Lecturas de la calle

La conciencia es el primer despertar del alma;
la sabiduría, el largo viaje que comienza después.
Conciencia es mirar y reconocer;
sabiduría es mirar y comprender.
Entre ambas se extiende el camino silencioso
donde el ser humano aprende a encontrarse consigo mismo.

Nada enseña tanto como el peso de los días.
El sufrimiento, la soledad, la ternura o la duda
no son enemigos de la conciencia, sino sus maestros secretos.
De ellos nace una mirada que ya no busca dominar,
sino entender, aceptar y fluir.

Ser sabio no es saber más,
sino ver con más claridad y juzgar menos.
La conciencia nos despierta al mundo;
la sabiduría nos reconcilia con él.
Y cuando ambas se abrazan en silencio,
el alma deja de luchar y comienza, por fin, a vivir.