El Búnker

Refugio búnker en Chasiv Yar(Ucrania),. Los vecinos se agrupan en el refugió para defenderse y darse apoyo entre la comunidad.Fotografía de Miguel Rodellar

En un mundo donde la guerra se ha normalizado, los búnkeres emergen como el último bastión de supervivencia para quienes aún habitan las tierras devastadas por el conflicto. Estos espacios, habilitados como refugios, actúan como testigos mudos de una lucha cotidiana que desafía las condiciones más inhumanas. Fríos, húmedos y oscuros, estos refugios subterráneos no solo sirven para proteger contra bombardeos, sino que también funcionan como almacenes logísticos para la ayuda humanitaria y centros de conectividad en un mundo que parece distante.
La infraestructura de estos búnkeres va más allá de ser un simple albergue; en ellos se reparten alimentos, medicamentos y se ofrece atención psicológica a aquellos valientes que han decidido resistir en sus hogares, desafiando las adversidades con un coraje admirable. Sin embargo, la cruda realidad impuesta por la guerra revela que solo los ciudadanos con recursos tienen oportunidades reales de sobrevivir. En este escenario aterrador, los más desfavorecidos quedan atrapados: ancianos y personas que, por su salud, fuerza o recursos limitados, no pueden huir hacia lo desconocido.