El modelo de cuidados de larga duración en España. Desafíos y propuestas de políticas públicas
La Ley de dependencia (LAPAD), aprobada en diciembre de 2006, supuso el reconocimiento del derecho subjetivo y la universalidad en el acceso a los cuidados de larga duración, sin duda, un avance normativo de primer nivel en materia de derechos sociales.
No obstante, el modelo de cuidados desarrollado no sólo es insuficiente en términos de intensidad y cuantías, sino que responde a lógicas profundamente mercantilistas y asistencialistas. Durante demasiado tiempo, las personas en situación de dependencia han sido percibidas por el imaginario colectivo como objetos de atención, en lugar de sujetos titulares de derechos y protagonistas de su propia historia de vida. La LAPAD asocia la dependencia a grupos concretos de población (personas mayores, con discapacidad y enfermas) y pone el foco en las limitaciones funcionales de las personas, sean estas físicas, mentales, intelectuales o sensoriales. Desde este marco discursivo la dependencia se considera un estado permanente y se asocia a una anomalía individual.
En consecuencia, el SAAD responde a un modelo rehabilitador y asistencialista en contraposición al modelo social y con enfoque de derechos humanos de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Asís y Barranco, 2010).
Sin embargo, la situación de dependencia es un fenómeno muy complejo, condicionado por limitaciones funcionales individuales, pero también, y en gran medida, por limitaciones y restricciones sociales y del entorno en el que las personas desarrollan su vida cotidiana (Asís y Barranco, 2010).
En este contexto, uno de los principales desafíos que tiene el modelo es la mejora de la calidad de las prestaciones y servicios. Destacamos tres propuestas para avanzar en esta mejora:
1.-La transición hacia un nuevo modelo de cuidados y apoyos
El cuidado debe estar presidido por valores éticos que salvaguarden la dignidad de las personas independientemente de la edad, discapacidad, estado de salud, situación de dependencia u otras circunstancias de la persona.
Tanto el enfoque centrado en la persona como el enfoque de derechos van más allá de la mera satisfacción de necesidades que ofrece el modelo asistencialista. Desde estos enfoques los resultados son importantes, pero también lo es la forma en que estos resultados se logran. Cuidar supone atender las necesidades básicas, pero también implica acompañar y apoyar a cada persona para que mantenga su autonomía y autogobierno, para que tome decisiones libres sobre los aspectos importantes de su vida y también sobre las rutinas cotidianas, aunque en ocasiones las decisiones tomadas entrañen riesgos; para que realice sus actividades con los apoyos justos, sin sobreprotección; para que participe en la vida de su comunidad y disfrute de interacciones sociales libremente; en definitiva para que sea protagonista de sus cuidados y desarrolle su propio proyecto de vida.
Es urgente que el SAAD invierta la lógica de la atención, desplazando la mirada, más allá de la persona y sus necesidades básicas en el plano individual, hacia las relaciones y los vínculos, hacia el entorno social donde la vida se desarrolla, pasando de un modelo asistencialista a otro centrado en la persona, de base comunitaria y con enfoque de derechos humanos (Artiaga, 2021).
En este nuevo paradigma, la personalización de los cuidados es fundamental y, con ella, el fomento del desarrollo de actividades significativas con valor y relevancia para la persona y para su proyecto vital. Esto implica, entre otros, cambios significativos en los roles profesionales puesto que tanto los vínculos entre quien presta los cuidados y quien los recibe como el conocimiento del entorno social y comunitario de la persona son claves para prestar apoyos de calidad.
2.-La necesaria diversificación en el catálogo de prestaciones del SAAD
a) Paradigma housing
Uno de los principales cambios estratégicos para la cartera de servicios del SAAD es la incorporación de fórmulas alternativas a las residencias tradicionales, alineadas con el paradigma housing (Sancho y Martínez, 2021; IMSERSO, 2022).
Por un lado, son necesarios servicios que den respuesta a nuevas lógicas de organización social de los cuidados, alejadas de criterios puramente mercantilistas, que han surgido, en parte, como consecuencia de la falta de corresponsabilidad pública (Martínez y Diaz, 2025). Estas iniciativas de apoyo mutuo y autogestión de los cuidados contribuyen al acompañamiento de personas en situación de dependencia desde enfoques locales y comunitarios sin ánimo de lucro. Un ejemplo son las viviendas colaborativas o cohousing, que fomentan relaciones de intimidad, compromiso afectivo y solidaridad que van más allá de los vínculos de afinidad o parentesco (Artiaga, 2021; Martín, 2026).
