Aprender viajando. El turismo formativo como oportunidad para el ocio y el desarrollo económico desde los programas universitarios para mayores
Es conocido que en el entorno español y europeo el número de personas mayores es cada vez mayor. Además del crecimiento demográfico, es interesante comprobar la emergencia de nuevos perfiles de mayores. La aparición de los llamados “nuevos mayores” se presenta como oportunidad para el desarrollo de propuestas innovadoras que den respuesta a sus necesidades e inquietudes. En el siguiente texto se plantearán algunas propuestas que combinan la formación dirigida a personas mayores con alternativas de ocio basadas en el turismo, lo que además de poder resultar atractivo para este nuevo perfil emergente, supone un ejemplo de cómo el envejecimiento ofrece oportunidades para el desarrollo económico.
Existe un creciente volumen de resultados de investigación sobre los beneficios sociales y para la salud del aprendizaje en la edad adulta. Estudios como los de Withnall ponen de manifiesto que la participación en espacios de aprendizaje para personas adultas mayores tiene consecuencias positivas, como pueden ser satisfacción con uno mismo, estimulación intelectual y cognitiva, placer y disfrute (Withnall, 2002). Los programas de formación para mayores, por su propia naturaleza, constituyen una propuesta de acción preventiva a favor de un envejecimiento autónomo en la dimensión cognitiva, relacional y física, cuyos beneficios van más allá de lo personal; algunos estudios apuntan, por ejemplo, una reducción en el gasto y atención social y sanitaria (por ejemplo, Vilaplana, 2002). Al mismo tiempo, este tipo de programas, además de contribuir al desarrollo personal y económico, deben concebirse como espacios generadores de procesos de innovación social, permitiendo a sus participantes erigirse como agentes sociales que contribuyan a la mejora comunitaria desde sus entornos. La formación a lo largo de la vida debe así entenderse como un “compromiso en la construcción de una sociedad para todas las edades, creativa, innovadora y solidaria” (Lázaro, 2002).
1. La formación de las personas mayores en España.
Los programas de formación para personas adultas tienen un largo recorrido en el entorno europeo, principalmente en su vertiente dirigida a la alfabetización, o a la adquisición o reciclaje de competencias vinculadas a una profesión. Sin embargo, si nos centramos en formación dirigida a personas mayores, no dirigida a la alfabetización o profesionalización, no podemos alejarnos más allá de los años setenta del siglo XX. En su aparición y desarrollo tuvo un papel fundamental la universidad, por lo que el objeto principal de este trabajo, en lo que a formación se refiere, serán los programas universitarios para mayores (PUM).
En 1973 el profesor Pierre Vellas, de la Université des Sciences Socials de Toulouse pone en marcha la Université du Troisième Âge, primera experiencia de programa de formación universitaria para mayores en el entorno europeo. Dos años después se crea la Asociación Internacional de Universidades de la Tercera Edad (AIUTA). A finales de los años 70 nacen en España las primeras “aulas de tercera edad”, reguladas en 1980 por el Ministerio de Cultura. Sucesivamente fueron apareciendo diferentes programas de formación para personas mayores organizados desde diversas universidades (Bru, 2012). En 1982 nace en Catalunya la federación AFOPA (Aulas de Formación Permanente para la Ancianidad), que agrupa a las “aulas de extensión universitaria para personas mayores”, modelo de organización en las que los propios mayores organizan su actividad desde marcos asociativos, bajo la tutela académica de la universidad, entendida ésta como supervisión de los programas formativos. En 2001 nace la “Comisión Nacional de Programas Universitarios para Mayores”, que en 2004 pasará a ser “Asociación Estatal de Programas Universitarios para Mayores” (AEPUM). En el curso 2018-2019, AEPUM agrupa 46 universidades españolas públicas y privadas, con un total de más de 63.000 estudiantes mayores en sus programas. A nivel europeo la trayectoria de los programas universitarios para mayores es similar, apareciendo las primeras experiencias a mediados de los años 70, consolidándose posteriormente a través de la creación de diversas redes y normativas reguladoras.
En los últimos años los PUM han ido experimentando un enorme crecimiento, tanto en número de programas, como en número de sedes universitarias y, sobre todo, en número de alumnos. Este crecimiento coincide con la puesta en valor de conceptos como el envejecimiento saludable o satisfactorio, y con la universalización del paradigma del envejecimiento activo, promulgado por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002). Vale la pena destacar que el paradigma del Envejecimiento Activo fue revisado por el Centro Internacional para la longevidad (ILC-Brasil) (Kalache, 2015), incorporando justamente la formación a lo largo de la vida como pilar fundamental de desarrollo, junto con la salud, la seguridad y la participación.
Actualmente la formación dirigida a las personas mayores se agrupa principalmente en tres modelos que responden a los siguientes formatos: un primer modelo en el que la formación se dirige exclusivamente a mayores; un segundo modelo en el que la formación tiene lugar en contextos intergeneracionales (los mayores se integran en las aulas en las que estudian los jóvenes), y un tercer modelo en el que las propuestas formativas son formuladas por los propios mayores con el apoyo de la universidad, desarrolladas principalmente en sus propios municipios. Todo ello bajo un gran número de nomenclaturas, condiciones de acceso, etc. Esto puede suponer una desventaja a la hora de regular los estudios, a nivel de planificación, certificación, etc.; aunque a su vez, permite una mayor adaptabilidad a los intereses del alumnado.
