El estudio de las causas y las consecuencias del aburrimiento en el entorno laboral ocupa la atención de los investigadores desde comienzos del siglo XX. Muchos han demostrado su asociación con la eficiencia y el mantenimiento de la atención, con el nivel de satisfacción en el puesto de trabajo, con la motivación y la participación activa y creativa en la organización, con el incremento de las tasas de riesgo y los accidentes laborales, o con otras patologías como el estrés, la ansiedad, el agotamiento y la depresión. También se han desarrollado numerosas escalas de medición de este fenómeno y estrategias y modelos de prevención del aburrimiento en el trabajo hasta el presente.
El análisis del aburrimiento en el puesto de trabajo es relevante en términos productivos, pero también desde el punto de vista de la salud y el bienestar de los trabajadores y de aquellos de quienes depende su quehacer, especialmente cuando se trata de puestos en los que se presta un servicio comunitario como son los propios de la educación, el servicio militar o la práctica clínica, por mencionar algunos. En el marco de este último campo profesional, el aburrimiento en los trabajadores se ha tenido en cuenta como factor de riesgo de una manera superficial. Más aún, en una de sus ramas como es el cuidado de mayores apenas se han estudiado las causas del aburrimiento padecido por los cuidadores y las consecuencias que este tiene para los mismos y para los mayores que dependen de ellos y cómo podemos abordar esta problemática. En este post llevaré a cabo una breve revisión de los escasos trabajos que postulan el aburrimiento como factor de riesgo en el desempeño del cuidado de mayores y el bienestar del cuidador en entornos formales e informales.
Cuando se trata del acercamiento a la experiencia del aburrimiento en los mayores, el foco suele ponerse en estos últimos, como expliqué en mis anteriores entradas. Se ha hablado del aburrimiento en las personas mayores, pero no es sus cuidadores y cómo este aburrimiento en y con el puesto de trabajo revierte o retroalimenta el propio aburrimiento de aquellos y pone en jaque la meta de alcanzar un envejecimiento digno. ¿Y si los responsables de promover un entorno estimulante para los mayores también se aburren? ¿Cómo afecta el aburrimiento de los propios cuidadores a la hora de minimizar el aburrimiento de los mayores?
El aburrimiento en los cuidadores no solo puede derivar en el descuido de las tareas de cuidado y en la experiencia del malestar asociado al propio aburrimiento, sino que impide que los mayores eviten la plaga del aburrimiento. Por ello, es necesario volver sobre el estudio del aburrimiento que experimentan los cuidadores, conocer sus causas y consecuencias y plantear estrategias de prevención para garantizar el bienestar físico y mental de ambas partes interesadas.
Cuando hablamos del trabajo del cuidador, podemos referirnos a la figura del cuidador informal, que habitualmente representa un familiar cercano a la persona mayor o una persona sin formación que es contratada para encargarse de esta, o al cuidador formado en gerontología y geriatría que presta sus servicios a domicilio o en instituciones privadas y públicas. En ambos casos, la prestación del servicio de cuidado puede tener un impacto negativo en la salud del cuidador, lo que se conoce como el síndrome del cuidador o sobrecarga del cuidador, cuyos síntomas repercuten a nivel médico, social y económico. La experiencia del aburrimiento está presente en ambas situaciones, pero con matices muy distintos que devienen en estados de insatisfacción, apatía y hostilidad, entre otros trastornos mentales y físicos que, a la larga, afectan no solo al bienestar del cuidador sino al del que requiere los cuidados.
La labor del cuidador informal siempre se ha visto como un trabajo desprestigiado. Quizá por ello son tan escasos los estudios que se centran en su experiencia del aburrimiento. De entre los pocos existentes, se demuestra que este trabajo lo realizan mayoritariamente mujeres (esposas, hijas y nueras), en un 82%, que refieren padecer estrés, soledad y aburrimiento. Se trata de un trabajo en el que rara vez se tiene contacto con otras personas que no sean el mayor a cargo y en el que por más empeño que se ponga en el cumplimiento de la tarea los logros apenas se dejan ver. Cuando además se trata de mayores con necesidades médicas especiales, los cuidadores enfrentan problemas de concentración, baja productividad, olvido de las responsabilidades y aburrimiento que les conducen a actuar impulsivamente y a evitar la toma de decisiones por falta de conocimientos sobre el cuidado y de confianza en la labor asignada. Los familiares cuidadores llevan a cabo un trabajo que les obliga en ocasiones a dejar de lado sus vidas privadas, sus rutinas de socialización, sus aficiones, dedicando las veinticuatro horas al cuidado.
Todo ello despierta la experiencia del aburrimiento, acompañada de estados de depresión, desmotivación e incluso resentimiento:
A menudo me aburría en los años en los que fui cuidador porque pasábamos muchas horas juntos. Mi madre y yo solíamos quedarnos sin tema de conversación, exceptuando lo que era inmediatamente necesario decirse […] Que los familiares cuidadores sean más propensos al aburrimiento que el resto de la gente no se debe a una falta de interés por el bienestar de la persona cuidada. Al contrario, aguantamos grandes cantidades de aburrimiento porque queremos hacerlo bien. Pero muchas de las actividades de cuidado son aburridas. Llevar a cabo la misma rutina de cuidado cada día (lavar, vestir al mayor, alimentarlo, darle las pastillas) puede ser una monotonía embrutecedora.