Por otro lado, existen interesantes alternativas residenciales, ampliamente desarrolladas dentro y fuera de España, caracterizadas por la separación entre la provisión de cuidados y la de alojamiento o vivienda (Martínez, 2022; SIIS, 2020). Algunos ejemplos son el extracare housing británico, las viviendas seguras suecas, las viviendas compartidas o de grupo alemanas, las residence autonomie francesas o las viviendas para toda la vida de Lugaritz en Euskadi.
b) Accesibilidad en la vivienda
La accesibilidad universal es una condición sine qua non para que las personas en situación de dependencia puedan ejercer sus derechos en igualdad de condiciones que el resto de la población.
La accesibilidad, ya sea cognitiva, física o sensorial, debe proyectarse transversalmente en todos los entornos, privados o públicos, incluyendo el transporte, la tecnología y los servicios e instalaciones de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales. Solo así, las personas se desenvolverán con autonomía, de manera independiente y podrán participar en su comunidad.
El SAAD debe contemplar medidas específicas para favorecer la accesibilidad en todos los entornos de cuidados, también en los domicilios.
c) Productos de apoyo
Los productos de apoyo desempeñan un papel clave para potenciar la autonomía de las personas en situación de dependencia, facilitar su permanencia en el hogar y mejorar las condiciones de los cuidados, reduciendo el esfuerzo físico y facilitando las tareas más demandantes.
Desde sillas de ruedas, camas articuladas y grúas hasta domótica y sensórica, la tecnología ofrece una amplia gama de soluciones, incluyendo la impresión 3D para adaptaciones personalizadas como emuladores de ratón, teclados adaptados o férulas conductoras.
d) Presupuestos personales
Los presupuestos personales consisten, básicamente, en la asignación de un fondo económico individual cuya finalidad es la adquisición de servicios de cuidados y apoyos.
Son una herramienta innovadora que introduciría flexibilidad en el SAAD, ya que otorgan a las personas mayor capacidad de elección sobre los servicios que reciben, fortaleciendo su autodeterminación y control sobre sus vidas. También ofrecen agilidad favoreciendo mayor adaptación a las eventualidades y circunstancias cambiantes de las personas y contribuyen a la personalización invirtiendo la lógica de acceso a las prestaciones, colocando el punto de partida en el proyecto de vida de cada persona y no únicamente en la valoración técnica o el diagnóstico.
Para su inclusión en el SAAD, es fundamental que cada persona diseñe su propio plan personal de cuidados y apoyos, contando con acompañamiento profesional. La cuantía monetaria asignada debe ser suficiente y estar directamente vinculada a este plan y únicamente se deben contratar servicios con profesionales cualificados o entidades acreditadas.
Además, es imprescindible articular servicios personalizados y continuados de orientación y acompañamiento para las personas tanto en el acceso a las prestaciones como en su gestión. También es clave que los distintos territorios cuenten con una red de servicios suficientemente diversificada.
Países como Reino Unido, Francia y Finlandia han implementado los presupuestos personales, siendo el modelo escocés uno de los más avanzados y consolidados. En España, Plena Inclusión lidera una experiencia pionera denominada "Apoyos autodirigidos".
3. Un nuevo modelo residencial
La cultura institucional va más allá del tamaño o de las características arquitectónicas del centro. Implica considerar elementos culturales como la despersonalización, la prestación colectiva de servicios, la rigidez de las rutinas, el trato estandarizado y uniforme, el distanciamiento y aislamiento social, el paternalismo, la falta de autonomía de las personas y la priorización de los intereses de la organización sobre las necesidades y preferencias de las personas. Además, la cultura institucional se caracteriza por una relación asimétrica y un desequilibrio de poder entre quienes cuidan y quienes son cuidados con consecuencias negativas para el bienestar y la dignidad de las personas en situación de dependencia (Asís, 2023).