Actualmente la formación dirigida a las personas mayores se agrupa principalmente en tres modelos: un primer modelo en el que la formación se dirige exclusivamente a mayores; un segundo modelo en el que la formación tiene lugar en contextos intergeneracionales (los mayores se integran en las aulas en las que estudian los jóvenes), y un tercer modelo en el que las propuestas formativas son formuladas por los propios mayores con el apoyo de la universidad
El reto que se presenta ante el futuro de los PUM es el de dar respuesta a las nuevas características y necesidades de un grupo de edad, el de las personas mayores, que se ha ido transformando a partir de los cambios socioeconómicos de las últimas décadas. Los estudiantes cada vez tienen mayor nivel formativo, mayor diversidad de inquietudes, tienen mayor interés en participar en actividades de investigación, mayor voluntad de implicación en los programas, y reivindican participar en todo aquello que les atañe. En el caso de España, han vivido casi la totalidad de su etapa adulta ya en democracia, con aspectos como el consumo o el disfrute del ocio como valores emergentes. Este reto exige a las sociedades implementar políticas, acciones y programas que den respuestas a este nuevo perfil de personas mayores desde la innovación en las prácticas educativas.
2. Innovación educativa: Ocio, formación y turismo.
Los PUM, además de ser espacios dirigidos a la formación, son también espacios de ocio, en el que sus participantes carecen de la presión de adquirir competencias o conocimientos que les conduzcan al ejercicio de una profesión. En este sentido, la formación para personas mayores da respuesta a una población que cada vez dispone de mejores condiciones de salud y autonomía física, mayor disponibilidad de tiempo, y mayor capacidad de consumo (IPSOS, 2017). Resulta interesante el desarrollo de iniciativas de ocio que combinen el desarrollo personal y social con el desarrollo económico.
En el marco de la innovación educativa, nos encontramos la reciente aparición de propuestas que vinculan la formación a lo largo de la vida con otro tipo de iniciativas de ocio, como pueden las relacionadas con el turismo. Estas propuestas pueden agruparse básicamente en dos modelos: Un primer modelo en el que grupos ya constituidos se plantean un viaje como colofón a una actividad formativa previa (por ejemplo, haber cursado una formación sobre arte romano, y acabar el curso realizando un viaje a Roma); y un segundo en el que la formación se realiza in situ (el ejemplo equivalente vendría a ser viajar a Roma para estudiar arte romano ante sus principales obras de referencia). Este segundo modelo, a su vez, puede plantearse dirigido a grupos de estudiantes ya constituidos (que serían acogidos por alguna institución que les ofrece un programa formativo), o a personas que se inscriben en la propuesta formativa de manera individual. Es relativamente frecuente encontrar experiencias del primer tipo (viaje al final de la actividad formativa). Lo que no es tan habitual es que los estudiantes desarrollen la formación in situ, en el marco de actividades de ocio turístico. Existen sin embargo experiencias que pueden abrir camino a un futuro desarrollo de este tipo de actividad, interesantes tanto por su carácter innovador como por el impulso al desarrollo económico que suponen.
En el marco de la innovación educativa, nos encontramos propuestas que pueden agruparse básicamente en dos modelos: Un primer modelo en el que grupos ya constituidos se plantean un viaje como colofón a una actividad formativa previa (por ejemplo, haber cursado una formación sobre arte romano, y acabar el curso realizando un viaje a Roma); y un segundo en el que la formación se realiza in situ (el ejemplo equivalente vendría a ser viajar a Roma para estudiar arte romano ante sus principales obras de referencia)
Un ejemplo de acción de ocio formativo in situ realizada por grupos ya constituidos serían los intercambios desarrollados por el programa para mayores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Desde 1999 el programa de la UCM realiza intercambios con alumnos de otras comunidades del Estado Español; y desde 2009, con alumnos de programas de mayores de diferentes países, como Colombia, Cuba, China o Brasil. En este caso, se trata de un tipo de actividad turístico-formativa en cuyo diseño participan plenamente los alumnos. Parte del curso escolar se dedica a la preparación del posterior intercambio, en el que los propios estudiantes también ejercerán de formadores (Barrero, B. Et al., 2002).
Otra experiencia que destacar, en este caso dirigida a personas que no tienen por qué estar vinculadas a ningún programa previo, es la Summer Senior University, organizada durante 10 ediciones desde el programa para mayores de la Universitat de les Illes Balears (UIB). La propuesta se orienta hacia el intercambio cultural entre personas mayores de diferentes países europeos a través de un programa lúdico y formativo que se realiza durante una semana en el entorno de alguna de las sedes que la universidad tiene en las diferentes islas del archipiélago, utilizando el inglés como lengua vehicular.
