Hábitats que favorezcan la calidad de vida de las personas mayores
Para poder enfocar el tema de manera novedosa evitando una mirada tradicional, hay que definir en primer lugar quienes y, sobre todo, cómo, son las personas mayores en nuestros hábitats urbanos y rurales que están demandando nuestra atención. Cada cultura crea su propia identidad de “mayores” y por eso, son tan variadas las situaciones: en nuestro caso y cultura son personas que se podrían definir como de características diversas, ya que están aquellas que aún con valentía se han mantenido en su lugares o pueblos de origen y otras, que se trasladaron a las ciudades y al día de hoy, ya mayores, desean poder mantener sus vidas en activo y sus hobbies preferidos -sobre todo recreativos y culturales- sin sentir que se las encuadra en un colectivo que ya no produce y que lo que pide, es atención en salud y bienestar. Es decir, que hay que sostenerlos en materia de servicios sociales. Hay un grupo que lamentablemente es independiente de su origen o lugar de residencia en la actualidad y es el de los mayores que ya con deterioro cognitivo o demencias requieren atención muy especializada.
Aunque el objetivo de los programas para mayores no se pueda individualizar es necesario definir esta caracterización en diferentes perfiles: qué es común y que no lo es, porque pertenece a lo específico de algún grupo en particular. Pero, en definitiva, todas las personas, deberían integrar el grupo de diversidades que las políticas sociales y culturales deberían tener en cuenta aspirando a mejorar o mantener su calidad de vida: dándoles aquello que es un derecho, lo mejor para ellos y también para sus familias.
Hay un factor que sí es común a todos: su deseo y voluntad de continuar viviendo en su residencia de siempre, con la familia hasta que esto sea posible. De ahí las variadas alternativas y respuestas que cada caso sugiere en materia de soluciones y respuestas para la ciudad, en los entornos de las viviendas y a través de los equipamientos sociales correspondientes.
Los mayores y la ciudad
Los recursos ofrecidos por la ciudad o por las zonas urbanas más pobladas, son factores muy importantes -determinantes en algunos casos- para dar satisfacción a la salud, la recreación, la cultura y el esparcimiento. Pero la velocidad de lo cotidiano puede ser un factor adverso a partir de ese momento en que comienzan a fallar algunos registros que son requeridos para tolerar el ruido y la acumulación de estímulos visuales. Por eso la devolución que los espacios urbanos deberían hacer a esta generación es una muestra de alternativas, donde pudieran aislarse -aunque esto sea ficticio- del bullicio y la velocidad, pero donde también puedan compartir espacios con otras compañías: las zonas verdes deben contener zonas de silencio y diseños que despierten los sentidos, deben contar con rincones acogedores, cuya característica sea lo sensorial para poder disfrutar de la lectura o simplemente de la contemplación de los pájaros, del agua y de los colores de la vegetación. Pero es necesario -imprescindible- incorporar dinamismo para que los registros en clave de tranquilidad no terminen mermando las capacidades intelectuales, cognitivas. La presencia de zonas infantiles de juego es absolutamente necesaria para que se pueda establecer una relación intergeneracional entre mayores e infancia con lo que ello significa de cara a los objetivos de ambos: el juego, la compañía, el aprendizaje
Los núcleos urbanos más pequeños ofrecen con frecuencia menos actividades formales pero las informales llenan con creces la vida afectiva de los colectivos más vulnerables, no es así en otros casos: salud y recreación.
Calidad espacial en centros de día
Los centros de día son una buena solución para seguir en su propia vivienda y llevar a cabo en una parte importante del día, diversidad de actividades vinculadas al mantenimiento de la energía, física y cognitiva: pasear, caminar, subir, bajar, observar, comentar, podrían contribuir a reducir el estrés en personas que están en centros de día algunas, sentadas demasiadas horas en talleres o mirando TV. Actividades que, relacionadas con un ambiente enriquecido y con llamadas sensoriales en los espacios comunes (lectura, cine y teatro), favorecerían la activación neurológica con poco esfuerzo, solo induciendo a que se movilicen, incluso con apoyos, entre los espacios comunes. El movimiento coordinado de las partes del cuerpo y la alineación corporal adecuada favorecen el funcionamiento correcto de los distintos sistemas del organismo, en especial del sistema nervioso que es el encargado, entre otras cosas, de crear los procesos necesarios para producir movimiento.
No solo en la infancia son importantes los ambientes enriquecidos. Los mayores retraídos ya, o recluidos algunos en residencias o centros donde pasan todo el día mejoran sus respuestas. Parece demostrado que este tipo de ambientes resulta efectivo en el mejoramiento de la memoria espacial y en la adopción de estrategias más eficaces en sus funciones ejecutivas. Como se afirma (Baldanzi, et al., 2013) hay variaciones en la activación cortical, debido a que esta condición puede contribuir a la consolidación del recuerdo espacial remoto.
Un interesante estudio ha demostrado “que aquellos participantes pertenecientes a un ambiente rico en estimulación cognitiva obtuvieron mejor rendimiento en tareas relacionadas con memoria y funciones cognitivas generales. Por otro lado, los sujetos que no cuentan con un nivel de educación formal en su ambiente, pero son expuestos a actividades de la vida diaria, obtuvieron también un buen rendimiento. Finalmente, los adultos expuestos únicamente a estimulación socioafectiva evidenciaron el menor puntaje demostrando que una constante estimulación cognitiva aún puede tener impactos directos en la plasticidad del cerebro en envejecimiento”. Se sugiere que “adultos mayores que lideran desafíos intelectuales, recursos físicos y compromisos intelectuales pueden mitigar algunas pérdidas cognitivas asociadas al proceso de envejecimiento cognitivo, gracias al factor protector generado por la estimulación ambiental”
En consonancia con las ideas anteriores, un ambiente moderador, capaz de “recoger” a las personas contiene, tranquiliza, actúa movilizando estructuras emocionales: casi siempre el usuario está en condiciones de interactuar con él. Son recintos con pocos estímulos: los necesarios para crear rincones y guiar a las personas, sin palabras, diciendo cómo moverse y hacia donde deben ir cuando buscan algún objetivo.
Identidad y unidad funcional delimitando zonas ambientales definen espacios ricos en estímulos y lectura sensorial para disfrutar de lo que tienen alrededor. Favorecen la tranquilidad, la contención, facilitando la realización de sus tareas más o menos cotidianas. O aquellas que por motivos familiares o de soledad se habían abandonado, factor importante para que el mayor se pueda sentir bien.
La vivienda
Mantenerse en su vivienda es la mejor solución para continuar su ciclo hasta que este se cierre naturalmente. Pero debe ser así siempre que se cuente con apoyo para evitar que la soledad no sea la única compañía de las personas entre sus cuatro paredes: resolverlo con tecnología tiene sus pros. Pero también sus contras.