Este es el testimonio del psicólogo clínico y terapeuta familiar Barry Jacobs. Para muchos, el cuidado informal de mayores representa algo parecido a “estar prisionero en la propia casa”. No es de extrañar, por lo tanto, que la escritora Ivy Bronwyn haya descrito el cuidado de mayores como “momentos de puro pánico entremezclados con periodos de aburrimiento paralizante”.
Algunos tratan de mantener una actitud positiva y se motivan a sí mismos pensando que si no llevasen a cabo la labor de cuidado, nadie lo haría; pero esto solo revierte las emociones negativas como el aburrimiento por un instante. La carga de trabajo de los cuidadores, unida a la monotonía de las tareas, pronto hace volver a sentir la falta de motivación y el aburrimiento: “Es fácil sentirse aburrido cuando estás plantado en casa cuidando de alguien y sin poder hacer las cosas que te gustan y que necesitas. Al final del día, estás demasiado cansado como para hacer nada que te interese”, explica la trabajadora social y especialista en envejecimiento Donna Schempp. Alguien bajo el pseudónimo NeedHelpWithMom busca consuelo a su situación en la experiencia de los demás explicando en la web AgingCare su calvario:
A veces me siento increíblemente aburrido/a siento cuidador/a a tiempo completo. He perdido el interés en las cosas que me gustaban. Estoy harto/a de ver la televisión. Ya ni siquiera escucho mi música favorita. Por supuesto, sigo haciendo las tareas necesarias como cocinar, limpiar y cuidar de mi madre. Me refiero a las cosas que me divertían como fabricar joyas y otras cosas. ¿Alguien más sufre este problema de aburrimiento? ¿O quizá es que estoy padeciendo de soledad o incluso depresión?
Caringfor1 le responde: “Sé cómo te sientes y rezo por todos los que estamos en esta situación. A menudo me pregunto si estoy aburrido/a, deprimido/a o enfadado/a”. NewGirl empatiza con la situación confesando lo siguiente: “Me muero de aburrimiento en casa de mi madre. Y me pregunto cuánto más tiempo va a vivir porque me estoy sintiendo cada vez más cansada; mi mente está hecha trizas y me veo deprimida”.
Solo en los casos en los que el trabajo es remunerado parecen disminuir las potenciales consecuencias negativas del cuidado como la soledad y el aburrimiento. Pero esto no es necesariamente siempre así, como demuestran las quejas sobre el aburrimiento por parte de cuidadores formados que desempeñan su labor en residencias para mayores.
Ningún estudio se ha centrado en abordar el aburrimiento que padecen los profesionales en el cuidado de mayores en residencias y cómo esto afecta tanto a su bienestar como al de los propios residentes que ya de por sí experimentan un aburrimiento mucho más agravado que en el caso de los que pasan sus últimos años en casa.
Hossain y Ahmed son dos de los primeros investigadores que han puesto el foco de atención en esta cuestión, aunque de manera superficial. Para ellos, no hay duda de que los cuidadores profesionales también se aburren de cuidar a los ancianos, “lo cual compromete el cuidado y la asistencia que los mayores vulnerables necesitan”. Antes de ellos, Scharlach ya había advertido de que los cuidadores en residencias estaban siendo víctimas de la soledad y el aburrimiento y Cohen-Mansfield apuntaba también al síndrome de agotamiento y a la fatiga crónica padecidas por los cuidadores. Hsu y su equipo denunciaban de pasada el aburrimiento intrínseco a la realización de tareas repetitivas en el cuidado de mayores en residencias. Y recientemente, Rausch alertaba de que este problema se incrementaría a medida que los cuidadores certificados fuesen más jóvenes, porque acostumbrados a un ritmo de vida acelerado y al multitasking propio de los millenials, experimentarían mucho más aburrimiento en un campo médico en el que la repetición es un hecho.
El aburrimiento no es el único mal para los cuidadores certificados e informales en residencias y domicilios; también son asolados por el agotamiento emocional, los síntomas disfóricos, el distanciamiento afectivo como forma de autoprotección, la ansiedad, los sentimientos de culpabilidad, la impaciencia e irritabilidad, la baja tolerancia a la frustración, el sentimiento de soledad, el sentimiento de alienación, los sentimientos de impotencia, la desorientación, las vivencias de baja realización personal y los sentimientos depresivos, según indica María Marleni del Valle Vega. Y todo ello repercute, indudablemente, en la calidad del cuidado que se ofrece a los mayores.
Está claro que todos experimentamos momentos de aburrimiento en nuestro trabajo, y que en cada caso las consecuencias pueden ser más o menos dañinas para uno mismo y para los demás implicados, en el caso de haberlos. Pero cuando se trata del aburrimiento de los cuidadores estamos frente a un tema serio porque de su actuación y bienestar depende asimismo el aminoramiento de uno de los factores de riesgo que más ataca a un grupo de población vulnerable y muchas veces dependiente como es la tercera edad. No es comprensible, por lo tanto, que sigamos sin dedicar nuestros esfuerzos a alcanzar una mejor comprensión de esta realidad y a postular soluciones al problema que representa.