Más reciente es la experiencia del programa interuniversitario Etheria, impulsado desde el curso 2018-2019 por la “Xarxa Vives d’Universitats”, institución que agrupa las diferentes universidades de habla catalana. El programa Etheria permite que personas mayores de 55 años cursen de manera virtual contenidos relacionados con diferentes lugares y obras catalogadas como patrimonio de la humanidad, para visitarlas posteriormente y ampliar su formación sobre el terreno. Como vemos, el programa añade al ocio formativo otro componente de innovación, que es el hecho de incorporar la formación en línea a través de un aula virtual interuniversitaria, haciendo la propuesta más accesible a personas que tengan dificultad para asistir a los lugares en los que se imparte formación para mayores de manera presencial.
Más allá de nuestro entorno existen iniciativas de larga trayectoria y arraigo, como “Road Scholar”, plataforma estadounidense creada en 1975 con base en Boston (Massachussets) desde la que se ofrecen diferentes iniciativas de turismo formativo. Según informan a través de su página web, su oferta agrupa más de 5.500 propuestas, tanto en Estados Unidos como en más de 150 países alrededor del mundo, reuniendo cada año a más de 100.000 participantes.
Este tipo de experiencias de “turismo formativo” resultan del todo interesantes por las enormes ventajas que conllevan: facilitan a los estudiantes el conocimiento de otras realidades histórico-culturales existentes, a la vez que fomentan el desarrollo de vínculos entre programas de mayores, universidades y países, facilitando así posibilidades científicas, intelectuales y pedagógicas. Además de ello, las ventajas que puede suponer este tipo de actividad van más allá de los beneficios que obtienen participantes, programas y universidades de referencia, ejerciendo de estímulo económico en el marco de un sector como es el turístico.
Otra ventaja que se suma a las anteriores sería la contribución de este tipo de acciones a la erradicación de estereotipos, tanto los asociados al envejecimiento (generalmente vinculados a la inactividad y pasividad); como los asociados a los ciudadanos de otros territorios, gracias a su conocimiento a través de la interrelación. Este tipo de acciones permite promover la formación de redes que podrían seguir funcionando más allá de la finalización de la acción formativa, favorecerían la relación entre personas y comunidades, y el intercambio cultural y de conocimientos.
El hecho de que la propuesta formativa se enmarque en una actividad turística no debería devaluar el propio carácter formativo de la actividad. Para que aquellas propuestas resulten atractivas, los programas de estudio deben ser de calidad, más aún si éstos se plantean dirigidos a una certificación, por lo que la implicación de la universidad se hace imprescindible.
El hecho de que la propuesta formativa se enmarque en una actividad turística no debería devaluar el propio carácter formativo de la actividad. Para que aquellas propuestas resulten atractivas, los programas de estudio deben ser de calidad, más aún si éstos se plantean dirigidos a una certificación, por lo que la implicación de la universidad se hace imprescindible.
¿Qué atractivo pueden encontrar las personas mayores en las acciones de ocio formativo?
El tipo de iniciativas que vinculan formación y turismo al que hemos hecho referencia supondría el acercamiento al conocimiento cultural desde su propio contexto geográfico, artístico, histórico y social. Es de suponer que ello aporte una motivación añadida tanto al hecho de implicarse en una formación, como al de viajar. De esta manera se complementaría el atractivo que supone el ocio turístico, basado en aspectos relacionales, culturales, etc., al que supone la realización de una actividad formativa: adquisición de conocimientos, autorrealización, mejora de la autopercepción y autoestima, posibilidad de obtener una certificación, etc. (Ahn & Janke, 2011).
Existe un estereotipo generalizado vinculado a las personas mayores y el turismo que los sitúa en actividades de tipo pasivo, frecuentemente subvencionadas, y centradas casi exclusivamente en el termalismo. Ésta es una realidad cambiante. Los intereses de los “nuevos mayores” ya no son los mismos, existe una revalorización de la cultura del ocio, e interés creciente por la formación y la cultura relacionado con el desarrollo personal (Rodríguez, 2013), a la vez que un mayor poder adquisitivo (aunque en momentos de crisis económica como el que recientemente hemos superado, y el que se atisba en un horizonte cada vez más cercano, frecuentemente ejerzan de sustentadores del núcleo familiar, en el que los hijos no han marchado o han regresado). Estos “nuevos mayores” no sienten el mismo interés por las propuestas tradicionales de turismo dirigidas a seniors, tanto por el tipo de actividades programadas como por el carácter gregario con el que frecuentemente se plantean. Otro tipo de formatos como el que estamos presentando puede dar respuesta a los intereses de esta realidad emergente. En la temporada 2018-2019 el programa de turismo social organizado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) ofreció 938.000 plazas, financiando aproximadamente el 20,73% de su coste total (IMSERSO, 2019). Actualmente, debido a la situación de emergencia sanitaria por la COVID-19, se ha visto cancelada la edición 2020-2021. Quizá este sea el momento para considerar la inclusión de objetivos formativos en su definición, de modo que las nuevas ediciones incorporen elementos relacionados, o refuercen los ya existentes.
