Del latín delirĭum, de delirare 'salirse del camino', 'desvariar'.
Hay personas que creen, de forma totalmente infundada, que alguien les roba o los engaña o los persigue o les miente... y por más que se intente convencerlos con todo tipo de argumentos de lo contrario, no hay manera de lograrlo. A eso se le llama delirio. Más del 30% de quienes padecen enfermedad de Alzheimer tienen delirios a lo largo de su evolución, entre los que los mas frecuentes son los de infidelidad, abandono, persecución, creer que les quieren envenenar, que les roban cosas o que la casa en la que viven no es su casa.
«La presencia de otros, de otras personas, le excita y le inquieta, le lanza a un parloteo social frenético, infinito, un verdadero delirio de búsqueda y elaboración de identidad; la presencia de plantas, el jardín silencioso, el orden no humano, al no ejercer ninguna presión social o humana sobre él, permite que este delirio de identidad se relaje, se afloje; y con su plenitud y autosuficiencia no humanas, tranquilas, le permite una extraña calma y autonomía propia, le ofrece (por debajo, o más allá, de todas las identidades y relaciones meramente humanas) una comunión muda y profunda con la propia naturaleza, y con ello la sensación renovada de estar en el mundo, de ser real» (Sacks, 1970/1987: 154).
«El delirio es una de las muchas maneras de las que el sujeto se vale en sus relaciones con el entorno para su adaptación» (Castilla del Pino, 2011: 208).
En psiquiatría, creencia falsa, firmemente sostenida por el enfermo, sin posibilidad alguna de convencerlo de su error.