Cuidadores informales ¿quién cuida a quienes nos cuidan?
Aunque la mayoría de nosotros sabemos que la población está envejeciendo, estamos mucho menos informados o concienciados sobre la necesidad de proporcionar a los adultos mayores cuidados personales, atención médica y apoyo social.
Debido a que los adultos mayores tienen un carácter muy diverso según la cultura y el nivel socioeconómico, sus familias atribuyen diferentes significados culturales a su cuidado y tienen recursos ampliamente diferentes para lograr sus objetivos. Aunque los adultos mayores más pobres tienen acceso a algunos servicios subvencionados, y los más ricos pueden pagar por ellos, muchas familias de clase media no pueden pagar servicios que permitan a sus mayores envejecer en sus hogares y evitar cuidados institucionales aún más costosos.
Si no se crean políticas públicas para el cuidado del adulto mayor en los próximos 20 años, puede haber una crisis. Y el envejecimiento, en lugar de una conquista, resultado de innumerables esfuerzos para aumentar la longevidad, puede ser visto como un problema social.
Esta mayor demanda de atención requerirá importantes recursos financieros. En 2014, los países de la OCDE gastaron, de media, el 1,4% del PIB en la atención a largo plazo, pero se prevé que estos costes aumenten sustancialmente hasta llegar al 6,4% en 2060.
El gasto público en cuidados a largo plazo es más alto en los países nórdicos (donde cuesta del 3% al 4% del PIB) y más bajo en Europa Central y del Este. En Polonia, Hungría y Estonia, se gasta menos del 1% del PIB en cuidados a largo plazo.
Cuidados en Europa
Esta diferencia en los gastos refleja no sólo la proporción de la población que está envejeciendo, sino también la diversidad de los sistemas de atención a largo plazo en Europa.
Los países nórdicos, por ejemplo, tienen sistemas bien desarrollados de atención formal para las personas de edad avanzada, ya que ofrecen una amplia gama de servicios gubernamentales y del sector privado en el hogar o en instituciones.
En los países de Europa Central y Oriental, por otro lado, la atención a los ancianos se considera en gran parte como responsabilidad de las familias. En estos países, como en los países mediterráneos, una persona mayor que necesita cuidado diario durante un período prolongado probablemente se mudará con los hijos o parientes, que brindan apoyo social y asistencia médica cuando es necesario.
Desafíos de los cuidadores informales
Este sistema de cuidado informal también se enfrenta a nuevos desafíos en la era moderna. Las mujeres, que en todo el mundo han desempeñado tradicionalmente el papel de cuidadora familiar, trabajan cada vez más fuera del hogar, lo que reduce aún más el número de miembros de la familia disponibles para proporcionar atención a las personas mayores.
En Alemania, los cuidadores no remunerados tienen la opción de reducir sus horas de trabajo con un beneficio de licencia pagada a mediano plazo. En la República Checa e Irlanda, existen exenciones de impuestos para los cuidadores informales de cara a compensar sus esfuerzos.
Este tipo de apoyo seguirá desempeñando un papel importante en los países europeos pero también plantea dudas sobre el control de calidad. ¿Cómo saben los gobiernos que sus adultos mayores reciben la atención adecuada? ¿Y quién controla su bienestar?
Los cuidadores informales, como los miembros de la familia y los vecinos, generalmente no cuentan con capacitación especializada, lo que significa que en general carecen de habilidades y conocimientos sobre el reconocimiento de síntomas y, por lo tanto, sobre el tipo de atención sanitaria que se necesita.
En Europa occidental, donde ya existen estructuras de atención amplias, sus precios cada vez más elevados las harán difíciles de mantener en los próximos años a medida que la población necesitada continúe creciendo.
Los países de Europa del Este se enfrentan a un dilema de política diferente: proporcionar cuidados a parientes ancianos tiene un coste considerable para los miembros de la familia, y los recursos públicos para crear residencias de ancianos y casas para los mismos siguen siendo escasos.
Europa, según apuntan los expertos, debe responder compartiendo una respuesta unificada, estimulando la colaboración entre países más envejecidos con plataformas supranacionales como la Asociación Europea de Innovación sobre Envejecimiento Activo y Saludable, un portal que ayuda a instituciones, profesionales e investigadores en el campo de la salud y el envejecimiento a encontrar recursos de capacitación, mejores prácticas, modelos de atención y similares.
En el pasado, la UE ha respondido a la necesidad de coordinar asuntos nacionales similares, como por ejemplo la agricultura, mediante la definición de subsidios, regulaciones e inversiones para los países de la UE. Asimismo, un programa común de envejecimiento europeo basado en el compromiso y la iniciativa de cada país también podría funcionar, ayudando a cada estado miembro de la UE a construir un sistema de cuidado específico que beneficie tanto a sus ciudadanos mayores como a la sociedad en general.
Lo cierto es que el tema del envejecimiento y la capacitación de los cuidadores necesita una respuesta urgente, ya que los adultos mayores se merecen una atención especial para poder afrontar los retos del futuro con dignidad.