05/07/2019

El envejecimiento en la agenda del G20

El envejecimiento en la agenda del G20 - envejecimiento, Actualidad

Los desafíos del proceso de envejecimiento empiezan a preocupar a los máximos responsables de las políticas económicas del mundo. Los Ministros de Economía y Finanzas y Gobernadores de los Bancos Centrales de los países del Grupo G20 y el Fondo Monetario Internacional, se reunieron en Fukuoka (Japón) el 8-9 de junio de 2019, dentro de las actividades paralelas de la Cumbre del G20 que se celebra en Osaka (Japón) el 28-29 del mismo mes. Emitieron un comunicado con una serie de enunciados, entre los que destaca el dedicado al problema del envejecimiento, además de los tradicionales sobre el crecimiento económico global. La discusión sobre el envejecimiento y sus implicaciones políticas ha pasado algo desapercibido por el tratamiento de otros temas de la Cumbre.

Los cambios demográficos plantean desafíos y oportunidades para los miembros del G20 y el resto de países del mundo. Dada la naturaleza compleja de esta agenda, se sostuvo una discusión exhaustiva sobre temas relacionados con el envejecimiento también en sesiones previas. Se discutieron medidas generales sobre los cambios demográficos y los desafíos en concreto del envejecimiento.

Medidas generales ante los cambios demográficos

Los cambios demográficos requerirán acciones políticas que abarquen políticas fiscales, monetarias, financieras y estructurales. En este sentido, los participantes en la reunión de Fukuoka sugieren una serie de medidas generales a todos los países, según corresponda:

– Seguir mejorando la productividad y el crecimiento, incluso invirtiendo en habilidades, y fomentando la participación en el mercado laboral, en particular de las mujeres y las personas mayores, y promoviendo industrias amigables con los mayores.

– Mejorar la eficiencia y la eficacia del gasto público, así como una red de seguridad social que funcione bien y sea fiscalmente sostenible, teniendo debidamente en cuenta la equidad intra e intergeneracional.

– Diseñar el sistema tributario de manera equitativa y favorable al crecimiento, para responder mejor a los desafíos que plantea el envejecimiento.

– Comprender mejor las implicaciones del envejecimiento en la política monetaria.

– Ayudar a las instituciones financieras a realizar los ajustes necesarios en sus modelos de negocio y servicios;

– Gestionar las implicaciones transfronterizas de los cambios demográficos, como los flujos de capital y los migratorios.

Oportunidades y desafíos del envejecimiento demográfico para los individuos, la sociedad y la economía.

El envejecimiento demográfico afecta tanto a los países desarrollados como a los países en desarrollo, aunque con una gran variación de situaciones.

En primer lugar, el envejecimiento crea una serie de oportunidades. En todas las economías, los trabajadores mayores generan demanda de productos y servicios financieros nuevos o adicionales a medida que se alarga su vida laboral. Esta demanda entra dentro de lo que se puede llamar “economía de la longevidad”. Y el efecto no se limitará sólo a los países de altos ingresos. Con una nueva configuración de políticas, los adultos jóvenes podrán ir preparándose anticipadamente para su mayor longevidad. Activos financieros en poder de personas mayores representarán cada vez más una proporción importante respecto a los activos totales. También su puede aprovechar el potencial de los mayores para otras actividades productivas. El tener vidas más largas permite plantearse nuevos tipos de trayectorias vitales: períodos de aprendizaje, actualización de conocimientos, empleo, más tiempo con la familia en el momento en que ésta empieza a crecer, actividades de ocio y filantropía en una sociedad con mayor longevidad.

Por otra parte, el envejecimiento plantea desafíos y en concreto para la inclusión financiera. Cuanto mayor sea la longevidad de las personas, mayores serán sus necesidades financieras que habrá que planificar y gestionar en la edad adulta y también durante la vejez. El desafío puede ser mayor en el caso de las mujeres pues viven más. El declive físico y cognitivo puede aparecer en las etapas finales de la vida y dificultar la gestión de las propias finanzas. El aislamiento y la soledad obligan a depender de otros familiares o amigos. A veces, los pequeños empresarios tienen dificultad para mantener o transferir sus negocios al llegar a la vejez, etc.

Los diez factores que contribuyen a una exclusión financiera de las personas mayores son:

  • Baja capacidad digital
  • Bajos conocimientos financieros (analfabetismo financiero)
  • Declive cognitivo
  • Declive físico
  • Aislamiento social
  • Vivir con una renta o pensión fija
  • Confianza/dependencia en los miembros de la familia
  • Dificultad de acceso a consejos financieros
  • Falta de productos financieros para personas mayores
  • Confianza/dependencia en profesionales de las finanzas.

Prioridades para la inclusión financiera de las personas mayores

Como respuesta a estos desafíos se apuntan una serie de prioridades concretas para la inclusión financierade las personas mayores. Se considera que apoyar el envejecimiento de las poblaciones con políticas coherentes de inclusión financiera es un componente importante del desarrollo inclusivo y sostenible. Los expertos han identificado ocho prioridades con el objetivo de ayudar a los responsables políticos, a los proveedores de servicios financieros, consumidores y otros agentes de la economía real, a reconocer y abordar los desafíos asociados con el envejecimiento demográfico y el incremento global de la longevidad. Estas prioridades, prácticas y políticas para mejorar la vida de las actuales generaciones de personas mayores y de las venideras, son:

-Utilizar datos y evidencias para conocer qué políticas funcionan y qué se necesita cambiar.

-Fortalecer la alfabetización financiera y digital.

-Apoyar la planificación financiera a lo largo de la vida, fomentar planes a largo plazo.

-Abordar las necesidades de las personas mayores creando productos a medida.

-Aprovechar las tecnologías para desarrollar productos financieros, proteger a los consumidores y aproximarles a una educación financiera.

-Proteger a las personas mayores del abuso y fraude financieros.

-Fomentar  el compromiso de los sectores interesados en la inclusión financiera de los mayores.

-Abordar las necesidades de los grupos vulnerables o desatendidos.

Conclusión: la estrategia de inclusión financiera de las personas mayores, apoyada en su protección y en su educación financiera, puede contribuir a dar estabilidad al sistema financiero y reducir la presión sobre los sistemas de pensiones públicas.

Fuente: Envejecimiento en Red