la más mínima voluntad de seguir viviendo.
Aunque mi abuelo vio pronto cumplido su designio de abrazar el final, mi abuela se fue apagando lentamente entre los muros de su prisión. Su lamento más frecuente se quedó grabado a fuego en mi memoria.
—¡Me aburro! ¡Me aburro todo el tiempo! —solía quejarse.
¿Consumió a mi abuela el aburrimiento? ¿Perpetuó su infelicidad hasta la extenuación? ¿Por qué se aburría tanto mi abuela? ¿Acaso nadie podía hacer nada para aliviar su dolor? Estas preguntas me angustiaron en los días posteriores a su muerte. En realidad, jamás conseguí librarme de ellas. Se asentaron para siempre en mi pensamiento.
Cuando decidí especializarme en la cuestión del aburrimiento, no lo hice porque necesitase llegar a un acuerdo con mi propio tedio. Al contrario, fue una reacción frente al hastío ajeno; ese del que algunas personas no pueden desprenderse de ninguna forma por razón de la propia situación que les causa aburrimiento.
Habría pensado que mi abuela tenía un problema particular con el aburrimiento de no haber sido porque sus compañeros en la residencia compartían su mismo gesto: el de la desesperación más absoluta frente a la falta de significado que caracterizaba sus días. No sufrían una patología de aburrimiento crónico; no estaban todos enfermos.
Sin embargo, su aburrimiento era constante. Todos nos aburrimos de vez en cuando, al vernos envueltos en situaciones o actividades poco estimulantes, carentes de interés, repetitivas o forzosas, insignificantes, al fin y al cabo, que no responden a nuestras necesidades de excitación cognitiva. Lo habitual es que escapemos del malestar que nos producen abandonándolas y cambiándolas por otras más gratificantes.
En ocasiones nos quedamos atrapados en este estado por un buen rato, especialmente cuando no damos con la clave para facilitar el paso a lo siguiente, a lo nuevo, o no nos está permitido desasirnos de la fuente de aburrición. Pienso, por ejemplo, en los casos en los que sentimos aburrimiento mientras hacemos cola (y no llevamos el smartphone para entretenernos). Lo único que nos queda es esperar a que llegue nuestro turno. Cualquier cambio efectuado sobre la situación nos podría alejar del objetivo último. Aguantamos, después de todo, por un motivo de peso.
Nada de esto tenía que ver con lo que observé en la residencia. La realidad era mucho más complicada. Las personas que allí vivían eran incapaces de poner fin a su hastío. Sabían perfectamente qué querían hacer para acabar con el fastidio. En sus mentes diseñaban estrategias de huida del aburrimiento, pero no podían llevarlas a la práctica, al tiempo que adolecían de ese motivo de peso al que poder agarrarse para soportar estoicamente el dolor.
En las residencias existe lo que he definido como “aburrimiento situacional cronificado” en mi libro "La enfermedad del aburrimiento". Se trata de una experiencia del aburrimiento disfuncional que permanece en el tiempo de forma crónica, sin que quienes la sufren puedan dejarla atrás, porque el contexto en el que se encuentran inmersos no favorece la puesta en práctica de las estrategias de huida que elaboran en sus propias mentes para lograrlo.
Quienes están condenados a sufrir tan terrible castigo no pueden reaccionar frente a su aburrimiento situacional cronificado porque dependen de otros para cumplir con sus propósitos. Responsables políticos e institucionales que han dado prioridad a la seguridad, obtenida a través de la rutinización, la estandarización y la repetición, en detrimento de la espontaneidad, la personalización y la variedad, necesarias para vivir una vida sin aburrimiento; una vida que merezca la pena ser vivida.
Los mayores que viven en residencias no pueden reaccionar ante su aburrimiento, pero su aburrimiento me hizo reaccionar a mí. Comencé a documentarme a través de estudios en los que se ponía de manifiesto cómo el aburrimiento mermaba su salud física y mental, siendo responsable directo del desarrollo de trastornos del ánimo que provocan irritación, frustración y nerviosismo, a veces reflejados en conductas agresivas, desórdenes del sueño y de la alimentación, depresión e incluso ideación suicida, así como del decremento de sus habilidades funcionales y cognitivas.
Entonces comprendí que no se trataba de un problema aislado, sino de uno que afectaba a un buen porcentaje de residencias en todo el mundo. En algunos países se estaba prestando atención a la cuestión, aunque no tengo conocimiento de que se hayan tomado medidas reales para atajarla, más allá de algunos casos en los que se ha tratado de implementar la filosofía de La Alternativa Edén, que tuve la suerte de conocer durante mis años como investigadora en la Universidad de Harvard. En España, habíamos guardado completo silencio a este respecto.
