Amistades después de los 60: vínculos que llenan los años de vida
Hace unas semanas, en mi pueblo (un pequeño municipio del interior de Castellón), se celebraban las fiestas mayores, como en tantos lugares de España. Son momentos en que se congregan las amistades en las calles, en las peñas, en la orquesta o la actuación de la banda de música… Cada verano se juntan en el pueblo los que viven en él todo el año, con los añorados que marcharon hace décadas a vivir a la ciudad —Castellón, Valencia, Barcelona…—, buscando una manera mejor de ganarse la vida.
Ser testigos de cómo envejecen juntos esos grupos de amigos que se reencuentran ocasionalmente en las plazas del lugar que los vio crecer, es emocionante. Ver a esas personas reír juntas, conversar, bailar, recordar, abrazarse… recompone el alma y aporta esperanza en estos tiempos oscuros de tristezas y confrontación. Ese optimismo se genera en gran parte por lo que generan los vínculos, la amistad, un tesoro en cualquier etapa de la vida que se torna más valioso a medida que nos hacemos mayores y necesitamos compañía, nos acecha la soledad, perdemos con los años a más seres queridos, y aquellos que nos quedan se convierten en un pilar de salud emocional, mental y física.
Diferentes edades, diversas vivencias de la amistad
La amistad se vive de diferente forma en las diferentes etapas de la vida. Mientras en la adolescencia y la juventud se exploran constantemente nuevos vínculos y esta parte de la existencia es esencial y absolutamente prioritaria, cuando aparecen las obligaciones laborales y familiares -con el inicio de la crianza de los hijos, por ejemplo-, la reducción del tiempo de ocio a menudo conlleva una pérdida del tiempo y la intensidad con amistades. Es crucial no perder los amigos nunca, porque precisamente cuando llegan la madurez y la vejez, las relaciones sociales se vuelven esenciales, y es entonces cuando si no se han trabajado y cuidado, más se van a echar de menos.
¿Y generar nuevas conexiones? Es una excelente opción en esta etapa vital, y si esos nuevos vinculos son intergeneracionales, mejor. Pero es cierto que cuesta. La neurobiología ha intentado explicar recientemente por qué se da la tendencia a reducir el número y la intensidad de interacciones sociales en la vejez, y es que nuestro cerebro experimenta cambios en la forma en que las redes neurológicas se comunican, y esas alteraciones influyen en las capacidades sociales. Lo dice un estudio encabezado por la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur). Los resultados de los investigadores, publicados en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews, indican que la pérdida de sociabilidad puede deberse a una menor conectividad en regiones cerebrales clave para mantener relaciones.
Nuevas oportunidades
A pesar de esos obstáculos biológicos, por supuesto es posible iniciar relaciones profundas y enriquecedoras más allá de los 60. Se demuestra cada día en las actividades que se organizan en centros sociales para los mayores, en gimnasios, en clubes de baile, o en nuevas plataformas de amistades séniors como Vermut, una app para encontrar nuevos amigos sénior donde son ellos mismos los que proponen públicamente los planes (teatro, cine, paseos, cenas, deporte…). Ana Miquel, a sus 66 años usuaria de esta herramienta, nos explicaba en La Vanguardia que “se generan conexiones con personas de edades y gustos parecidos”. Además, confesaba: “Me rejuvenece el alma y puedo sacar a la niña que llevo dentro”.
Este es solo un ejemplo, pero ante el nuevo escenario demográfico y la nueva longevidad, aparecen infinidad de propuestas que pueden llenar de valor las vidas de los sénior, a partir de los aprendizajes maduros y las nuevas conexiones sociales. Hablamos de universidades para mayores, voluntariado, talleres, viajes pensados para ellos con un nuevo enfoque más allá de los “viajes para jubilados”... También las nuevas tecnologías, a las que cada vez más se apunta la población madura, ayudan a generar conversación y vínculo: videollamadas con personas que viven lejos, redes sociales donde reencontrarse, WhatsApp para poder hablar ágilmente…
Mejores amistades, más salud
Debemos -se debe, en esta etapa +60- aprovechar todas estas oportunidades que nos brinda la sociedad actual. Porque es cierto que la jubilación, la viudedad, los problemas de salud que van apareciendo y las pérdidas de los amigos que van envejeciendo pueden suponer grandes retos emocionales. Afrontarlos no es fácil, pero hay muchos asideros donde encontrar una ayuda, confort, ánimo. La amistad es uno de los más importantes, si no el que más.
Como hemos mencionado en Miradas de la longevidad, los vínculos sociales profundos y de calidad mejoran nuestra salud y nuestra esperanza de vida, según apunta el Harvard Study of Adult Development, liderado por Robert Waldinger, el estudio longitudinal más largo que se conoce sobre la vida humana. Tras más de ocho décadas siguiendo a distintas generaciones, se determinó que las relaciones de calidad son el factor más determinante de la salud y la felicidad en la vejez, por encima incluso de la genética, el nivel socioeconómico o los hábitos de vida.
Una revisión y metaanálisis de estudios longitudinales publicada en BMC Public Health muestra que los adultos mayores con redes sociales sólidas experimentan un declive cognitivo más lento. En el mismo sentido, una investigación del English Longitudinal Study of Ageing concluyó que la soledad y la falta de integración social se asocian a un aumento significativo del riesgo de demencia. Es sorprendente uno de los datos: las personas que mantienen vínculos cercanos presentan niveles más bajos de cortisol —la hormona del estrés— y un sistema inmunitario más resistente. Estimulan su memoria y su atención mediante la interacción social, lo que se traduce en una especie de gimnasia cognitiva cotidiana.
Los amigos en los últimos años, una necesidad
En conclusión, En conclusión, la amistad en la última etapa vital no es solo algo agradable o anecdótico. Es casi una necesidad vital para tener una vida plena y con más salud, para que los últimos años sigan siendo tiempo de ilusión, proyectos y felicidad compartida.