Urgencia de un ecosistema silver tech
El proceso de envejecimiento de la población ha sido particularmente rápido, como es sabido en España. En menos de 30 años, el número de personas de más de 65 se ha duplicado, proceso acentuado por la baja tasa de natalidad del país, que comenzó a disminuir a mediados de los años setenta. Los estudios de las Naciones Unidas prevén que España será el país con más adultos mayores del mundo en 2040, con el 40% de su población mayor de 60 años. En dos décadas habremos superado en longevidad a los otros países en alza: Japón, Suiza y Singapur. Redondeando, el 20% de la población tiene más de 65 años.
La actual situación de pandemia, por otra parte, ha evidenciado varias cosas:
- Fragilidad: la pandemia ha evidenciado cómo la salud de los mayores es más vulnerable, acumula historia y daños ocultos. Los mayores son más vulnerables a patógenos y más frágiles.
- Soledad: ya sabíamos que más de 850.000 mayores de 80 años viven solos, pero nunca imaginamos que leeríamos, con la impasibilidad que da acostumbrarse a noticias horribles durante una pandemia, que 62 adultos mayores han sido encontrados finados en sus hogares en la ciudad de Madrid en los meses más duros de la crisis del COVID 19.
- Edadismo: hemos leído con sonrojo cómo se ha discriminado a los mayores de 70 por criterio de edad en un sistema de salud al que han contribuido como ciudadanos que pagan y pagaron sus impuestos toda su vida.
Todo infortunio, esconde alguna ventaja: el lado bueno del desastre es que el asunto del envejecimiento está en lo alto de la mesa. Políticos, empresarios, agentes sociales… Ahora, todos hablamos de prevenir y evitar desastres futuros con las personas mayores.
La tecnología será, sin duda, parte relevante de la solución. Pero, para ello, será necesario crear un Ecosistema para la Silver Tech: un sistema que propicie la creación, que es urgente por lo anteriormente expuesto, de empresas tecnológicas, la innovación y el alumbramiento tecnológico para paliar los aspectos más relevantes del envejecimiento.
Para implementar lo dicho, es necesario:
- Propiciar un sistema de capital riesgo. Son requeridos estímulos para la inversión privada en tecnologías para la sociedad envejecida.
- Impulsar la inversión y la creación de compañías de base tecnológica. Por ejemplo, mediante Business Angels, fondos de inversión, cooperativismo, etc.
- Estimular el emprendimiento tecnológico de alto impacto social, focalizando la mejora de la calidad de vida de todos, pero específicamente de los más vulnerables, entre los que están los mayores.
- Fomentar el desarrollo tecnológico mediante el intra-emprendimiento de compañías que se dedican a otras cosas, con todo tipo de incentivos.
- Fomentar la colaboración público-privada para generar la transferencia de recursos y conocimientos entre ambas esferas.
- Fomentar la formación de todas las generaciones en la necesidad de una vida intergeneracional, fluida y sin compartimentos estancos, combatiendo el edadismo y formando parte de esta estrategia, combatiendo la brecha tecnológica y propiciando el acceso a internet y el uso de sus ventajas por parte de todos, independientemente de la edad.
Coordinando eficazmente los puntos anteriores, convendrá priorizar según las siguientes diez prioridades sociales susceptibles de mejorar con la tecnología en el corto y medio plazos:
- La urgencia de crear tecnologías para combatir la soledad. La nueva llamada se llama videollamada.
- La implantación de domótica en los hogares que, conectados, permitirán monitorizar la vida independiente pero amparada por cuidadores cada vez más profesionalizados
- La expansión del uso de la inteligencia artificial para múltiples actividades: desde buscar pareja y/o amigos, hasta proporcionar compañía a través de humanos digitales.
- El desarrollo del uso de big data con afán preventivo, destacadísimo en la medicina preventiva.
- El desarrollo de la teleasistencia de cuarta generación, centrada en el combate de la soledad y la proactividad.
- Los avances en telemedicina, que ha de anticiparse al previsible colapso sanitario vía la cronicidad.
- La gestión eficaz de los cuidados domiciliarios con el uso de todo tipo de herramientas tecnológicas para amplificar las capacidades humanas.
- El desarrollo de la robótica, que debe ser útil para combatir el Alzheimer y otras demencias.
- La implementación de terapias génicas y otros usos terapeúticos de la biotecnología que, sin duda, será un revulsivo de la siguiente generación: llegará más tarde a la dependencia porque lograremos frenar, incluso revertir, moderadamente el envejecimiento si las pandemias no lo impiden.
- La expansión del comercio electrónico, marketplaces: un mundo “phygitall” donde el adulto mayor se recrea y satisface sus necesidades físicas, espirituales o de consumo a través de un internet que será, cada vez más, un internet de los sentidos y la salud.
En definitiva: emprendimiento, tecnología de alto impacto social y colaboración público-privada son los hilos con los que hacer la malla protectora para nuestros adultos mayores en previsión de una eclosión en las cifras de dependencia y demanda de cuidados en los años venideros. Si matar a la muerte sigue siendo un reto inalcanzable, eliminemos al menos las penalidades de su lenta llegada, en los últimos años, con ayuda de tecnología, química y la alianza entre ambas.