Adultos mayores y la conducción: cuando saber frenar
No puede haber un sentimiento más grande que la libertad de salir conduciendo por el mundo. Y, pese, a llegar a una edad en que nos es difícil seguir haciéndolo, es probable que a la mayoría de nosotros nunca se nos olvide que conducir alguna vez fue un privilegio.
Nuestro carnet de conducir se convierte en una identificación que nunca nos abandona. Los caminos que recorremos se convierten en el telón de fondo de nuestras vidas, mientras viajamos a los lugares donde vivimos, aprendemos y crecemos.
Sin embargo, a medida que envejecemos, hay muchos factores a considerar cuando se trata de conducir y los ajustes pueden hacer que nuestros viajes sean más seguros para nosotros y para las personas que comparten el camino a nuestro alrededor. Además, educarse sobre estos factores, los riesgos potenciales y las posibles soluciones puede dar lugar a una decisión de mantenerse, o no, fuera de la carretera.
Tu salud física es la clave para conducir
Al decidir si es seguro para ti seguir conduciendo, probablemente tendrás que evaluar tu condición física. Hay varios aspectos de tu salud física que puedes no haber atribuido como esenciales a tu experiencia de conducción.
Tres de los aspectos más importantes de tu salud física que entran en juego cuando estás al volante son tu visión, audición y coordinación. En los tres casos, es imperativo que consultes a un profesional médico para obtener información detallada sobre tu condición.
En caso de que tu visión esté disminuyendo o sea inconsistente, puede ser particularmente difícil identificar las señales de las calles, los marcadores de seguridad, los semáforos, los peligros, otros vehículos, los peatones e incluso los instrumentos dentro de tu vehículo que son clave para tu experiencia al conducir.
Con el fin de remediar un posible problema de visión, es posible que desees limitar tu conducción al día, ya que es más difícil ver mientras se conduce de noche. También puedes evitar conducir en climas peligrosos, como lluvia, nieve o aguanieve, ya que los factores de riesgo aumentan y las precipitaciones pueden afectar la visión.
Para aquellos que dependen de gafas o lentes de contacto, asegúrate de tenerlos siempre en tu vehículo cuando salgas a la carretera.
La capacidad de oír con destreza es una parte extremadamente vital de la conducción. Es posible que no siempre te dés cuenta de lo importante que es la audición para tu percepción cuando conduces. Si no puedes identificar sirenas de emergencia, vehículos, transeúntes y otros objetos en la carretera, puedes estar menos inclinado a tomar las decisiones adecuadas al conducir.
Tu coordinación física entra en juego cuando estás conduciendo. Las molestias, dolores y otros problemas pueden afectar tu rango de movimiento, haciéndote menos propenso a realizar los movimientos asociados con la conducción segura. Estos movimientos pueden incluir alcanzar un cambio o mirar por encima de tu hombro para revisar un punto ciego.
Tu salud física general es una variable única sobre la que también debes ser honesto contigo mismo. Cualquier dolencia física crónica que padezcas puede ser un gran detractor de tu seguridad vial personal. Estos riesgos también pueden potencialmente poner a otros en peligro. Habla con tu médico sobre afecciones como la diabetes, la enfermedad de Parkinson, la artritis, las convulsiones y otros problemas crónicos que pueden causarte problemas al volante.
Tu salud mental es igualmente importante
Tan importante como tu salud física para tu capacidad de conducir es tu capacidad mental para manejar las tareas asociadas con la vida en la carretera.
Una de las primeras cosas a considerar es el tiempo de reacción. ¿Eres capaz de notar información vital en el camino? ¿Eres capaz de tomar decisiones rápidas para mantenerte a ti y a los demás a salvo? ¿Puede tu cerebro registrar las acciones necesarias para llevar a cabo estas decisiones y dar la señal a tu cuerpo para que realices los ajustes adecuados en un plazo de tiempo razonable?
Todas estas son preguntas asociadas con tus reflejos y tiempo de reacción. Y, a medida que envejeces, es posible que no estés seguro de que puedes depender de tu cerebro para poder responder eficientemente cuando se le desafía. Sería prudente hacer preguntas proactivas a tu médico con respecto a tus reflejos al considerar tu capacidad para conducir.
Al igual que tu salud física, hay una serie de condiciones que afectan gravemente tu disposición mental, convirtiéndolo en un riesgo en el camino. Los hombres y mujeres que sufren de enfermedades como la enfermedad de Alzheimer y la demencia deberían tener una conversación con su médico sobre estas realidades. También se deben tener en cuenta las condiciones más leves que puedan afectar el estrés, el período de atención y la concentración. Muchas de estas condiciones pueden ser aliviadas o erradicadas completamente con algunos ajustes sencillos en tu técnica de conducción o en tu propio vehículo.
Hay modificaciones que puedes hacer para ser más seguro en la carretera
Después de considerar los factores de riesgo, puedes sentir que es necesario tomar la decisión de renunciar a tu carnet. Sin embargo, puede haber varias maneras de alterar tu experiencia de conducción, mejorando tu capacidad de ser seguro mientras conduces. Con unos pocos ajustes, podrías continuar tu vida en la carretera mientras estás atento a la seguridad personal y pública.
Lo primero que puedes hacer para tranquilizarte a ti mismo y a tus seres queridos es estar al tanto de tus medicamentos y su efecto en la conducción. Independientemente de la edad, muchos conductores ignoran las etiquetas de advertencia de los medicamentos recetados cuando se les advierte que no operen un vehículo motorizado o maquinaria pesada, poniendo a otros y a sí mismos en grandes riesgos. Una decisión responsable requeriría que seas diligente en cuanto a conocer los efectos de cualquier medicamento que tomes diariamente.