Puede resultar también interesante para este nuevo perfil de personas mayores que, como se ha comentado, presenta en muchas ocasiones una mayor capacidad adquisitiva, mejor situación física y de salud, con tiempo de ocupación liberado tras la jubilación, y frecuentemente con cierta sensibilidad hacia situaciones de desigualdad, el hecho de combinar la actividad de ocio formativo con prácticas de cooperación al desarrollo y voluntariado. En esta línea, podrían plantearse, por ejemplo, propuestas que mejoren las competencias en el ámbito del voluntariado, combinadas con la realización de acciones solidarias. Los ámbitos en los que se podría desarrollar la actividad serían muy diversos: medioambiente, patrimonio cultural y artístico, atención a colectivos en situación de riesgo, etc. A través de actividades de este tipo las personas participantes no sólo obtendrían los beneficios propios de la actividad turística y formativa, sino que además obtendrían los beneficios propios de realizar una actividad en el marco de la cooperación: desarrollo personal, mejora de la confianza en uno mismo, mayor autoestima y satisfacción vital, toma de conciencia con situaciones de desigualdad, etc. Si bien existen cada vez más casos de experiencias individuales de mayores que se involucran en este tipo de actividad, la difusión que se hace de estas no suele ir dirigida a este grupo de edad, por lo que éstos no siempre se plantean la posibilidad de implicarse en este tipo de acciones.
Dados los intereses de los “nuevos mayores”, con una mayor capacidad adquisitiva, mejor situación física y de salud, con tiempo de ocupación liberado tras la jubilación, y frecuentemente con cierta sensibilidad hacia situaciones de desigualdad, tendría sentido el hecho de combinar la actividad de ocio formativo con prácticas de cooperación al desarrollo y voluntariado. Con ello, obtendrían, además, los beneficios propios de realizar una actividad en el marco de la cooperación: desarrollo personal, mejora de la confianza en uno mismo, mayor autoestima y satisfacción vital, toma de conciencia con situaciones de desigualdad, etc.
Algunos facilitadores y obstáculos a tener en cuenta
Un factor facilitador que encontraríamos para la implementación de acciones de turismo formativo es que los destinatarios potenciales, en su gran mayoría, son fácilmente accesibles. Existen asociaciones y federaciones que agrupan a las personas mayores que participan en programas formativos, por ejemplo, la Confederación Estatal de Asociaciones y Federaciones de Alumnos y Exalumnos de los Programas Universitarios de Mayores (CAUMAS), en el Estado Español; o la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Adultos Mayores (FIAPAM). Otra ventaja es que existen diversas redes tanto estatales como internacionales entre programas de formación a lo largo de la vida (como las ya citadas AEPUM y AIUTA), con lo que los vínculos en muchos casos ya están creados. Puede ser interesante explorar posibilidades tanto en el entorno estatal, como en el europeo, así como en entornos como el latinoamericano, por su proximidad idiomática y cultural.
Una ventaja a señalar es que se dispone de experiencias previas que relacionan el turismo con la formación para mayores, como las que se han citado anteriormente. Al mismo tiempo, si centramos la atención en otros grupos de edad, como el de los jóvenes, contamos con sobrados ejemplos que combinan turismo y formación (principalmente en lenguas extranjeras), que también pueden aportar conocimientos que contribuyan al diseño de propuestas de calidad.
A nivel de financiación, como se indicaba anteriormente, hablamos de un grupo de edad con una cada vez mayor capacidad adquisitiva. Es de suponer que parte este grupo no tenga una gran dificultad en acceder a este tipo de propuestas. Aun así, la intervención de agentes públicos se hace imprescindible si se plantea la universalización de este tipo de prácticas. Experiencias como el mencionado programa de turismo social del IMSERSO son interesantes para favorecer esta universalización.
Al hilo de los aspectos de financiación, cabe decir que la Comisión Europea promueve desde hace años la movilidad entre estudiantes adultos, A través del anterior programa europeo de aprendizaje permanente Grundtvig 2007-2013 (European Comission, 2010), y desde 2014 a través del programa de educación, formación, juventud y deporte de la Unión Europea Erasmus+. Éste permite, entre otras acciones posibles, el establecimiento de asociaciones entre centros de diferentes países con el fin de facilitar la participación de sus estudiantes en proyectos formativos conjuntos, siendo sus destinatarios, entre otros, los alumnos de instituciones de educación de personas adultas. Resulta interesante conocer las iniciativas de apoyo ya existentes, como es el caso del programa Erasmus+ a la hora de plantear la cofinanciación de las acciones que se propongan. El programa Erasmus+ finaliza en 2020, tomando el relevo el programa Erasmus 2021-2027, que mantiene la orientación en lo que a educación de adultos se refiere.
En lo relativo a los obstáculos, uno a tener en cuenta puede ser la barrera idiomática. La población actual de personas mayores no siempre tuvo acceso a la formación en idiomas, por lo que éste sería un elemento que considerar, ya que puede condicionar aspectos como la selección de participantes, el destino de la actividad, o el tipo de actividades a realizar. Con el objetivo de reducir esta barrera, el programa Erasmus+, por ejemplo, además del apoyo económico destinado a gastos derivados de la preparación de la actividad, alojamiento y viaje, también ofrece partidas dirigidas a actividades de preparación lingüística.