Algunos han señalado que los momentos de respiro para los cuidadores son esenciales a la hora de manejar el aburrimiento y el estrés: “Sin periodos regulares de descanso, los cuidadores acabarán deprimidos, desmotivados y resentidos”. Pero esto no es tan sencillo. Los descansos de la rutina de cuidado entrañan otro tipo de estrés relacionado con el miedo a olvidar elementos importantes de la misma como sería la administración de la medicación. Además, los momentos de respiro no tienen en cuenta el aburrimiento de los mayores.
Quizá la apuesta por la tecnología de Hossain y Ahmed pudiera ser la alternativa. Estos ingenieros informáticos han desarrollado un sistema de apoyo al cuidado basado en un cuidador virtual para liberar a los cuidadores humanos de la sobrecarga de trabajo y el aburrimiento. Sin embargo, un sistema semejante presenta dos problemas: el costo de la implementación y el aumento de los niveles de aburrimiento y de soledad de los propios mayores que pasan a tener un menor contacto con los cuidadores. A lo sumo, parece un sistema difícil de implantar en entornos de cuidado doméstico e informal.
Las intervenciones han de tener en cuenta a ambas partes para ser exitosas. De acuerdo con Thomas, du Toit y Van Heerden, el estudio de las perspectivas de los cuidadores es imprescindible para llevar a cabo un proceso de entendimiento y esfuerzo conjunto que posibilite conseguir avances en la práctica del cuidado de mayores. Ellos apuestan por el cuidado centrado en la persona en un sentido amplio que incluye tanto a los mayores como a los propios cuidadores y que permite la creación de un entorno de apoyo mutuo y creativo. ¿Nos suena esto de algo?
La buena noticia es que, como señalé en mis anteriores posts, existen otras iniciativas menos costosas y capaces de evitar el aburrimiento y otros factores de riesgo tanto en cuidadores como en mayores, como es el caso de The Eden Alternative, The Pioneer Network y The Green House Project. Además de los beneficios que estos modelos reportan para los mayores, los estudios demuestran que también son capaces de reducir el absentismo laboral en un 48% y de reducir en un 50% las horas de trabajo extraordinarias, lo que se traduce en una menor carga de trabajo y un alivio del aburrimiento. Los testimonios de los trabajadores de varias residencias que operan bajo el modelo de The Pioneer Network afirman que se sienten en familia, remando junto con los mayores en una misma dirección y que ello hace que deseen trabajar allí hasta la jubilación. No hay lugar para el aburrimiento. Los cuidadores pasan cada poco tiempo encuestas como la que dejo a continuación para valorar si realmente están consiguiendo hacer de su trabajo lo que se proponían.
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¿Los directores se interesan por mi y por mi desarrollo como persona?
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¿Los directores están facilitando que vayamos en la buena dirección?
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¿Conozco y entiendo la misión de esta organización?
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¿Los directores me escuchan y se toman en serio mis opiniones?
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¿Mi trabajo es reconocido por mi equipo como algo valioso?
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¿Tengo los recursos que necesito para llevar a cabo mi trabajo eficazmente?
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¿Hay una atmósfera de felicidad en el lugar de trabajo?
La mala noticia es que este tipo de iniciativas no están extendidas a nivel global, por lo que se requiere de un esfuerzo para evaluar su posible implantación en entornos de cuidado de mayores formales e informales y su eficacia y sostenibilidad a largo plazo como alternativa capaz de aminorar el aburrimiento y sus consecuencias para ambas partes.
Todavía queda mucho trabajo por hacer. El cambio cultural no está extendido y estos proyectos holísticos deben darse a conocer a mayor escala. Además, aunque los principios que rigen estas iniciativas demuestren ser eficaces en centros residenciales, apenas existen datos sobre cómo se aplican en entornos informales domésticos y cuáles son sus resultados. En este sentido, debemos también conducir los esfuerzos para entender mejor el fenómeno del aburrimiento en el entorno de cuidado informal y realizar estudios que permitan explorar la aplicación de estos modelos holísticos y la evaluación de sus resultados.
Llevar a cabo esta labor es ahora más urgente que nunca debido a la actual situación de pandemia que vivimos a nivel mundial. En un contexto de auto-aislamiento que afecta tanto a cuidadores como a mayores, en entornos formales e informales, la experiencia del aburrimiento se ve incrementada. En las residencias, los mayores se ven privados de la posibilidad de recibir visitas y realizar determinadas actividades que implican contacto con el exterior y con otras personas, y los cuidadores se encuentran más limitados que nunca y sujetos a estrictos protocolos de cuidado; en el ámbito doméstico, muchos cuidadores informales pasan más tiempo en casa y deben compaginar sus labores de cuidado con el teletrabajo. Todo ello regado por el miedo al COVID19.