09/09/2020

El medio rural. Una oportunidad para mejorar la atención de nuestros mayores

El medio rural. Una oportunidad para mejorar la atención de nuestros mayores - Envejecimiento, Sociedad

A nivel mundial, el aumento de la longevidad en las poblaciones de países desarrollados, además de ser uno de los grandes avances de los últimos dos siglos, se ha convertido en un reto en la búsqueda de soluciones que den respuesta a nuevas necesidades.

Ejemplo de ello es la distribución de los recursos sociales valorando la nueva realidad demográfica en la que vivimos, la cual refleja los cambios estructurales, económicos y culturales que han ido cambiando nuestra percepción del estado del bienestar social.

Si hablamos de España, observamos que actualmente es un país muy longevo y con un elevado porcentaje de personas mayores. Un hecho que se pone de manifiesto en las zonas rurales debido a la migración hacia las ciudades que se ha producido de forma masiva en las últimas décadas.

Nos damos cuenta de que el envejecimiento está muy relacionado con su entorno. Cuanto más pequeño es el municipio, más grande es la proporción de su población mayor. Pero, desde que ha empezado a envejecer el entorno rural, se han puesto en marcha diversas fórmulas para desarrollar programas que han tenido un elemento central como objetivo: la comunidad.

Ventajas de vivir en entornos rurales

En muchos pueblos, gran parte de la población está conformada por personas mayores. Pero, a diferencia de los mayores que viven en entornos urbanos, los mayores que se encuentran en zonas rurales tienen un abanico de oportunidades a su alcance para mejorar su calidad de vida.

Al vivir rodeados de espacios naturales pueden evitar el sedentarismo aprovechando cualquier momento para dar paseos incrementando así la actividad física. También se ahorran el estrés de las aglomeraciones y de los desplazamientos. Además de la contaminación propia de las ciudades. En su lugar pueden disfrutar de una mayor tranquilidad y conocer mucho mejor a sus vecinos.

Los cuatro estilos de vida de los años dorados

Cuando hablamos de “estilo de vida” nos referimos a las actividades que una persona elige realizar y que son reflejo de los valores, metas y preferencias que son importantes para ella.

En el caso de la época dorada, ese estilo de vida puede ser enfocado desde distintas perspectivas.

1. Podemos percibirla como una oportunidad para llevar a cabo un cambio

A lo largo de estos años tenemos tiempo de hacer cosas que nos apetecen; como desarrollar un proyecto vital largamente aplazado, disfrutar de las aficiones, fomentar las actividades sociales o disfrutar de la familia. Es una etapa de liberación en la que las obligaciones pasan a un segundo plano y podemos aprovechar el tiempo como queremos mientras reforzamos nuestra identidad personal y social. Habitualmente, cuando tienen lugar estas circunstancias, estando jubilados y con nuestros cónyuges suelen estar sanos, sin preocupaciones económicas, somos activos socialmente y somos importantes consumidores de bienes y servicios.

2. Podemos percibirla como una etapa “natural” de la vida

Forma parte de un proceso esperado y desarrollamos y mantenemos las creencias y valores que han sido nuestra brújula durante nuestra vida adulta. Aunque nuestras actividades cambian, nuestros objetivos vitales pueden continuar desarrollándose por lo que vemos esta etapa como un momento en el cual abordamos la vida siguiendo las mismas estrategias que hemos ido llevando a cabo. Siguiendo esta perspectiva, realizamos las actividades propias de las personas mayores y las valoramos como significativas y gratificantes. Aceptamos esta etapa como algo propio de la vida, manteniendo una actitud positiva ante el paso del tiempo.

Y nos ajustamos a una vida cotidiana que se amolda a la visión de las actividades, funciones y responsabilidades que se esperan de las personas mayores (como enfocarnos en el cuidado de los nietos mientras sustituimos a los padres de forma temporal aunque también corremos el riesgo de reducir nuestro círculo de amistades).

3. Podemos percibirla como un momento a compensar

Aquí nos esforzamos en modificar lo menos posible nuestras rutinas y relaciones sociales y tenemos dificultades para asumir cambios significativos. No nos anticipamos a la soledad, pero una vez que sucede nos vamos a casa. Aunque vemos la vejez desde un punto de vista negativo la afrontamos de forma activa para solucionar los problemas de la vida cotidiana.

4. Podemos percibirla como un momento de abandono

En este caso vemos estos últimos años como algo inevitable en nuestra trayectoria vital. Representa una pérdida de oportunidades, una etapa sin objetivos y sin reconocimiento de validez ante la sociedad. La actitud que mantenemos aquí es de abandono y resignación y nos centramos en el desarrollo de actividades exclusivas para nuestra supervivencia. Tenemos un conocimiento escaso de las oportunidades de las que disponemos en nuestro entorno y abandonamos nuestro cuidado físico, las relaciones sociales e incluso la vida familiar.

Las personas que optan por este estilo de vida necesitan de una atención profesional basada en un modelo de búsqueda que ellos no demandan pero que es necesario para que no sean olvidados.

Propuestas que favorezcan estilos de vida más activos

La sociedad debe poder ofrecer soluciones óptimas al envejecimiento de los ciudadanos, cada vez más mayores y exigentes.

1. Se debe promover la participación social en personas que se mantienen más aisladas, 

- Reforzando las buenas prácticas de vecindad activando las relaciones y el apoyo emocional

- Facilitando la movilidad de las personas para que puedan acceder a actividades variadas aunque no tengan lugar dentro de su municipio

- Promoviendo el desarrollo de asociaciones para llegar a toda la población

2. Se debe potenciar el uso de los centros cívicos y sociales, dando un papel activo a las personas mayores

- Facilitando el acceso a espacios y recursos.

- Otorgando a las personas mayores un rol significativo.

3. Se deben facilitar actividades de ocio que promuevan estilos de vida saludable dirigidos a todos los mayores.

- Promocionando la actividad física.

- Favoreciendo relaciones significativas en grupo.

- Organizando formaciones relacionadas con el mundo actual (nuevas tecnologías, idiomas, dietas, etc).

- Proporcionando asesoramiento en temas financieros, fiscales y legales que afecten a su vida cotidiana (como herencias, pensiones, testamentos, etc).

¿Cómo podemos ayudar a personas mayores en situación de dependencia?

  • Promoviendo servicios de cuidados personales, apoyo y asistencia en las actividades de su vida cotidiana
  • A través de un servicio de atención doméstica que contemple todas las tareas del hogar.
  • Con un servicio de acompañamiento dentro y fuera del hogar, además de un servicio de teleasistencia. 
  • Con un servicio de transporte accesible que facilite desplazamientos fuera del hogar, con un servicio de preparación y entregas de comidas a domicilio.
  • Con otros servicios a domicilio como: biblioteca, peluquería, lavandería, etc. 

Conclusiones

Los cambios sociales han alargado la esperanza de vida y debemos comprender que nuestra aspiración ya no es llegar a la vejez sino hacerlo en óptimas condiciones. Los últimos años deben recobrar la importancia que tienen para jugar un papel determinante en la sociedad en vez de ser vistos como un problema.

Porque cuando permitimos que las personas mayores participen, desarrollan la sociedad construyendo un valor colectivo al mismo tiempo que se mejora su autovaloración, aumentan sus capacidades de pensar, expresarse, hacer… y sus posibilidades de aprender y aportar.

En definitiva, es necesario implementar iniciativas y buenas prácticas que ayuden a mejorar la calidad de vida de nuestros mayores y que perduren en el tiempo.

Porque vivir en entornos rurales no es estar alejado.