Algo más sutil de detectar, pero no menos presente, es la barrera que encontramos en muchas de las personas mayores relacionada con la baja expectativa de autoeficacia vinculada a los estudios. Contamos con una población de personas mayores que en muchos casos tuvo grandes dificultades para acceder a la formación reglada, especialmente el de las mujeres mayores. Al no haber tenido la oportunidad de formarse, muchas de las personas mayores perciben el acceso a los estudios como algo de lo que no serán capaces. Las nuevas generaciones de personas mayores han tenido mayores oportunidades de contactar con entornos formativos, por lo que es de prever que ya no presenten este condicionante con la misma intensidad. Aun así, no debemos olvidar que dentro del grupo de edad hay una gran diversidad, donde el primer perfil sigue teniendo presencia.
Se ha hecho referencia en diversas ocasiones en este trabajo a los “nuevos mayores” como un nuevo perfil de persona mayor, con mayor autonomía funcional, económica, y con mejores condiciones de salud. Es importante destacar que esta imagen omite una realidad muy heterogénea, en la que coexisten muchas personas que podrían estar interesadas en el tipo de propuestas que se describen, pero no reúnen estas condiciones, por lo que deberán explorarse medidas que garanticen el acceso a su disfrute.
Por otro lado, siguiendo el apartado de obstáculos, es evidente que las restricciones de movilidad ocasionadas por la situación de emergencia sanitaria ocasionada por la COVID-19 no contribuyen en absoluto a la puesta en marcha de nuevos proyectos. Más allá del impacto actual, debemos confiar en que a corto-medio plazo podremos disponer de oportunidades similares a las anteriores a la pandemia. Está aún por ver la dimensión de la crisis económica derivada de la situación de emergencia, e iniciativas como las que se describen en este trabajo pueden contribuir a la recuperación de un sector tan afectado como lo está siendo el turismo.
3. Elementos a explorar vinculados a las actividades de turismo y formación para mayores.
Son diversos los estudios que vinculan las ventajas del turismo sobre la salud y la calidad de vida en las personas mayores, existiendo la “economía del turismo” como disciplina que así lo sostiene. No son tan frecuentes los estudios que vinculan la formación dirigida a personas mayores con las ventajas sobre la salud de sus participantes, y menos en términos económicos. Aunque existe un consenso en que los programas formativos para personas mayores suponen una “actividad preventiva ante un envejecimiento dependiente en la dimensión mental, social, física y psicopedagógica” (AEPUM, 2012), la investigación realizada hasta el momento en este sentido es muy limitada, lo que supone un campo de oportunidades para la investigación.
Son diversos los estudios que vinculan las ventajas del turismo sobre la salud y la calidad de vida en las personas mayores, existiendo la “economía del turismo” como disciplina que así lo sostiene
A pesar de la escasa trayectoria en nuestro entorno de prácticas de innovación educativa en las que se vincule formación y turismo, en la actualidad contamos con un número cada vez mayor de experiencias. Tenemos la oportunidad de generar conocimiento sobre el impacto que constituye este tipo de prácticas a partir de su estudio, con lo que podríamos contrastar la argumentación teórica con resultados validados por la investigación. Gracias a su estudio, podríamos conocer qué elementos facilitan el éxito de las iniciativas, qué aspectos vale la pena potenciar, sobre qué debemos poner especial atención, conocer mejor las características de la población participante, etc.; lo que nos permitiría un mayor acierto a la hora de definir propuestas.
Otro ámbito que, aun estando vinculado al envejecimiento, va más allá del ámbito de la formación y del turismo, en el que encontramos posibilidades para la generación de conocimiento, sería la implicación de las personas mayores en los diseños de las acciones que se vayan a dirigir a su grupo de edad. Las ventajas del llamado user involvement, o implicación de los futuros usuarios en el diseño de las actividades son múltiples, siendo la principal que nos acercaremos a sus intereses de forma más eficaz que si no les tuviésemos en cuenta. Al mismo tiempo, es de suponer que las acciones resultarán más atractivas, ya que habrán sido propuestas “entre iguales”. No hay que olvidar que las características de este grupo de edad están cambiando, y quizá ya no sea tan atractivo para algunos de ellos el viajar de manera grupal, o compartir alojamiento. Tampoco podemos aplicar lógicas derivadas de asimilar el turismo formativo dirigido a mayores al de otros grupos de edad: un estímulo para la formación de las personas en edad de trabajar puede ser la obtención de un título, pero para las personas mayores no tiene porqué serlo. Vemos pues que resulta de interés la participación de las personas mayores en el diseño de posibles propuestas con el fin de acertar en sus planteamientos, implicándolas desde una concepción de agentes de cambio e innovación social.
Otro ámbito en el que encontramos posibilidades para la generación de conocimiento, sería la implicación de las personas mayores en los diseños de las acciones que se vayan a dirigir a su grupo de edad.
4. Conclusiones
La formación dirigida a las personas mayores aporta beneficios a la población participante. El hecho de proponer acciones formativas en el marco de actividades turísticas puede percibirse como un atractivo adicional a cada uno de sus componentes, tanto para las personas que se interesan por la formación, como para las interesadas por realizar actividades de ocio turístico. El desarrollo de este tipo de propuestas puede suponer un estímulo, no sólo al desarrollo personal y social, sino también al desarrollo económico.
