La diferencia entre añadir años a la vida o vida a los años: esperanza de vida (lifespan) vs. esperanza de vida saludable (healthspan)
Debemos diferenciar entre vivir mucho y vivir bien. La cuestión, como dicen los especialistas, es “añadir vida a los años, no años a la vida”. Es decir, lo importante ahora es encontrar las estrategias para vivir con buena salud, más que alargar la vida a cualquier precio o de cualquier manera.
Aunque la ciencia avanza vertiginosamente y esto podría cambiar en pocos años, todavía hay una gran diferencia entre el número de años que podemos vivir, nuestra esperanza de vida (lifespan), y los años que podemos vivir con buena salud y bienestar (healthspan, o esperanza de vida saludable). Lamentablemente, la esperanza de vida saludable queda dañada en gran medida a causa de los altos índices de enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento, como las patologías neurodegnerativas (como el Alzheimer y otras demencias), el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
La esperanza de vida al nacer, según datos de la OMS de 2021 revisados en agosto de 2024, se sitúa, a nivel global de todo el planeta, en 71,4 años. En España, según los mismos datos y fuente, estamos en 82,7 años. Con datos de Eurostat, esta cifra se ha colocado en los 84 años, según las estimaciones más recientes. Con esta noticia, los titulares de todos los medios de comunicación anunciaron que volvíamos a ser el país de la Unión Europea con una esperanza de vida más alta. Pero… ¿no nos debería importar más vivir con calidad, que vivir más años? ¿No es más interesante vivir bien que vivir mucho, o como dicen los investigadores en envejecimiento, “añadir vida a los años, y no años a la vida?
Como explica el INE (Instituto Nacional de Estadística), “esperanza de vida en buena salud se define como el promedio de número de años esperados que vive una persona disfrutando de buena salud (en ausencia de limitaciones funcionales o de discapacidad). Según el mismo organismo, el número de años de vida en buena salud al nacimiento en España en 2020 fue el mismo para hombres y para mujeres (66,3 años). En 2021 fue inferior en las mujeres, 62,6 años frente a los 63,0 en los hombres.
Este otoño Eurostat ha publicado los últimos datos sobre esperanza de vida saludable, referentes a 2022. Y en estos, España, no es líder, ni de lejos. Mientras que Malta encabeza el ranking europeo con un total de 70,2 años de vida saludable, España registra 61,2 años, y ocupa el puesto 15 entre los 27 países de la UE. Nuestro país se sitúa además por debajo de la media europea, que alcanza los 62,6 años saludables. Otro aspecto valorable también es que, según estos datos, los hombres tienden a vivir una mayor parte de su vida con salud, sin limitaciones de la actividad diaria. En total, sus años de vida saludable son alrededor del 80% del total de su esperanza de vida, mientras que en las mujeres este porcentaje queda frenado en el 75%.
El número global de personas mayores con una calidad de vida limitada va a ir en aumento según las prospecciones de los diferentes organismos. En 2050 habrá en todo el mundo 2.000 millones de personas con más de 60 años. Como explican los investigadores Salvador Macip y Manel Esteller en su libro El secreto de la vida eterna, “todos los años que hemos estado añadiendo a la esperanza de vida en las últimas décadas, son años de mala salud. Por ejemplo, un hombre nacido en 2014 vivirá tres años más con enfermedades crónicas que un hombre nacido en 2006. Vivimos más, pero vivimos más tiempo peor”.
Estas cifras significan que hay un importante camino por hacer en cuanto a investigación médica y la medicina: conseguir hacer que nuestra vida sea más plena, los años que vivimos. Reducir los años que pasamos con poca movilidad, con dependencia, con patologías, en ingresos hospitalarios y, en definitiva, con una vida poco digna.
Las actuaciones sobre la esperanza de vida saludable, como también sobre la esperanza de vida, pueden ser individuales o comunitarias. Para envejecer de forma más saludable ya sabemos que la dieta equilibrada, el ejercicio físico, el sueño de calidad y las relaciones sociales —importantísimas—, son esenciales. En cuanto a las intervenciones públicas, la atención a las enfermedades más asociadas al envejecimiento —arriba citadas—, radicalmente diferentes en unos puntos u otros del planeta (con grandes diferencias entre países desarrollados o subdesarrollados), son la clave para ampliar los años que podemos vivir bien, al margen de vivir mucho.
El indicador de la esperanza de vida saludable no está presente en noticias y titulares, los ránkings mundiales de longevidad se elaboran poniendo el foco exclusivamente en la cantidad de años que vivimos, y no en la calidad de nuestra existencia cuando envejecemos. Cantidad por encima de calidad. ¿Quizá es necesaria una reflexión sobre el tema?