Del griego diagnōstikós (διαγνωστικός) 'distintivo, que permite distinguir'. Diagnosticar es, desde los tiempos de la medicina hipocrática y en palabras de Pedro Laín Entralgo (1981: 11), «conocer una enfermedad individual sabiendo distinguirla de las restantes, especialmente de las semejantes a ella». De uso en la medicina clásica, se reintrodujo en las lenguas modernas en el siglo XVII.
Tras la exposición de los síntomas por parte del enfermo o de sus familiares, el médico procede a estudiar al paciente mediante la exploración física del mismo y la realización de distintas pruebas diagnósticas. Cuando el médico cuenta en su poder con toda la información que le es posible reunir acerca de dicho paciente, recurre a todos sus conocimientos y procede a dar un nombre a la enfermedad que le aqueja. En ese momento, el médico emite un diagnóstico, que se acompaña de la explicación de la posible evolución de la enfermedad y su tratamiento.
Cuando la identificación de la enfermedad se realiza en sus primeras fases, antes de que se manifieste de forma evidente o de manera característica, se habla de diagnóstico precoz o diagnóstico temprano. A veces ocurre de manera fortuita o casual cuando se está llevando a cabo un estudio médico por otra razón, aunque en la actualidad se ponen en marcha campañas y se efectúan pruebas destinadas a la detección temprana de determinadas enfermedades en grupos de riesgo para poder actuar antes contra ellas y mejorar así las posibilidades terapéuticas.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer, el diagnóstico precoz es muy importante para comenzar a tratar al enfermo cuanto antes. Cada vez se dispone de más medios que alivian y retrasan el deterioro cognitivo, de modo que una detección temprana de la enfermedad puede aportar muchos beneficios tanto al enfermo como a sus familiares, que también podrán ocuparse de otros aspectos que rodean a la enfermerdad (emocionales, socioeconómicos y físicos).
«Para llegar al diagnóstico de demencia, el médico especialista necesita que la familia, los amigos, el propio paciente le expliquen qué es lo que les llama la atención y les pone en alerta» (Boada Rovira y Tárraga Mestre, 2006: 15).
«El enfermo no es simplemente un diagnóstico médico. Es una persona con pertenencias, familia e identidad personal. No es genéricamente un "abuelo", ni debe ser tratado como un niño» (Peña-Casanova, 1999c: 41).
«El doctor Serge Gautier, neurólogo canadiense, ha enfatizado en diferentes congresos internacionales que, aun sin otro tipo de pruebas, la parte clave para un diagnóstico preciso de Alzheimer es la experiencia de médicos que puedan escuchar cuidadosamente la historia de la persona con demencia y lo que los familiares tengan que decir, acompañadas con pruebas de laboratorio complementarias, que no llegan a un costo económico muy importante en cualquier parte del mundo» (Feria Ochoa, 2005: 52).
Identificación de una enfermedad a partir de los signos y síntomas con que se manifiesta.