Nombre:
Miguel Rodellar Aguilera
País:
España
Provincia:
Madrid
Cargo:
Fotoperiodista y reportero gráfico para mediapro
Biografía:
Nací en una pequeña localidad con historia y secretos entre sus calles empedradas, en el seno de una familia donde las palabras y las imágenes fueron siempre más que meros acompañantes: fueron fundamentos de vida. Desde pequeño, fui testigo del poder que tiene una historia bien contada, de cómo una imagen puede cambiar percepciones, despertar conciencias. Así, el 28 de febrero de 1986, comenzó mi viaje. Mi pasión por el arte de contar historias me llevó a perseguir una carrera en Comunicación Audiovisual. La universidad fue un hervidero de ideas, un espacio donde mi aspiración por capturar la real- idad a través de una lente tomó forma. Mis manos, inquietas por naturaleza, encontraron en la cámara su verdadero hogar. Graduado y armado con el ím- petu de la juventud, me sumergí en el caótico, pero apasionante, mundo del periodismo. No pasó mucho tiempo antes de que la guerra se convirtiera en el centro de mi trabajo. Si bien inicialmente me desempeñé como cámara de TV, cubriendo historias locales y nacionales, sentía que mi llamado era otro. La guerra no solo demandaba ser vista; exigía ser sentida, comprendida a través de las almas y los ojos de aquellos atrapados en su vorágine. Así, me transformé en reportero de guerra y fotoperiodista. Los campos de batalla difuminaron las líneas entre la observación y la experiencia. Cada disparo capturado por mi cámara era un testimonio de la fragilidad humana y, al mismo tiempo, de su inquebrantable espíritu. Vi cómo la vida se colaba entre las ruinas, cómo el amor y la esperanza resistían en los ojos de aquellos que lo habían perdido todo. La guerra, con su cruda realidad, me enseñó sobre el profundo abismo del sufrimiento humano, pero también sobre la inmensa capacidad de resiliencia. En este viaje, he enfrentado peligros inimaginables y he estado al borde de la muerte más veces de las que quisiera admitir. Cada historia que he contado, cada imagen que he capturado, ha dejado una cicatriz en mi alma; marcas que considero medallas de honor, pues son el precio de la verdad. Ahora, camino con una colección de recuerdos impresos en mi mente y mi corazón. Historias de dolor, de pérdida, pero también de inesperada belleza y humanidad en los lugares más sombríos. A través de mi lente, he buscado no solo informar, sino también conectar, tender puentes donde las palabras fallan, y dejar que las imá- genes hablen por aquellos que no pueden hacerlo. Mi viaje no ha terminado. El mundo sigue girando, y con él, surgen nuevas historias que necesitan ser contadas. Yo, Miguel Rodellar Aguilera, continúo adelante, siempre fiel a mi cámara, a mi verdad, y sobre todo, a mi compromiso eterno con la humanidad.