¿Por qué no se estaba haciendo nada para poner remedio a esta dificultad? Quizá los encargados de dar un paso al frente eran ajenos a su existencia —lo dudo mucho—. A lo mejor, lo que sucedía era que, aun siendo conscientes de ella, no sabían cómo abordarla, pues la cuestión del aburrimiento no es baladí. Como fuese, en ese preciso momento, supe que quería dedicarme en cuerpo y alma a combatir esta plaga de la vida residencial, primero en España y después más allá.
En 2020, cuando comencé a escribir en este blog, elaboré un proyecto de investigación que titulé “PRE-BORED. Well-being and prevention of boredom in Spanish nursing homes”, con el objetivo de obtener financiación para analizar cómo afectaba este complejo fenómeno al bienestar y la calidad de vida de las personas mayores que viven en nuestras residencias y tratar de encontrar la forma de evitar su dolor, a través de la visibilización del problema que representa y del eventual desarrollo de protocolos de prevención adaptados a las necesidades y los recursos específicos de cada centro.
Diseñé una propuesta que contemplaba varias fases para conseguir estos objetivos. Todo debía partir de un primer esfuerzo por concienciar a los agentes implicados en el cuidado de los mayores institucionalizados de la importancia de prevenir el aburrimiento en las residencias. Sin esto, todo lo demás carecía de sentido. Necesitaba compartir lo que sabía con el sector geroasistencial, que hasta hacía poco me era desconocido, usando cualquier herramienta a mi alcance.
Después, una vez captada la atención, la meta sería conducir un estudio de campo en algunas de nuestras residencias para conocer, de la mano de los equipos de compañeros de cuidado —que, siguiendo la terminología de La Alternativa Edén, incluyen a directivos, trabajadores, familiares y a los propios mayores—, cómo es la experiencia del aburrimiento en nuestros centros, detectar la naturaleza del problema y explorar de forma conjunta las posibles opciones para buscar una solución a este factor de riesgo que tanto pone en peligro el envejecimiento digno.
Como parte de este reto, tenía que empaparme a fondo de la filosofía de La Alternativa Edén, e incluso promoverla en España, pues para algo sus promotores habían sido los pioneros en el mundo en reconocer el aburrimiento como un problema y en ofrecer orientación para solventarlo.
A modo de colofón, si todo lo anterior se cumplía, consideré que lo propicio era culminar el proyecto elaborando un protocolo de prevención primaria, con toda la sabiduría adquirida durante mi periplo y con la ayuda de todos los que en él se hubiesen implicado, al que las residencias pudiesen adherirse para cerrar las puertas al aburrimiento en sus estancias, antes de que llegase a manifestarse siquiera.
Repleta de ilusión, presenté mi propuesta a la convocatoria UNA4CAREER en la Universidad Complutense de Madrid, que entonces lanzaba por primera vez el programa de la Unión Europea Horizonte 2020 como parte de las Acciones Marie Skłodowska-Curie. Un año después, tuve la fortuna de resultar ganadora de uno de sus contratos para hacer realidad PRE-BORED.
Durante los largos meses de espera, aproveché para hablar del proyecto en todos los espacios que encontré —¡incluidos los que me abrió este Centro Internacional sobre el Envejecimiento!—: conferencias, jornadas, revistas, blogs, charlas informales… Conseguí despertar la curiosidad en muchos foros —y espero seguir haciéndolo—. A su vez, empecé a formarme regladamente en los principios de La Alternativa Edén, convirtiéndome en mentora y educadora certificada de esta gran familia.
Tras medio año de trabajo —desde que conseguí el contrato MSCA— destinado a la preparación del terrero y de los materiales para emprender el estudio de campo, por fin, ha llegado el momento de la verdad, de averiguar si el mensaje ha calado lo suficientemente hondo como para que algunos centros, comprometidos con el liderazgo del cambio de cultura en el sector geroasistencial en España, se sumen a esta iniciativa pionera que es PRE-BORED, con la que vamos a contribuir a la importante tarea de fomentar una vejez saludable.
Este es el primer llamamiento oficial que hago a toda la comunidad gerontológica y geriátrica de nuestro país para pedir la colaboración de quienes quieran unirse a PRE-BORED, ayudando a difundir su mensaje, divulgando los resultados del proyecto logrados hasta ahora o abriéndonos las puertas de sus centros para seguir avanzando en la investigación a través de la participación en el estudio de campo.
Muchos ya aportáis vuestro granito de arena haciendo lo primero y lo segundo. ¡Os estoy infinitamente agradecida! Sin embargo, es hora de pasar a la acción. En la fecha en la que escribo estas palabras, me complace anunciar que tres cadenas residenciales españolas han mostrado su interés por lanzarse a la aventura. ¿Quién más se anima a emprender la lucha contra el aburrimiento?
Contacta a la Investigadora Principal del proyecto PRE-BORED, la Dra. Josefa Ros Velasco, para obtener más información o concertar una reunión:
Email: josros@ucm.es
Web: www.josefarosvelasco.com/pre-bored/
Twitter: @JosefaRosUCM