Las acciones de “turismo formativo” se identifican como interesantes para el grupo de edad potencial al que se dirige, que dispone de capacidad económica y condiciones físicas y de salud para su disfrute. Aunque existen experiencias que ponen en evidencia las ventajas de este tipo de acciones, queda un largo camino que recorrer, no sólo en cuanto el crecimiento en número de experiencias, sino también en la generación de conocimiento sobre los impactos que generan este tipo de acciones tanto en el ámbito personal, como en el económico.
Las acciones de “turismo formativo” se identifican como interesantes para el grupo de edad potencial al que se dirige, que dispone de capacidad económica y condiciones físicas y de salud para su disfrute. Aunque queda un largo camino que recorrer en la generación de conocimiento sobre los impactos que generan este tipo de acciones tanto en el ámbito personal, como en el económico.
Referencias utilizadas:
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Ahn, Y. & Janke, M C. (2011). Motivations and Benefits of the Travel Experiences of Older Adults. Educational Gerontology, 37(8): 653-673.
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Withnall, A (2002) Reflections on lifelong learning and the Third Age. En Field, J. & Leicester, M. (eds). Lifelong Learning: Education Across the Lifespan. London, Routledge Falmer, 289-299.
Pregunta
Respuestas de los expertos
In addition to the proposals mentioned by Professor Arenas, the University of Deusto has been developing the "Learning through Travel" programme for more than a decade as part of the offer of DeustoBide-School of Citizenship of the University of Deusto. A programme that is not perceived by students as a "travel programme". In "Aprender Viajando", each destination becomes a project where there is a story that unifies the experience and turns each itinerary into something original and unique.
We cannot forget that the profile of the elderly has changed fundamentally since the social tourism model developed by the IMSERSO began.
In my opinion, these types of educational trips are particularly significant for the people who take part in them, and they are very special and become a vital experience, since the relationship between the traveller and the destination is intimately reinforced by an inspirational motif that is in itself an attractive and fascinating subject of study.
In our case, the previous training itinerary is designed by specialists who provide a new perspective and who give training in the classroom, prior to the trip, and continue acquiring knowledge during the trip, as the teacher accompanies the students during the trip.
For this reason, experiences such as "Learning Through Travel" make it possible to make the best out of them, enabling enriching human experiences that increase people's quality of life. The quality of the experience depends on the intentionality of the person who lives it and his or her interaction with reality; but it is also possible to favour it with knowledge, as we have been able to prove throughout these years.
And as to whether this model can complement or subsist with the social tourism model traditionally promoted by the IMSERSO, I have no doubt that it can. In this way we would respond to the needs and concerns of all the variety and diversity of elderly people that we have today. If we say that there are as many types of elderly people as there are people, it is important to offer a diversity of tourist offers that can respond to the needs and expectations of the greatest number of them. Moreover, we cannot forget that the profile of the elderly has changed enormously since the social tourism model began, and we now find ourselves with older people, with a clearly higher cultural level, with a greater awareness of old age and a greater preparation for it.
We cannot forget that the profile of the elderly has changed fundamentally since the social tourism model developed by the IMSERSO began.
Travelling is one of the best ways of learning as it helps us to understand the world of today, it allows us to open our minds to new knowledge and we learn not only theoretical knowledge but also the values of the cultures around us.
Educational tourism for older people can combine three levels of psychosocial promotion of people after retirement (Villar, 2012). Firstly, it allows for a leisure/recreational activity contributing to life satisfaction and personal enjoyment. On a second level, this educational tourism would contribute to personal and educational development as long as it offers an educational approach (with learning objectives and a certain methodology) in the proposed tourism activities. Finally, educational tourism could generate greater community development and a feeling of generativity if such educational tourism allows the elderly person to become involved in the environmental or social problems of the territory they are visiting.
Moreover, as Sergi Arenas comments, this tourism activity would respond to a higher proportion of people who will retire in the coming years, with a better educational and purchasing level and different expectations in terms of ageing. In fact, interest in training is already a motivation for many older people to travel, as reflected in the review by Otoo and Kim, (2018), who place intellectual and training aspects as the third main motivation for travelling, after the attractiveness of the destination and socialising with people in the destination country.
Therefore, in response to the first question posed (do you think it would be worthwhile to focus public policies on promoting educational tourism?), yes, it would be worth incorporating this type of activity within the diversity of educational activities for older people without replacing essential learning activities to prevent the social exclusion of older people, such as training in technology, empowerment in the rights of older people or health literacy, among others.
Educational tourism can be a new activity for the elderly which, on the one hand, dignifies the value of tourism for the elderly and, on the other hand, allows them to continue their education, to be creative and to be an active part of society.