En términos generales, el modelo residencial del SAAD responde a una cultura institucional. Predomina, en los centros residenciales, una atención protocolizada y estandarizada, con escasas oportunidades para que las personas puedan decidir sobre los distintos aspectos de su vida diaria (horarios rígidos, dónde y con quién comer o cómo pasar el día), con actividades sin sentido para las personas que llegan incluso a la infantilización, con espacios comunes en los que se custodia a personas y con habitaciones compartidas que no ofrecen la debida intimidad y ni privacidad (Díaz-Veiga y Sancho, 2013). Además, las precarias condiciones laborales del sector y la falta de reconocimiento social propician la constante rotación del personal lo que impide el establecimiento de los necesarios vínculos para una atención personalizada.
A raíz de la pandemia de COVID-19, se han intensificado las voces que reclaman un cambio en el modelo residencial, siendo el modelo hogareño, organizado en torno a unidades de convivencia y en el marco de la atención centrada en la persona, la alternativa más extendida a las instituciones tradicionales (Sancho y Martínez 2021; Martínez, 2022).
Concluimos con las principales claves de este nuevo enfoque de cuidados (Gómez y Castro, 2021; Martínez, 2022):
- Se respeta la individualidad de cada persona, reconociéndola como un ser valioso y único, con derecho a controlar su propia vida, incluso cuando precise cuidados y apoyos complejos. No se acepta el uso de sujeciones ni restricciones, ya que atentan contra la dignidad, autonomía, libertad y autoestima de las personas.
- Los cuidados se organizan a pequeña escala, en entornos hogareños y familiares que combinen zonas de intimidad con otras que fomenten las relaciones interpersonales y la interacción social.
- Se personalizan las actividades de la vida cotidiana de manera que tengan sentido para las personas.
- Se busca la complementariedad entre los activos comunitarios (voluntariado, servicios sociales, sanidad, asociaciones, comercios, farmacias, etc.) y los recursos especializados (profesionales).
- El centro y las personas que viven en él participan en los espacios y actividades sociales de su barrio o pueblo.
- Las personas residentes y sus familiares se involucran en la gobernanza del centro, para adaptar los cuidados a las personas y no las personas a la organización del centro.
- Es crucial la mejora de las condiciones salariales y laborales y de las ratios de personal.
Referencias:
- Artiaga Leiras, A. (2021). Cuidados comunitarios y gobierno común de la dependencia: las viviendas colaborativas de personas mayores. Revista Española de Sociología, 30(2), a29. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7891662
- Asís, R. (2023) Estudio sobre los procesos de desinstitucionalización y transición hacia modelos de apoyo personalizados y comunitarios. Recuperado de: https://estudiodesinstitucionalizacion.gob.es/
- Asís, R. y Barranco, M. C. (2010) El impacto de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en la Le y 39/2006, de 14 de diciembre.
- Díaz-Veiga, P., y Sancho, M. (2013) Residencias, crisis y preferencias de las personas mayores. Revista Española de Geriatría y Gerontología
- Gomez, A. y Castro, J. (2021). Residencias vip en el ecosistema de cuidados a personas mayores: un modelo en discusión. Revista Zerbitzuan, nº 75, pp.107-136.
- IMSERSO. Informe de evaluación del sistema de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia (SAAD). Madrid: IMSERSO, 2022. https://imserso.es/informe-de-evaluaci%C3%B3n-del-saad
- Martín Palomo, M.T. (2016). Cuidado, vulnerabilidad e interdependencias. Nuevos retos políticos. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
- Martínez, R. y Diaz, M. (2025). Cuidados de larga duración y programas de innovación comunitaria: composición, desafíos y despliegue territorial. Investigaciones Regionales - Journal of Regional Research, 61, 2025/1. Asociación Española de Ciencia Regional, España. Disponible en https://investigacionesregionales.org/numeros-y-articulos/consulta-de-articulos
- Martínez, T. (2022). Las Unidades de Convivencia Modelo Hogareño, una alternativa a las residencias de personas mayores institucionales. Serie Documento Acpgerontologia, nº 8. Disponible en www.acpgerontologia.com
- Martínez, T. (2017). La atención centrada en la persona. Decálogo. Recuperado de: www.acpgerontologia.com
- Sancho, M. & Martínez, T. (2021). “El futuro de los cuidados de larga duración ante la crisis de la COVID-19”. En: Blanco, A. et al. Informe España 2021. Madrid: Universidad Pontificia Comillas SIIS Centro de Documentación y Estudios, Fundación Eguía-Careaga. (2020). Algunas pistas para la mejora del sistema de atención a la dependencia en España. ZERBITZUAN, 72, 77–90. https://doi.org/10.5569/11347147.72.06