Del antiguo participio activo de depender, y este, a su vez, del latín dependēre 'colgar, pender'.
Véase dependencia.
«Hechos tan simples como cepillarse los dientes, vestirse o utilizar el teléfono se van a ver afectados y la persona necesitará la ayuda de su entorno para realizar este tipo de acciones. Nuestro familiar, será cada vez un poco más dependiente y necesitará que, de algún modo, le asistamos en dichas actividades. Pero que le asistamos no quiere decir que hagamos las cosas por él. Tenemos que dar la mínima ayuda para que él sólo sea capaz de terminar la acción» (Isidro Carretero, 2011: 33).
«Dos tercios de los dependientes más graves están atendidos en su domicilio y, de ellos, la inmensa mayoría al cuidado de sus familiares, cuando muchos necesitarían ayuda especializada. Se trata de enfermos de alzhéimer en su fase más aguda, por ejemplo, o ancianos encamados de escasa movilidad. Solamente el 26% de los grandes dependientes están en residencias, un servicio que se considera el adecuado para estas personas porque ahí recibirían ayuda profesional día y noche» (El País, 15.IV.2012).
«En las etapas iniciales de la enfermedad los pacientes logran conservar su independencia para la realización de las actividades de la vida diaria (AVD); sin embargo, con el paso del tiempo y el progreso de la enfermedad, el paciente se va haciendo cada vez más dependiente y por lo tanto necesitará de un cuidador que lo apoye no solo en la realización de las AVD sino en el mantenimiento de entornos adecuados» (Vargas Escobar y Pinto Afanador, 2010: 117).
Persona que no puede valerse por sí misma por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad y que precisa de la atención de otra persona para realizar actividades básicas de la vida diaria.