Similarly, in relation to the second question posed (do you think that this model should complement or replace the social tourism model traditionally promoted by the Imserso?), social tourism should not be replaced by this educational tourism, since for a large number of elderly people it is the only opportunity to travel due to their economic or social limitations. Moreover, the motivation involved in preparing for the trip, the organisation of the leisure activities to which it will be applied and the effort of socialising with different people and familiarising themselves with maps and environments different from their own provide these older people not only with benefits in their psychosocial well-being but also with an important cognitive training as it breaks with routines and involves a cognitive effort that has been associated with improvements or maintenance in the cognitive performance of older people (Mora, 2011).
In conclusion, I believe that educational tourism can be a new activity for the elderly that on the one hand dignifies the value of tourism in the elderly, and on the other hand, allows them to continue training, to be creative and to be an active part of our society.
References
Mora, F. (2011). ¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro? Alianza Editorial.
Otoo, F. E., & Kim, S. (2018). Analysis of studies on the travel motivations of senior tourists from 1980 to 2017: Progress and future directions. Current Issues in Tourism. https://doi.org/10.1080/13683500.2018.1540560
Villar, F. (2012). Hacerse bien haciendo el bien: la contribución de la generatividad al estudio del buen envejecer. Informació Psicológica, 104, 39-56.
Before entering to answer the question that is proposed to us, it is necessary to make a series of clarifications.
The first is that any action aimed at older people that makes them active, that prevents dependency situations and promotes their personal autonomy are good, whether they are intellectual, physical, emotional, social, etc. Because not all people have the same interests (for example, it is also good for maintaining personal autonomy to participate in board games every day, such as Tute or Mus, which require a great mental effort).
Second, from our perspective, the debate should focus more on Education than on training, since the latter is a part of the first, not only knowledge is acquired but also with this type of activities they must develop or maintain skills, attitudes, skills that make older people improve their quality of life, both objective and subjective.
And, thirdly, this proposal to plan training or educational tourism was already analyzed in a meeting between the IMSERSO management and the Board of Directors of the State Association of University Programs for the Elderly, AEPUM (which with the last change of government and , therefore, from the IMSERSO leadership and the pandemic caused a new meeting to be requested to discuss this and other issues of the agreement that both organizations have). In this meeting it was fundamentally that the IMSERSO could open a new financing channel that would serve to facilitate the exchange of students of the University Programs for the Elderly (exchanges that have already been carried out, but without financing) as well as for what we can call cultural tourism for the entire elderly population.
Having said this, it is clear that a financing channel should be opened for cultural, training or educational tourism, because this would, on the one hand, allow the State to respond to a mandate from the E.U. on training or permanent education, which has been carried out since the beginning of the century, on the other, "to sociocultural and educational development that allows active participation, social (re) integration and improvement of the quality of life of the elderly" (Council of Universities, 2010), and also, to the demand that an increasingly large part of the population makes about this type of educational actions.
In other words, the democratization of knowledge, which, as we pointed out, can be done through the exchange of older students from university programs, for example, or through specific programs for the entire population.
An example of this type of educational programs are university programs for the elderly, which is one of the responses that Spanish universities gave to implement lifelong education, better known today, as education or training throughout life.
But we must bear in mind that not only do these programs exist, but there are other institutions that also carry out educational activities, such as the Classrooms for the Third Age, as well as there is a certain older population that would not join this type of tourism, but if I would and does to current trips.
Precisely, to reach these people, who are also not usually in the city that has a university campus, the University Program for the Elderly, IV CYCLE of the University of Santiago de Compostela together with the Xunta de Galicia and the Provincial Councils developed a series of programs educational programs to be developed in different Galician municipalities and regions, which are called “Camiños de Coñecemento e Experience” “Democratización do Coñecemento” that intend for the University to be present in rural areas and in the community environment of daily participation of our elders. This educational offer involves the aforementioned institutions, but also the participating municipalities and their citizens by highlighting the sociocultural, historical, political, economic and intangible heritage as an educational proposal for the development of the program.
Therefore, as a conclusion, IMSERSO should open a financing line for cultural tourism (but without excluding the previous lines), better for educational tourism, as we have already pointed out, to respond to a growing demand from society and , in particular, of the elderly, as well as responding to what the European Commission has been proposing since the end of the last century regarding what they call lifelong learning.
This would allow, not only to democratize knowledge, but also, that, through the intellectual exercise that this type of tourism requires, would allow the prevention of dependency situations, the promotion of personal autonomy and, consequently, the maintenance and, even , improving the quality of life.
Cultural or educational tourism is one of the activities, among others, that can prevent dependency, slow down the evolution of degenerative diseases and promote personal autonomy, that is, maintain or improve the quality of life, both objective and subjective, of old people
In short, cultural or educational tourism is one of the activities, among others, that can prevent dependency, slow down the evolution of degenerative diseases and promote personal autonomy, that is, maintain or improve the quality of life, both objective and subjective, of the elderly.
References
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Between 1950 and 2010, life expectancy worldwide went from 46 to 68 years, and is expected to reach 81 years on average by the end of the century, according to the United Nations, although in Western countries it is already much more high. In Spain specifically, it stands at 80.9 and 86.2 years, respectively for men and women, according to provisional data from the INE for 2019. We are the ones who have lived the longest on the planet, behind Japan, France and South Korea . Although the situation of the pandemic caused by COVID-19 will surely alter these results, we hope that the new situation will be quickly rewarded by the effects of vaccines.
According to the UN, the group of older people is not homogeneous, since there is a manifest gender bias already in people aged 60 years and over, where the number of women exceeds that of men and it doubles among people over 80 years. These women show inequalities derived from gender, in education and employment, in mandatory retirement ages and in pensions and other social benefits, which are clearly insufficient.
The aging of the population, and its feminization, thus constitute one of the most significant social transformations of the 21st century. It has consequences for almost all sectors of society, including the labor and financial markets; the demand for goods and services (housing, transport, healthcare, pensions, social protection, etc. ...), the family structure and intergenerational ties and, obviously, education.
At this point, we point out that the democratization of knowledge, the European Area of Lifelong Learning (EEAP) and the European Area of Higher Education (EHEA) pose for the elderly the need for learning and training throughout life, to improve their knowledge and to enrich their quality of life. Training that must respond to the needs and social and learning concerns of the elderly. The XXI century has been the century of the implantation of the University programs for the Elderly. The Spanish Association of University Programs for the Elderly has fifty-one member universities and more than sixty thousand students. Although initially they tried to make up for the historical training deficit of the elderly population, especially that of the female population, today the situation is quite different, the profiles of the students are very diverse, not only in our university, the University of the Illes Balears, but in all Spanish universities. From the ages, from the 50s to the 80s, to a very diversified training, with increasingly trained students, so the adaptation of the offer to this changing demand has been constant. Senior students now constitute 4.2% of all students in Spanish universities and in those belonging to Red Vives, 6.5%.
In this new context, different from that of twenty-five years ago, I would consider it necessary to promote more diversified, richer and more educational tourism for the elderly. They constitute an increasingly numerous contingent, more varied at the level of interests and social needs, so the offer should evolve as our elders have done.
In the current context, different from that of twenty-five years ago, I would consider it necessary to promote more diversified, richer and more educational tourism for the elderly
This new model of tourism, more open, more complex, could be one of the new axes to be developed from the Imserso and complement the pattern of social tourism traditionally promoted by this institution, which has played a very prominent role for years, without passing to replace it. Well, it is the price of travel, at a general level, the variable that most slows down exchanges between universities, by our older students. University tourism, with training activities and cultural leisure, could be offered during the academic year, a period that coincides with that of current trips by the Imserso, which are always carried out in the low tourist season. Universities could play an important role in the reception of students and adaptation of programs and surely they would be willing to contribute to the training of our elders, of diverse origins. This new offer would enrich the senior students of each university and also their programs (PUMs).
Finally, remember that October 1 was decreed by the United Nations thirty years ago as the international day of the elderly. The next decade, 2020-2030, is planned with the motto "For healthy aging". This new modality of university educational tourism fits fully into this new participatory model of reference for the group of older people and for society in general. At the same time, it becomes an instrument to build an authentic knowledge society for all, regardless of age, and educational programs for lifelong learning and exchange are promoted, also for the elderly.
I answer Professor Sergi Arenas' two questions: firstly, my experience in lifelong learning, including the creation and implementation of the Universitat Oberta per a Majors project at the University of the Balearic Islands at the end of the 1990s (1998), already included a proposal for educational tourism linked to the contents of the curriculum for older adults of the Senior Diploma and the Specialisation Diplomas.
From my point of view, it could not have been more successful: educational tourism contextualised in a social and cultural project and/or linked (or not) to the exchange between students and teaching staff from various universities with which the design and execution of the programme is jointly carried out, is excellently evaluated by those who participate. On the other hand, there is our decade-long experience in international educational tourism, starting with the creation of the International Summer Senior University project within the university campus: a lifelong learning project with educational and cultural content, which has reinforced the idea that educational tourism in the different formats that we set up is an excellent cultural and tourist option for people aged 50 and over. Lifelong learning, in which these projects are framed, is the best option for providing learning content. Also, and especially, for the creation, reinforcement and extension of social and emotional relationships and cultural experience.
With regard to the second question and from my experience as Director General of Imserso, I must say that the social tourism programmes generated by Imserso have been, and are, one of the best investments in tourism aimed at the elderly, including the tourist dimension, the cultural dimension and the health dimension - if we refer to the spas - that are carried out in our country. They are highly valued by their users and also by travel agencies, hotels and restaurants. Thanks to this tourism, tourism-related businesses have been maintained, especially in the low season, jobs have been created and life has been brought to many villages that would otherwise have no greater possibilities. The Imserso's social tourism offer also includes purely cultural projects, which receive an excellent rating. Imserso social tourism is an example to follow, which other countries have imitated with similar results. It is a model that works and should be continued, even extending its offer throughout the year, and that of cultural programmes, as well as starting to work on implementing and/or extending the training content.
In any case, and taking into account the current and future profile of the elderly, educational tourism should be an option to be taken into account
In any case, and taking into account the current and future profile of the elderly, educational tourism should be an option to be taken into account, both by Imserso, extending its programmes in collaboration with the Autonomous Communities, and by the agencies that usually deal with tourism projects for this group, adapting them to the needs of the elderly.
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